MIERCOLES 22 DE MARZO DE 2000
Ť Aprobó la CEM texto sobre la realidad nacional
Deficiencias en el respeto al voto libre y secreto, alerta la Iglesia
Ť Los cambios no cumplidos han contribuido al hastío, advierte
José Antonio Román /I Ť Aunque se han registrado avances cualitativos en materia electoral, donde la alternancia en el poder se presenta ya como una "posibilidad real", todavía persisten "deficiencias graves" en el reconocimiento efectivo del derecho político al voto libre y secreto. Incluso, no está excluida del escenario nacional una "regresión autoritaria" aun por vía comicial, afirma la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
En el documento Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos, donde analiza la realidad política, económica, social, cultural y religiosa del país, la jerarquía católica sostiene que en ciertos ambientes se realizan "prácticas intimidatorias y coercitivas" que disminuyen gravemente la libertad en el ejercicio del voto.
Más aún, agrega, en algunos lugares se reconoce que existe el "voto del miedo" cuando la ignorancia y la pobreza de nuestro pueblo son aprovechadas de un modo deshonesto para promover formas diversas de fraude electoral. "Por eso, es preciso afirmar que la participación directa o indirecta en el fraude electoral es un pecado grave que vulnera los derechos humanos y ofende a Dios".
Considera que los cambios sociales y políticos, "tantas veces anunciados, pero no cumplidos", han colaborado en la generación de cansancio, desconfianza y hastío en los ciudadanos. Además de que las propuestas políticas hechas en los medios electrónicos, que sólo se basan en imágenes y frases con predominio del impacto visual y auditivo, pero carentes de contenidos que inviten a la reflexión crítica, crean un vacío informativo emparentado con el engaño y la falsedad.
Para varios especialistas en el tema religioso, el texto episcopal, que será presentado de manera oficial el próximo viernes en una celebración religiosa en la Basílica de Guadalupe, constituye el documento social más completo desde que el 18 de octubre de 1973 la jerarquía católica del país emitió el documento El compromiso cristiano ante las opciones sociales y la política.
La elaboración de este nuevo texto requirió poco menos de un año, siete borradores y una asamblea extraordinaria del Episcopado, además de que debieron sortearse múltiples diferencias de opinión entre los obispos.
El documento, con más de 420 numerales y casi dos centenares de páginas, consta de tres grandes apartados. El último de ellos, que es presentado en esta primera entrega informativa, se refiere fundamentalmente a los desafíos que en estos momentos enfrenta la nación, sobre todo en materia de democracia, desarrollo integral y justicia social, de creciente desigualdad y pobreza, de la aplicación del estado de derecho, de educación y cultura y, en general, del proyecto de país que se desea.
Como si los obispos quisieran adelantarse a posibles críticas en su contra por sus opiniones expresadas en el documento, esta última parte se inicia con la siguiente premisa: "Sólo por ignorancia o por prejuicio puede sostenerse que la fe en Jesucristo deba quedar excluida de una auténtica incidencia en la vida social e institucional de nuestra nación".
Advierten que en esta época de cambios, uno "particularmente significativo" es el que experimentan los procesos democráticos en México. Por esta razón, más que de "crisis" o "cambio", hoy se habla de "transición democrática". Un signo de que este proceso es vigente en nuestro país es la "incipiente alternancia" en algunos órdenes de gobierno.
La jerarquía eclesiástica insiste en que la transición del país no se limita a los aspectos meramente electorales, sino a la reformulación de todo el sistema político que requiere de un discernimiento activo que limite con precisión qué cosas deben mantenerse y por cuánto tiempo, y cuáles deben modificarse.
Común, hablar de corrupción
Aborda también el tema de la cultura de la legalidad y de la justicia. Los obispos señalan que en algunos ambientes, el incumplimiento de la ley se ha extendido a tal grado que es común hablar de corrupción, experimentar hechos de violencia y lamentar la impunidad. Y aunque se hacen esfuerzos importantes por detener esta situación, los resultados son claramente insuficientes.
De manera especial, subrayan la laicidad que debe mantener el Estado, con el consecuente respeto a la libertad religiosa de las personas y de las iglesias. Incluso, señalan que es "obligación" del mismo gobierno proveer los mecanismos necesarios y justos para que aquellos padres de familia que deseen para sus hijos educación religiosa la puedan obtener tanto en las escuelas públicas como en las privadas.
Insisten en el respeto que el régimen debe tener a las diferentes iglesias y asociaciones religiosas, que implica un "reconocimiento igualitario" de todas en cuanto a instituciones. No obstante, aclara que es "legítimo" precisar que no todas poseen la misma representatividad, y por lo tanto, que no colaboran de la misma manera y grado en el bien común.
Este tercer apartado del documento se centra, fundamentalmente, en la problemática política, económica, social y cultural del país. Asimismo, plantea varias tesis centrales, entre las cuales se señala que el Estado debe ser servidor de la nación; que el desarrollo del país debe ser integral y hacer una distribución equitativa de la riqueza; y que el respeto pleno de los derechos humanos es un paso esencial para lograr la plena democracia.
De manera específica, los obispos expresansu preocupación porque el pueblo tenga una cultura de la legalidad y la justicia. Incluso, dicen que los pastores deben estar al servicio de este cambio de actitud y de la "reconciliación social" que debe llevarse a cabo en el país.
Insisten en la necesidad de fortalecer la cultura del respeto a los derechos humanos, y aseguran que éstos no tienen que demostrarse, porque son válidos siempre, en todo lugar y en todo momento.
El documento citado fue aprobado por la 68 asamblea extraordinaria de la CEM el pasado primero de marzo, pero aclaró que deberían hacerse alrededor de 300 cambios, esencialmente de matices, acentos y puntuaciones. Estas recomendaciones fueron recogidas en su totalidad, y el pasado lunes, en una reunión del Consejo Permanente, se dio el visto bueno al texto final que, según los obispos, marcará a la Iglesia católica en los próximos años.