LUNES 20 DE MARZO DE 2000

* El cantautor cubano, en un día de gloria en el Salón 21


El filin de Milanés, en una noche de bohemia y brisa caribeña

* Dos horas de lo nuevo y lo cada vez mejor del compositor de Yolanda y Yo no te pido

milanes-concierto-1-jpg Arturo Cruz Bárcenas * Pablo Milanés en un día de gloria, en una noche en la que ofreció dos horas de filin, insuficientes para el hambre del público de sentir la brisa del Caribe, de pisar tierra firme, en un repleto Salón 21, donde los asistentes, que lo han seguido desde 1962 y lo escucharon por primera vez por Radio Educación, oyeron "cosas maravillosas, entre amigos", dijo al subir al escenario el cantautor cubano, el pasado sábado.

Fue un día de gloria porque Pablo revalidó, más allá de consignas políticas o de algún eslogan fácil, que tiene un repertorio poderoso en la experiencia interior, capaz de que bajo la luna se dé la bohemia.

Así, entre amigos, comenzaron las notas del tema que da título a su penúltimo disco, Vengo naciendo, donde en una parte de la letra busca redimir algo de lo hecho en el pasado: "no tengo que tener nuevos fracasos", cantó con suave melodía.

El concierto prometía ser diferente, porque el Salón 21 es un sitio para bailar y beber algo a gusto. No iba a ser el típico recital donde la gente apenas se mueve de sus asientos. Aquí, el respetable iba de un lado a otro. Varias damas instaladas en el piso de arriba, en el tapanco, bajaron y se situaron para ver y oír lo más cerca posible. Cantaron y bailaron. Hubo libertad para hacerlo.

Milanés interpretó una pieza para Talián, una de sus hijas mellizas: Una canción de cuna para una niña grande, donde plasma el paraíso que la vida da. Siguió Días de gloria, tema y título de su último cd. La letra refiere los fantasmas que acompañan a la madurez, y los días de gloria "que se fueron con todo lo que un día fui". Aquí no se cumple la sentencia de Joaquín Sabina de que no hay peor nostalgia que añorar lo que no se ha sido. Milanés hace una introspección en lo que va quedando y en el valor de aceptar lo que se ha sido.

La soledad, homenaje a Mercedes Sosa, en la que la palabra mocedad se escuchará por primera vez en el concierto. En el umbral léxico de Pablo mocedad es un punto de encuentro, de refugio, una idea fija que trae a la memoria de la concurrencia la Nueva Trova Cubana, los centros nocturnos isleños, el romanticismo mancomunado con el jazz, el cuarteto Los Bucaneros, fundado en 1962 por el autor de Para vivir, esperada inutilmente por todos. Del poeta nacional cubano, universal, José Martí, Milanés cantó su musicalización de De qué callada manera. milanes-concierto-jpg

Desde sus asientos, ex ceceacheros, universitarios, contadores, mujeres de edad varia, todas interesantes, aplauden, cierran los ojos ante cada interpretación; piden las que quizá les hacen rememorar edades no lejanas, vivencias, algún secreto situado en el cofre particular, para que nadie más lo sepa. Mírame bien fue la última de una serie de melodías suaves.

Amo esta isla, soy del Caribe hizo que el salón se convirtiera en su sino artístico: un lugar de baile. Fue la fuerza guapachosa de Milanés, el son cubano jazzeado, al frente la destreza de Germán Velazco, en el saxo; de Osmaric en la batería; de El Gato, en el bajo.

El tiempo pasa logró la comunión final, la empatía totalitaria. Llegó Yolanda, una de las más solicitadas. El breve espacio rompió todo lo esperado. El amor de mi vida fue el acabose y llevó a cientos frente al escenario, ondeando el cuerpo, brincando, con gritos, más que coreando.

No llega, no llegará, Para vivir. Pablo elige para cerrar Yo no te pido, una de sus clásicas. Son casi las 12:30 del ya dominguito alegre y Pablo se va con las manos en alto. Una noche de gloria más.

Los cubanísimos de Son 14 alimentaron el fuego hasta las 2:30 horas. Las mujeres se dieron al noble arte de lustrar el piso, de mostrar que son mujeres, además de damas --Joaquín Sabina dixit.

No hubo Para vivir, pero sí para beber.