Espejo en Estados Unidos
México, D.F. miércoles 22 de marzo de 2000
Búsquedas en La Jornada

Primera Plana
Contraportada
Editorial
Opinión
Correo Ilustrado
Política
Economía
Cultura
Espectáculos
Sociedad y Justicia
Estados
Capital
Mundo
Deportes
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada de Oriente
Correo electrónico
Editorial

JUAN PABLO II: CRUZADA DIPLOMATICA

SOL La gira por Jordania, Israel y los territorios palestinos iniciada ayer por el papa Juan Pablo II constituye el recorrido más conflictivo del casi centenar de periplos que ha emprendido a lo largo de los 21 años de su papado. Aunque el propio Karol Wojtyla dijo en Roma, antes de partir a Tierra Santa, que la visita tenía una inspiración "exclusivamente religiosa", son inocultables los intereses políticos y geopolíticos que se conjugan en el viaje, empezando por los del propio Vaticano.

No hay religión organizada que no busque mantener o recuperar el control sobre sus sitios históricos y sus reliquias, y la católica no es la excepción. Entre las Cruzadas medievales y el avión que transportó a Juan Pablo II a Medio Oriente se extiende la continuidad de los esfuerzos vaticanos ųciertamente, con medios y actitudes muy diferentesų por colocar bajo su influencia los escenarios del Evangelio, en los cuales la presencia cristiana ųy no se diga la católicaų no ha dejado de mermar: Belén, cuna de Jesucristo, tenía hace medio siglo un claro predominio de cristianos ų80 por ciento de la poblaciónų, quienes hoy conforman sólo un tercio de los habitantes.

Los esfuerzos de Wojtyla por fortalecer a los cristianos que quedan en Israel y en los territorios gobernados por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) tendrían que tener como eje la reivindicación de un estatuto internacional para Jerusalén, ciudad en la que judíos, islámicos y cristianos reconocen su máxima capital espiritual. Tal reivindicación, que choca frontalmente con la declaración unilateral de Israel, que proclamó a la urbe como su "capital eterna e indivisible", difícilmente podría ser pronunciada de manera inequívoca por el pontífice, quien a fin de cuentas representa a una institución que apenas la semana antepasada abjuró de manera oficial de su antisemitismo, y que no ha reconocido su responsabilidad por omisión en la matanza de judíos perpetrada en toda Europa por los nazis.

Por añadidura, el periplo de Juan Pablo II ocurre en el contexto de un proceso de paz accidentado y complejo en el que los protagonistas ųel gobierno de Israel, la derecha judía, las diversas tendencias políticas y religiosas del lado palestino, la propia ANPų buscarán capitalizar la visita en función de sus propios intereses. En suma, el escenario regional puede convertirse en un avispero, y el viaje de Wojtyla a Tierra Santa puede resultar el menos afortunado de cuantos ha emprendido.


La Jornada, Coordinación de Sistemas Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570 Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54