VIERNES 24 DE MARZO DE 2000

Un ciclo de gobernabilidad

 

* Marco Rascón *

Se está cerrando un ciclo político en la estructura del Estado mexicano: el que inició con la reforma política impulsada por Jesús Reyes Heroles en 1977, donde se logró pactar con un sector de izquierda la gobernabilidad del país.

Se cierra este ciclo, porque el viejo régimen priísta es una minoría irreversible y la "gobernabilidad" ahora depende de las relaciones y negociaciones con los partidos opositores más fuertes, por encima de sus propios candidatos.

Ernesto Zedillo tuvo a su favor el miedo que significó la interrupción de la sucesión presidencial, ventaja que ya no tiene Francisco Labastida, surgido ahora de una comedia y que por cierto no fue cuestionada debidamente ni por el PRD ni por el PAN, y que tendrá un alto costo en julio. No obstante, a falta de votos y liderazgo político, se prepara ya una nueva operación de Estado a favor del PRI y que coordina Esteban Moctezuma, Diódoro Carrasco y un amplio aparato de operadores políticos del gobierno federal, para penetrar la estructura de los partidos opositores con el fin de ablandar las campañas y aislar a los candidatos de sus propios partidos como en 1988 y en 1994.

El problema para el Estado es el manejo de la gran mayoría antipriísta que en el país se perfila a votar por Cuauhtémoc Cárdenas y Vicente Fox. La tarea es compleja y de una alta precisión, pues no sólo necesita dividir el voto antipriísta, sino emparejarlo entre 22 y 20 por ciento, para que la minoría por Labastida, se convierta en mayoría. El PRI, además, necesita un alto porcentaje de abstención.

Cuando Cárdenas gobernaba la ciudad de México, la campaña del régimen y los medios fue dirigida contra él, y, como parte de la estrategia de Estado, Vicente Fox fue impulsado y favorecido por toda la oligarquía, a fin de reducir la fuerza cardenista y al PRD. Luego, al surtir efectos la campaña anticardenista, Fox es colocado contra Labastida y ambos, con la complicidad de los medios de comunicación, usan todas las formas para posesionarse del duelo y la contienda, bajo la garantía de que el PAN es una institución política que garantiza la gobernabilidad y sabrá contribuir a la estabilidad del viejo régimen. Pero Ƒqué pasa cuando la extrema debilidad priísta convierte la comedia en un peligro?

La estrategia priísta y de los medios ha tenido resultados para mantener a flote a Francisco Labastida; pero lo que no han podido desarticular aún, es la amenaza de un voto mayoritariamente contra ellos que provoque una crisis del sistema de partidos. En ese sentido, las futuras etapas pueden ser altamente conflictivas y confusas si se repiten con éxito los oficios de Esteban Moctezuma, el cual ya se entrevista con los dirigentes perredistas y panistas a fin de garantizarles que "la derrota de sus candidatos" no implica por parte del PRI, "animadversión contra sus partidos", y que por lo tanto estarán incluidos dentro del nuevo ciclo, si se ratifica el pacto de gobernabilidad establecido desde 1977. El DF será sin duda alguna, la zanahoria de la negociación con la segunda fuerza opositora.

Al PRI le interesa hoy profundizar la confrontación PRD-PAN, pues esto anula el voto antipriísta. La disyuntiva para ambos es cómo mantener la diferencia, pero al mismo tiempo, compitiendo por la polarización contra el PRI.

Los pleitos del PRI y el PAN tienen lógica oligárquica, pues el show los une y protege contra el riesgo de una ruptura desde abajo. En el caso del PRD pareciera que el cálculo no es luchar por el poder, sino que éste le sea entregado mansamente por las fuerzas del viejo régimen. Ante la complejidad de la situación electoral, la principal falla de Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador es la falta de un partido cohesionado, con estrategia y voluntad de poder. La falla o inexistencia de partido se refleja en que los grupos dirigentes provenientes del 14 de marzo, luchan hoy por las posiciones plurinominales y de minoría y se disputan ya la propiedad del registro del PRD.

Miedo y gobernabilidad de nuevo se mezclan para frustrar el cambio. La vieja reforma política de 1977 ha dado sus frutos a través de un sistema de partidos que garantiza la permanencia del viejo régimen priísta; este ciclo podría cerrarse el 2 de julio, si los mexicanos rebasan a los partidos y sus compromisos con la gobernabilidad del régimen e impiden la llegada de Labastida al poder. ƑQuién desde la izquierda aceptaría este reto? *

[email protected]