VIERNES 24 DE MARZO DE 2000

Los bancos extranjeros: Ƒbeneficiarios finales del rescate bancario?

 

* Orlando Delgado *

El anuncio de la fusión entre el banco Bilbao Vizcaya- Argentaria (BBV) y Bancomer, dado a conocer en el marco de la pasada Convención Bancaria, ilustra el derrotero final de la privatización bancaria en la que, a poco más de ocho años, sólo permanecen con sus dueños originales 2 de los 18 bancos regresados a manos privadas.

De las 9 instituciones de crédito vendidas en 1991, la primera fue el Multibanco Mercantil de México, comprado por Probursa, y también fue la primera en ser propiedad mayoritaria de un banco extranjero, precisamente el BBV; los siguientes vendidos fueron Banpaís, Cremi, Confía, de Oriente, BCH, después Unión, y Bancrecer, todos ellos intervenidos por la Comisión Bancaria y vendidos al propio BBV (Cremi) o al Citibank (Confía); las otras dos ventas fueron Banamex, que permanece hasta ahora bajo el control de los compradores originales, y Bancomer, en el que ya existía una participación de 16 por ciento del capital del Bank of Montreal.

Las otras 9 ventas fueron realizadas en 1992, empezando por Serfín, que está en subasta y será probablemente adquirido por un banco extranjero; luego Multibanco Comermex, después Inverlat, con control mayoritario del Bank of Nova Scotia; Somex, hoy Santander; Atlántico, en proceso de fusión con Bital; Promex, en el mismo proceso, pero con Bancomer; Banoro, comprado por Bancrecer y en venta. Las otras 3 ventas fueron el Mercantil del Norte, comprado por Roberto González, quien permanece como accionista mayoritario, incrementando su penetración al comprar el Banco del Centro; finalmente, Bital, en manos del mismo grupo, pero con participación del Banco Central Hispanoamericano (actualmente fusionado con Santander) y del Banco Comercial Portugués, equivalente a 16 por ciento del capital.

Así las cosas, sólo permanecen bajo el control total de accionistas mexicanos Banamex y Banorte: el grupo Prime, que compró Bital, ha logrado mantener el control mayoritario. Los otros bancos privatizados han servido para reducir los tiempos de penetración de los bancos extranjeros en el mercado mexicano, particularmente de los dos grandes bancos españoles, Santander y el BBV, pero también creció Citibank y se estableció el Nova Scotia. Gracias a esto, los bancos extranjeros controlan cerca de 20 por ciento de los activos totales de la banca, lo que se incrementará a 40 por ciento con la compra de Bancomer, a 54 por ciento con Serfín y 57 por ciento con Bancrecer.

El crecimiento de la participación de los bancos extranjeros ha ido de la mano de la crisis bancaria: en los años de la euforia crediticia (1992-94), sólo se permitió que el capital extranjero participase minoritariamente en las instituciones de crédito recién privatizadas y que se crearan filiales; esto formó parte del capítulo financiero del TLC, en el que se estableció que los bancos extranjeros individualmente no podrían tener más de 1.5 por ciento del mercado y 8 por ciento en conjunto al inicio del período, para llegar a 15 por ciento al final, lo que ocurriría en el año 2004, cuando se ampliaría la posibilidad de participación extranjera. En plena crisis (1995-97), se modificó la legislación para que los capitales extranjeros pudieran participar mayoritariamente en los bancos mexicanos cuya penetración en el mercado fuera hasta de 4 por ciento y en conjunto la participación extranjera sólo podría alcanzar 25 por ciento del total de los activos totales del sistema, lo que significaba exceptuar a los tres grandes (Banamex, Bancomer y Serfín). En la recuperación del nuevo negocio bancario (1998), junto con las reformas que convirtieron los pasivos del Fobaproa en deuda pública, se aceptó una nueva modificación legal para permitir que los bancos extranjeros pudiesen comprar 100 por ciento del capital de cualquier institución de crédito mexicana y elimina las limitaciones a la participación en el mercado, de modo que es posible que los bancos extranjeros controlen 100 por ciento.

Las razones de estas sucesivas modificaciones se transparentan al revisar la estrategia de liberalización financiera instrumentada, cotejada con su rotundo fracaso. Los tiempos no se respetaron, ya que las autoridades consideraron indispensable la incorporación de administradores experimentados, con conocimiento del negocio bancario y capacidad probada en la medición del riesgo crediticio, para evitar una nueva crisis. Claramente se asoció ese problema a una gestión inadecuada del riesgo y, por supuesto, a la presencia de competidores deshonestos.

Para lograr esto, se invirtieron cuantiosos recursos. No olvidemos que el "rescate" implicó destinar cerca de un billón de pesos, de los que sólo 53.8 miles de millones corresponden a Banamex, Banorte y Bital; el resto está sirviendo para que los bancos extranjeros, particularmente los españoles, les enseñen a los banqueros mexicanos a administrar la banca. Hablar, en consecuencia, de la reconquista de México no resulta exagerado. *