VIERNES 24 DE MARZO DE 2000

El desmantelamiento

* Luis Javier Garrido *

Ernesto Zedillo pretendió una vez más en Lisboa, al suscribir el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, demostrar que México vivió ya una "transición democrática", pero los hechos muestran todo lo contrario: que "el antiguo régimen" lejos de desaparecer sólo se ha reciclado con la anuencia de los partidos "de oposición", y que no se ha logrado establecer un estado de derecho.

1. La realidad de lo que acontece en México no se puede ya ocultar, y las noticias de todos los días confirman que en nuestro país no existe un marco de legalidad: lo mismo la represión en Chiapas, el escandaloso fraude del Fobaproa o las revelaciones de la narcopolítica que la vergonzosa campaña electoral en la que por todos los medios el gobierno busca imponer en la silla presidencial a Francisco Labastida, pero un caso que sigue evidenciando de manera ejemplar la ilegalidad prevaleciente es el de la UNAM, en donde las políticas del grupo gobernante para desmantelarla no están conduciendo más que al desastre.

2. La decisión que tomó el gobierno "de Ernesto Zedillo" en febrero a través de la Secretaría de Gobernación, y que aceptó el rector De la Fuente, negándose a dialogar con el Consejo General de Huelga para resolver los seis puntos del pliego estudiantil, rompiendo la huelga con la Policía Federal Preventiva y deteniendo a cientos de estudiantes, era la peor de las opciones que tenía para enfrentar la crisis universitaria, pues, como era obvio, estas acciones de fuerza lejos de conducir a la universidad a una supuesta "normalidad" o de terminar con el CGH, como suponían las autoridades y la directiva del PRD que iba a acontecer, no llevaron más que a agravar el clima de confrontación al interior de la UNAM, y a agudizar todas las contradicciones.

3. El desastre actual es consecuencia de esa miopía de las autoridades que con tal de imponer las políticas neoliberales en la UNAM han recurrido a todo: desde negarse a dialogar con los estudiantes hasta encarcelarlos, y ahora hacer golpear a los inconformes. Las políticas oficiales no han logrado otra cosa que generar una creciente inconformidad frente a la cual las autoridades no tienen más recursos que los de la fuerza. Lo que se ha visto desde el 6 de febrero no es ninguna "reconciliación" sino una mayor imposición, y la necesidad de recurrir cada vez más a la fuerza, como se informa todos los días: en la Facultad de Ciencias un grupo paramilitar atacó a los miembros del CGH causando destrozos innumerables con tal de recuperar la dirección, y el nuevo director de la Facultad de Derecho no pudo asumir el cargo más que ante un auditorio semi vacío y rodeado de policías judiciales, en tanto que miembros de la PFP, disfrazados de trabajadores de Auxilio UNAM, pululan por el campus y las autoridades siguen instalando por doquier cámaras "espías" (Milenio Diario, 23 de marzo).

4. El error principal de las autoridades universitarias en las últimas semanas ha sido el de enfrentar la inconformidad al interior de la UNAM anteponiendo los intereses del grupo gobernante a los derechos de la comunidad universitaria, y actuando en consecuencia con la lógica oficial y no en términos civilizados, de ahí su fracaso. El régimen mexicano, como se sabe, buscó reciclarse en los años de la tecnocracia: a) abriéndole espacios de gobierno primero al PAN y luego al PRD, y b) incorporando a estos dos partidos "de oposición" a la toma de decisiones por la vía de negociaciones privadas efectuadas a espaldas de la sociedad, y éste es el esquema que primero Barnés y luego De la Fuente han seguido obedeciendo a Bucareli, creyendo equivocadamente que el aval del PRD a sus políticas les daría el control de la universidad.

5. La recomposición de fuerzas al interior de la UNAM con el nombramiento de académicos perredistas en altas posiciones, lejos de darle a rectoría consenso alguno no ha hecho más que fortalecer su autoritarismo y desprestigiar al PRD, evidenciando que la influencia de este partido en el ámbito académico y estudiantil es tan limitada como desmedido el apetito de poder de sus cuadros y su falta de ética ante lo que acontece.

6. El grupo gobernante, a fin de mantener su control sobre la universidad y de imponer sus políticas, ha violado de manera sistemática el marco jurídico nacional que establece que la UNAM es una institución pública y gratuita, y ha trasgredido en consecuencia los derechos de los universitarios a trabajar en una comunidad autónoma y al servicio de la nación, en la que ellos tomen las decisiones fundamentales y no el gobierno. No ha tenido más recursos que los de la fuerza situándose en abierta violación a una legalidad que no ha dejado de invocar, y ante esta situación los universitarios no tienen más recursos que los de la movilización y la resistencia civil.

7. El régimen mexicano guarda a finales de siglo los mismos rasgos que lo caracterizaron en las últimas décadas: el titular del Ejecutivo continúa siendo impune y no tiene freno ni contrapeso alguno en los otros dos Poderes, en tanto que siguen sin estar garantizados los derechos políticos, sociales y económicos de los individuos y de las comunidades. El narco ha invadido todas las instancias del poder, no hay libertades municipales ni sindicales, ni existe un régimen de libertad en los medios de comunicación, y el PRI sigue actuando como un organismo de Estado coartando las libertades electorales de los mexicanos. Y lo que es peor: ante la violación sistemática que el gobierno hace de los derechos individuales y sociales no existe un Poder Judicial autónomo ante el cual recurrir para demandar justicia y respeto a la legalidad.

8. Es por ello necesario preguntarse si no son más urgentes que nunca las acciones legítimas de resistencia civil de la sociedad, como aquellas a las que están acudiendo lo mismo los campesinos indígenas de Chiapas que los estudiantes de la UNAM.

9. Los partidos políticos demostraron en los últimos años su incapacidad para impulsar un cambio de régimen en México y de espaldas a la ciudadanía ahora están inmersos en una contienda electoral en la que no está en juego el poder del Estado y en la que lo más que pueden esperar es obtener pequeñas parcelas de interés para sus dirigentes, por lo que resulta evidente que ahora es el turno de la sociedad: de los individuos y de las comunidades.

10. El único cambio posible en México es el que va a venir desde abajo, de lo más profundo de la sociedad, siguiendo el ejemplo de Chiapas y de la UNAM. *