La Jornada sábado 25 de marzo de 2000

Juan Arturo Brennan
Toronto: música y política cultural

Toronto, Canadá. En la parte norte de esta bella e interesante ciudad está situado el Centro Ford de las Artes, moderno complejo cultural que contiene algunos de los escenarios más importantes de Toronto. Uno de ellos es la Sala de Recitales George Weston, concebida y diseñada especialmente con el tamaño, la acústica y la visibilidad ideales para toda clase de manifestaciones de música de cámara. Hace un par de semanas tuve oportunidad de escuchar en este recinto un magnífico recital a cargo del violinista Shlomo Mintz y el pianista Itamar Golan.

La primera parte del programa estuvo dedicada a la música de Johannes Brahms, y se inició con la primera de las tres sonatas para violín y piano (la Op. 78) compuestas por el músico de Hamburgo. En teoría, esta sonata está realizada en un esquema formal que contempla tres movimientos contrastantes, sin embargo sería perfectamente válido decir que se trata en realidad de tres espisodios moderato. En efecto, Brahms ha procedido en esta obra más por homogeneidad que por contraste y el resultado es una obra camerística de un equilibrio apolíneo. Mintz, quien además de tener una técnica impecable es un músico muy intuitivo y sensible, logró una versión estupenda de la Sonata Op. 78, expresando con claridad el hecho de que mientras sus contemporáneos utilizaban el violín para urdir toda clase de llamativas pirotecnias, Brahms supo extraer del instrumento una voz noble y profunda. Como elemento de contraste ante esta severa pieza musical, Mintz y Golan interpretaron luego el Scherzo en do menor que Brahms compuso como parte de una sonata (complementada con movimientos de Schumann y Dietrich) en homenaje al famoso violinista Joseph Joachim. Un impecable control de las figuraciones rítmicas y un claro dibujo de la estructura ternaria, ahora sí a base de contrastes, definieron la interpretación de Mintz y Golan a esta singular y poco conocida pieza de Brahms.

Para la segunda parte del programa, los intérpretes abordaron dos obras de Sergei Prokofiev: la Sonata No. 1, Op. 80 y la transcripción del propio compositor a sus Cinco melodías Op 35b, concebidas originalmente como canciones. Con el mismo aplomo con el que había tejido los amplios arcos melódicos de Brahms, Shlomo Mintz se apropió de las asperezas rítmicas y colorísticas de la música de Prokofiev (no es coincidencia que el segundo movimiento de la Sonata Op. 80 esté designado como Allegro brusco) y logró momentos ricos en los pasajes en los que el compositor propone el uso de la sordina para efectos más trascendentes que la mera disminución de volumen. En las Cinco melodías, la impecable afinación de Mitz y el sólido acompañamiento de Golan permitieron el surgimiento de las atractivas propuestas armónicas de Prokofiev, magistralmente trasladadas de la voz humana al violín. En suma, un recital de primer orden y una muestra de la riqueza musical de Toronto.

Ahora bien, es posible que en fecha próxima esa riqueza se vea injustamente disminuida. Antes del recital, un grupo de voluntarios solicitaba en el vestíbulo del teatro las firmas de los asistentes para protestar por la inminente desaparición de las temporadas de conciertos en la sala Weston. ƑLa razón? Las autoridades municipales de Toronto han propuesto la abominable idea de convertir al Centro Ford de las Artes en una especie de ''centro comunitario" para alquilar sus espacios al mejor postor y, al mismo tiempo, retirar el subsidio a las temporadas de conciertos que, en fechas recientes, han contado con la presencia de artistas como Ben Hepper, Chick Corea, Dmitri Hvorostovsky, Irakere, Maxim Vengerov, Angel Romero, Mitsuko Uchida, Ivan Moravec, Christopher Parkening y Lilya Zilberstein, entre muchos otros. Al parecer, el plan de esas autoridades tendrá como consecuencia que, en lugar de recibir a éstos y otros notables músicos, los escenarios del Centro Ford sean anfitriones de graduaciones escolares, desfiles de modas, convenciones de vendedores de seguros, seminarios de superación personal y otras cosas igualmente edificantes.

Es posible que los ingresos aumenten, pero es seguro que la vida musical de Toronto se vea empobrecida, ƑPor qué menciono aquí este asunto en apariencia tan lejano? Simplemente, para dar cuenta de que las nefastas políticas neoliberales en materia cultural pueden aparecer en cualquier sitio, y por aquello de que cuando veas los subsidios de tu vecino canadiense cortar, pon los tuyos a negociar.