VIERNES 24 DE MARZO DE 2000
Café, crisis social y crisis política
* Alberto J. Olvera *
Las zonas cafetaleras del país son hoy día hervideros sociales. En Chiapas, Oaxaca y Guerrero hay áreas de desastre social en las que se gestan las condiciones de un estallido político. En Veracruz y Puebla, las otrora ricas áreas cafetaleras se han convertido en fuente de mano de obra barata que emigra masivamente a Estados Unidos. Lo mismo sucede en las regiones de donde solían provenir los cortadores de café, a tal grado que en esta cosecha ha habido una aguda escasez de cortadores en el centro de Veracruz.
La masiva movilización de productores de café en cuatro estados de la República el pasado 15 de marzo nos ha recordado que la crisis del campo mexicano sigue profundizándose y que puede tener expresiones políticas imprevisibles. La toma de la Secretaría de Agricultura y de la Secofi por parte de productores de frijol y de miembros de El Barzón es otro ejemplo del mismo fenómeno.
Las causas de la crisis de la caficultura son de cuatro tipos. La primera, lo impredecible del mercado del café, sujeto como está al control de cinco grandes trasnacionales y a la especulación en la Bolsa de Londres. La segunda radica en el súbito retiro del gobierno de cualquier papel en el control de las empresas dominantes en la rama y en la promoción de la calidad y el financiamiento a pequeños productores.
La tercera es el control total del mercado nacional por parte de las trasnacionales que controlan el mercado mundial, lo cual les ha permitido imponer descuentos arbitrarios a todos los productores nacionales, que hoy día se sitúan en 30 dólares por quintal, lo cual equivale a 30 por ciento del valor del grano en la bolsa. Además, han fijado unos precios de compra de café cereza tales que han vuelto inviable para los campesinos industrializar directamente el café. La cuarta radica en la creciente sobrevaluación del peso y en la ausencia casi total de crédito a los productores. Este es un problema que enfrentan todos los exportadores que no son maquiladores y quienes no utilizan insumos extranjeros. Las cuatro causas tienen como denominador común la política neoliberal del gobierno.
Para colmo, la institución creada por el gobierno como instancia de discusión de una política cafetalera, el Consejo Mexicano del Café, sólo ha servido para proteger los intereses de los exportadores e industrializadores del grano, llegándose al absurdo de haber permitido la importación de café de desecho del extranjero con el argumento de que hace falta para producción de café soluble.
Este conjunto de omisiones sería casi inconcebible si no fuera porque la política del gobierno en el campo es limitarse a paliar los efectos de la pobreza generalizada en forma puntual y clientelar. Sin embargo, la política de no tener política implica un costo que hay que pagar tarde o temprano. Hasta la fecha, los productores de café han mostrado una civilidad y una paciencia infinitas. Sin embargo, se percibe un agotamiento sumamente riesgoso en un año electoral. El "voto verde" no está asegurado para el PRI en las densamente pobladas regiones cafetaleras de México.
Un programa emergente de apoyo a los productores es apenas un paliativo urgente para evitar una profundización de la pobreza extrema. Sin embargo, se requiere mucho más que eso para poder dar un giro a la actual situación. El movimiento nacional de productores de café, y especialmente su avanzada, la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC) ya ha señalado cuáles son esas exigencias: investigación y eventual castigo de las prácticas monopólicas de las empresas trasnacionales cafetaleras, especialmente suspensión de los descuentos al café mexicano; reorganización del Consejo Mexicano del Café para darle más representatividad a los productores y para que realmente defina una política para la rama; intervención decidida del gobierno mexicano para articular esfuerzos con otros países productores de café y defender el precio del mismo; desarrollo de mecanismos de apoyo a organizaciones de productores para que puedan hacerse cargo de la industrialización y comercialización del grano.
Hace mucho que la CNOC viene propugnando estas medidas. Hoy el gobierno debe salir de su neoliberal parsimonia si no quiere llegar al verano electoral en medio del calor político de un estallido social en el campo. *