MARTES 21 DE MARZO DE 2000

Ť Tomó posesión Raúl Vera, anoche; sexto obispo de esta diócesis


Homilía y teología de la liberación, presentes en Saltillo

Jaime Avilés, enviado, Saltillo, Coah., 20 de marzo Ť Con una homilía inspirada en la teología de la liberación, que abogó por impulsar "una Iglesia con los pies bien planteados en la historia de México", Raúl Vera López tomó posesión esta noche como sexto obispo de Saltillo.

Acompañado por mujeres, ancianos y niños indígenas de los cuatro grupos lingüísticos que habitan en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Vera López trajo a estas desoladas tierras un mensaje que más de una vez reiteró la intención de construir vínculos permanentes entre Saltillo y Chiapas.

vera-ruiz-chiapas-jpg En una solemne ceremonia que se prolongó más de tres horas, a la que asistieron 22 obispos de distintas regiones, y que fue presidida por el arzobispo de Monterrey, Adolfo Suárez Rivera, el nuevo pastor de la diócesis territorialmente más extensa de Latinoamérica sacudió la parsimonia de los saltillenses al poner el acento en las graves desigualdades sociales del país.

Durante el ofertorio, un niño indígena tomó la palabra para obsequiarle una muñeca "de los niños que no tienen juguetes en Chiapas, porque sus papás viven en la pobreza total". En ese mismo episodio del rito, dos mujeres indígenas hablaron en tzeltal y en tzotzil, respectivamente, para pedir a la crema y nata de las fuerzas vivas locales "que cuiden mucho a don Raúl y lo ayuden a lograr que dé frutos la semilla que hoy ha sido sembrada".

Cómo sustituir a Pancho Villa

Monseñor Vera llegó a Coahuila el sábado por la tarde, procedente de Monterrey, besó la tierra del municipio de Ramos Arizpe, donde fue recibido por el gobernador Enrique Martínez y el obispo saliente, Francisco Villalobos, y advirtió, siempre de espléndido humor: "No vengo a echar pleito, sino a fortalecer mi compromiso para evitar que los pobres sufran".

Acompañado de don Samuel Ruiz y de 40 indígenas chiapanecos, Vera bromeó con el nombre de su antecesor en su nuevo cargo. " Me da mucho gusto saludar a don Francisco (Villalobos), a quien me han contado que le dicen don Paco, pero también Pancho e incluso Pancho Villa".

Al darle la bienvenida, Villalobos, que permaneció 29 años al frente de la diócesis de Saltillo, dijo: "En la selva Lacandona, en el desierto y en las zonas áridas somos los mismos y espero que no estemos separados; no somos vecinos distantes porque nos une a todos una misma fe".

Después de cumplir diversas visitas a escenarios religiosos importantes en el camino a esta ciudad, el nuevo obispo participó en una ceremonia litúrgica en la que ofició junto con don Samuel Ruiz. Este expresó su tristeza, "al venir acá a dejar a mi compañero y hermano, con el cual entrañablemente vibramos al mismo tiempo con las mismas preocupaciones pastorales".

La procesión

La misa de toma de posesión comenzó a las cinco de la tarde con una procesión de todos los sacerdotes y diáconos de Saltillo, seguidos de los 22 obispos atestiguantes, entre los cuales figuraban los de Tuxtla, Tapachula, Tepic, Matamoros, Tampico, Ciudad Victoria y otros. El público en general, que en realidad eran invitados y amigos del nuevo obispo, había llegado a la catedral desde las tres de la tarde. Sin embargo, las sillas dispuestas en el atrio para los curiosos permanecieron casi vacías.

Bajo el canto litúrgico Pueblo de Reyes, los oficiantes se instalaron en el presbiterio del altar mayor, donde ya estaba la nueva cátedra, silla desde la que Vera López regirá esta diócesis bajo el lema "En el nombre del Señor", y que sustituirá a la que utilizaba Villalobos con la divisa "enviado a la villa del Señor".

De acuerdo con los cánones, el arzobispo de Monterrey procedió a leer la bula papal, expedida por Juan Pablo II el 30 de diciembre en Roma, y que otorga el nombramiento a Raúl Vera por considerar que está "dotado de egrecias cualidades que lo hacen idóneo" para gobernar. De inmediato todos los obispos firmaron el acta como testigos de honor, al igual que la copia que será enviada al protonotario apostólico del Vaticano, Marcelo Rosetti, quien se encargará de archivarla para los efectos de la ley. A continuación monseñor Suárez Rivera pronunció un soporífero discurso que venció los cansados párpados de don Samuel Ruiz y de otros prelados contiguos. Entonces en punto de las 5:55 de la tarde, monseñor Vera sentó sus reales en la nueva cátedra y recibió un báculo de madera de la selva Lacandona tallado expresamente por artesanos indígenas de Chiapas.

Una hora después, al presentar su homilía, ya en el curso de la misa, porque hasta antes todo había protocolo, Vera sacudió las adormecidas conciencias de los saltillenses que suelen vivir en el limbo de esta especie de nuevo Texas, y con un discurso bien envuelto en sutiles versículos de la Biblia, habló de la vergüenza que significan los niños de Saltillo expuestos a la prostitución infantil -aquí empezaron las tosesitas de los prudentes-, y luego condenó la violencia que la sociedad ejerce contra los excluidos por la injusticia y que son víctimas, dijo, "de los que profesan el culto al consumismo".

En otras palabras, con una sonrisa encantadora y un aura carismática que le cayó bien a todo mundo, don Raúl llegó con la espada desenvainada, ratificando su opción preferencial con los pobres y demostrando que las intrigas vaticanas que lo sacaron de Chiapas no han surtido efecto punitivo en él. Al contrario, con un humor desbordante acudió por la noche a una cena a la que concurrieron el gobernador, las buenas conciencias y un sinfín de personalidades anónimas de Los Altos de Chiapas, y cuando el maestro de ceremonias le pidió que bendijera los alimentos, se aventó la puntada de tomar el micrófono, y decir "primer misterio gozoso", con lo que atemorizó a los comensales haciéndoles creer que iba a rezar el rosario.