VIERNES 24 DE MARZO DE 2000
Juárez, Cárdenas y el petróleo
* Horacio Labastida *
Concluida la cruenta Guerra de Tres Años y derrotadas las élites conservadoras de la época, se inició la traición en que estas élites se comprometieron con Napoleón III, para imponer en México una monarquía extraña y subordinada al Segundo Imperio francés; pero el bien meditado plan que tuvo como punto de partida el mañoso Convenio de Londres (1861), fracasó frente al ímpetu patriótico del pueblo mexicano. Fue entonces cuando el presidente Benito Juárez forjó los valores que lo acreditaron como Benemérito de las Américas, y fue entonces también cuando expresó la doctrina que hoy es principio del derecho internacional público: el respeto al derecho ajeno es la paz, doctrina sustanciada en los sentimientos de una nación agredida injustamente durante cinco años (1862-67) por ejércitos extranjeros que trataron de supeditarla a una metrópoli foránea. ƑCómo hacer respetar el derecho propio y al mismo tiempo el derecho de otros? En la tesis juarista está la clave de lo que podría ser un mundo sin conflicto entre los poderosos y marginal a cualquier forma de opresión. El derecho propio es el ejercicio pleno y libre de la autodeterminación de pueblos decididos a compartir con equidad la riqueza que con juntamente crean para elevar los niveles materiales y culturales de las familias.
Es decir, si las naciones plantean entre sí los problemas que protegen sus soberanías, y buscan soluciones justas para el conjunto, el resultado sería el nacimiento de una comunidad universal capaz de beneficiar a todos sus miembros y de perfeccionarlos en el marco de los más puros ideales.
En esa atmósfera ideológica, enraizada en tierras mexicanas, Cuauhtémoc Cárdenas pronunció un sobresaliente discurso, con motivo del 62 aniversario de la expropiación petrolera. Hay que señalar las connotaciones esenciales de lo que el petróleo significaba en aquel célebre 18 de marzo de 1938. El artículo 27 constitucional fue una suprema aportación de los constituyentes reunidos en Querétaro. El patrimonio del país estaba en manos de grandes corporaciones multinacionales, por la vía de concesiones entregadas a la inversión extranjera entusiastamente aplaudida por los limantouristas de entonces, y para impedir que tal situación devastadora continuara avasallándonos, en el citado artículo 27 se declaró por igual el derecho eminente de la nación sobre sus recursos y la facultad de modificar la propiedad en función de las conveniencias generales; y en el momento en que Lázaro Cárdenas advirtió que las compañías extranjeras burlaban la independencia al negarse a cumplir la sentencia que les fue condenatoria, recogió la enorme lección juarista de 1867 y puso en práctica los mandamientos sancionados en la Carta Magna: en estrictos términos legales fueron expropiadas aquellas compañías rebeldes, y la riqueza de hidrocarburos yacente en el subsuelo se constituyó en el capital más importante para fomentar el crecimiento material y cultural de la población. Téngase muy presente que desde la época de Morelos, los mexicanos no creemos que el tiempo sea dinero, según lo pregonara el sabio estadunidense Benjamín Franklin (the time is money), pues en nuestra convicción el tiempo es la vía prima del enriquecimiento espiritual. Por esto, en la conciencia de Lázaro Cárdenas, el petróleo era una fuente de bienestar material y de elevación del talento y la generosidad del hombre.
ƑAcaso Cuauhtémoc Cárdenas no reflejó en su discurso esas teorías de Morelos, Juárez y Lázaro Cárdenas? Lo hizo así y con maestría al señalar que la nueva grandeza mexicana, la que estamos buscando ansiosamente, tendrá que apuntalarse en el desenvolvimiento de la riqueza propia, la educación y la honesta defensa de la Patria ante ambiciones inconfesables. La cosas son claras. El futuro es nuestro si lo apoyamos en nosotros mismos, y si hacemos respetar la soberanía en el concierto internacional. Sólo de esta manera lograremos la paz de que habló Benito Juárez al restaurar la República. *