JUEVES 23 DE MARZO DE 2000
* Triunfará por amplio margen, señalan expertos
No habrá sorpresas y ganará Putin, coinciden analistas
* Seguro ya de su victoria, se niega a hacer proselitismo político
* La guerra de Rusia con Chechenia, lo que catapultó su figura
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 22 de marzo * De cara a los comicios presidenciales que se celebrarán el próximo domingo, la mayoría de los expertos locales coinciden en que no habrá sorpresas y Vladimir Putin, el presidente interino y heredero oficial de Boris Yeltsin, ganará por amplio margen.
Todos los encuestólogos rusos anticipan el triunfo de Putin con más de 50 por ciento del voto --de 53 a 58 por ciento, varían las estimaciones-- y casi nadie cree que hará falta una segunda vuelta.
Igor Bunin, director del prestigiado Centro de Tecnologías Políticas, lo explica así: "Para que sea necesaria una segunda vuelta tienen que confluir varios factores: Guennadi Ziuganov (el líder comunista) tiene que obtener no menos de 30 por ciento, Grigori Yavlinski (el candidato de la oposición liberal) no menos de 10 por ciento, Vladimir Zhirinovski (el dirigente ultranacionalista) no menos de 5 por ciento y, además, el voto negativo, contra todos, debe ser de no menos de 7 por ciento. Dicha confluencia es muy poco probable y se espera una participación del orden de 60 por ciento".
Es tan evidente la victoria de Putin que hasta sus propios rivales políticos lo admiten como algo irremediable. En lo que resulta un exceso, algunos de los contendientes parecen más preocupados por ser los primeros en anunciar que exhortarán a sus seguidores a votar por Putin, en una hipotética segunda vuelta.
La manifestación de lealtades no pedidas es casi un rito que ofician los candidatos sean de derecha o de izquierda, salvo contadas excepciones, y lo hacen sin pedir nada a cambio, nunca como parte de posibles alianzas o compromisos electorales.
El caso de Aman Tuleiev, miembro de la dirigencia del Partido Comunista Ruso y gobernador de la región de Kemerovo, es muy ilustrativo.
Distanciado en lo personal de Ziuganov, más por disputas de liderazgo que por cuestiones de fondo, Tuleiev llegó a afirmar que "de requerirse una segunda vuelta electoral, estoy convencido de que Putin es el más indicado y el mejor preparado para conducir los destinos del país y, si mis electores tuvieran que escoger entre él y Ziuganov, mi viejo amigo y compañero, creo que estarán de acuerdo conmigo en que hay que votar por Putin".
En el otro extremo del espectro político sucede lo mismo: la Unión de Fuerzas de Derecha está al borde de la escisión debido a que la mayoría de sus dirigentes se pronunció por apoyar a Putin, a pesar de que Konstantin Titov, gobernador de Samara y uno de los fundadores de ese partido, fue postulado como candidato.
La contienda electoral,
teatro de un solo actor
No es extraño que la contienda electoral se asemeje cada vez más a teatro de un solo actor. El protagonista único, desde la prepotencia de su superioridad, declinó participar en debates con cualquiera de sus adversarios y rechazó hacer uso del tiempo gratuito que la ley le concede para propaganda electoral.
"Ya demasiado tenemos con los anuncios de detergentes o refrescos", dijo el absoluto favorito, declaración que por supuesto aumentó su popularidad.
A falta de un rival que pueda disputarle la presidencia de Rusia, Putin no ha realizado una campaña tradicional, ni la necesita. Le sobra con aplicar lo que aquí se denomina el recurso administrativo: la abrumadora ventaja política que representa despachar en el Kremlin.
Por eso, Vladimir Putin se ha dedicado a recorrer el país, como presidente interino y supuestamente no como candidato, haciendo lo que se supone le correspondería hacer como jefe de Estado, pero sin olvidar dirigir a cada auditorio las palabras que éste quiere escuchar.
Mención aparte merece el ofrecimiento de Putin de efectuar un retiro parcial de las tropas en Chechenia y de empezar conversaciones sobre el futuro de la rebelde e independentista república.
Al margen de que esos planteamientos se hicieron como parte de un grandioso y bien montado show --su arribo a Grozny, la capital chechena, fue en un cazabombardero SU-27--, no son dos mentiras, pero sí son verdades a medias.
Putin dijo que permanecerían en Chechenia unos 4 mil paracaidistas, cuando el contingente militar ruso llega en total a casi a los 100 mil hombres, por lo que en realidad el ofrecimiento más que generoso es muy exiguo.
No precisó el heredero político de Boris Yeltsin cuántos soldados de otras ramas del ejército --no sólo paracaidistas-- y efectivos de las tropas del Ministerio del Interior serán retirados de territorio checheno, aunque hasta ahora sólo se ha replegado un batallón de paracaidistas.
Igualmente, afirmó estar dispuesto a comenzar pláticas sobre el futuro de Chechenia, sin mencionar con quién ni cuándo, aunque reiteró que no habrá negociación alguna mientras los rebeldes islamistas no depongan las armas, y que no habrá amnistía para los jefes militares chechenos, a quienes califica de "bandidos".
Las razones del éxito
El éxito político de Putin se basa en la eficacia de una campaña de medios que, sin recurrir al spot ocurrente, ha sabido inculcar que él y sólo él encarna conceptos como estabilidad, orden, unidad de la patria, integridad del país y reconversión de Rusia en potencia mundial.
Además, el gobernante posee las cualidades personales que muchos compatriotas quieren ver en su presidente --firmeza de mando, juventud y, sobre todo, salud--, que contrastan con el triste espectáculo que Yeltsin, enfermo y errático, brindó en su última etapa en el Kremlin.
Pero la construcción mediática del fenómeno Putin no hubiera sido posible sin el catalizador de ánimos sociales que ha sido durante todos estos meses la guerra en Chechenia y sin una ligera recuperación de la economía, basada en la subida de los precios internacionales del petróleo.
En realidad, Putin no ha formulado hasta ahora un programa de gobierno para hacer realidad sus promesas electorales a través de sus muchas giras como gobernante por este inmenso país.
Guerman Gref, cuyas funciones son similares a las de un coordinador general de asesores de Putin y es el responsable de articular el programa gubernamental, junto con Aleksandr Voloshin, jefe de la Oficina de la Presidencia, dijo el pasado martes que éste será presentado dentro de seis semanas, esto es, un mes y medio después de los comicios del domingo.
De tal modo, es inconcebible pero absolutamente cierto: los ciudadanos rusos que votarán por Vladimir Putin en cuatro días más lo harán a ciegas.