DOMINGO 19 DE MARZO DE 2000

* Advierte sobre la doble amenaza, interna y externa, que enfrenta Pemex


Petróleo, Ejército y educación, pilares de la soberanía: Cárdenas

* El desmantelamiento de la paraestatal aseguraría que el país fuera otra víctima de la globalización

Juan Antonio Zúñiga y Andrea Becerril * A la par de la defensa del petróleo, "la independencia y la autonomía profesional y operativa de nuestras fuerzas armadas" son garantía de la soberanía nacional, amenazada ahora por el sometimiento de los últimos tres gobiernos a intereses del exterior, señaló Cuauhtémoc Cárdenas frente a más de 10 mil simpatizantes de la Alianza por México, congregados en el Monumento a la Revolución para conmemorar el 62 aniversario de la expropiación petrolera.

Resaltó que la defensa del petróleo, como patrimonio de la nación, está estrechamente asociada al ejercicio de responsabilidades del Ejército Mexicano, y recordó: "fueron generales de este Ejército los que encabezaron la gesta de la expropiación petrolera", y no se puede, por ello, seguir atropellando los principios constitucionales al utilizarlo en funciones que no le corresponden.

"El Ejército Mexicano no es policía ųprecisóų, no debe tener las funciones de guardia nacional ni ser llevado a subordinar sus recursos, su formación profesional y su capacidad técnica de combate a la dependencia de ningún ejército extranjero", resaltó.

Interrumpido en 11 ocasiones por manifestaciones de apoyo a sus planteamientos, Cuauhtémoc Cárdenas advirtió que no será posible consolidar los avances económicos y un ejercicio libre de la soberanía, "si no mejoran las condiciones de vida de la población y no se restablece la paz en el territorio nacional ųcumpliendo los acuerdos de San Andrésų y poniendo en libertad incondicional a todos los presos por actividades políticas".

šLibertad, libertad, libertad!, corearon al unísono más de 10 mil gargantas de mujeres y hombres congregados en el Monumento a la Revolución. Se refirió a la importancia del voto en los actuales momentos nacionales. "En la confrontación que sostenemos con el régimen y su oposición dócil está en juego no sólo el futuro de la industria petrolera, sino el del país, y si ese futuro lo determinaremos los mexicanos, o si serán decisiones de otros las que lo definan". Resumió: se decidirá en las próximas elecciones "si la soberanía se ejerce desde Palacio Nacional o allende nuestras fronteras".

En el presídium, pero a una distancia de 10 metros, la líder nacional del PRD, Amalia García; el candidato al Gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador; Rosario Robles, jefa de Gobierno de la ciudad; los gobernadores aliados Ricardo Monreal, Leonel Cota y Alfonso Sánchez; integrantes de su equipo de campaña y algunos legisladores seguían atentos el posicionamiento del candidato presidencial.

La multitud respondía con consignas a cada tema abordado por Cárdenas. Pero el ya clásico grito de šduro, duro duro! se escuchó cuando aludió, sin decir nombres, a la oferta de campaña de su contendiente priísta, Francisco Labastida Ochoa.

"No es posible abordar la problemática educativa con propuestas demagógicas y frívolas sobre computación e inglés en las escuelas, cuando de lo que se trata es de construir más aulas modernamente equipadas, remunerar mucho mejor a los maestros y ofrecerles condiciones de trabajo y recursos para su actualización profesional permanente", dijo.

Los gritos de "šSe ve, se siente, Cuauhtémoc presidente!", retumbaron en la bóveda del viejo Monumento a la Revolución cuando el candidato presidencial de la Alianza por México llamó a la movilización. "La empresa no es fácil, pero tampoco lo era la nacionalización p cardenas-prd-petroleo-jpg etrolera en un mundo aun más turbulento y oscuro que el presente".

Agregó: "La tarea requiere la defensa sin concesiones de nuestro patrimonio y la conjunción entre un gobierno honrado y austero, que no haga promesas vanas ni propuestas sin fundamento, y una sociedad abierta, alerta y movilizada en pos del interés y el futuro de la nación".

La manifestación llegó a la apoteosis cuando Cárdenas elevó su voz para convocarlos a la contienda electoral del 2 de julio, que definirá el presente y futuro del país. Exclamó: "šQue se oiga recio: šEl petróleo es nuestro! šNuestro porvenir es nuestro! šNo los entreguemos a los sometidos, a los corruptos e incapaces, a los que sólo han sido y quieren seguir siendo mozos de estribo de consorcio extranjeros!".

Patricia Huijara y Damián Alcázar, protaginistas centrales de la película La Ley de Herodes, quienes fungieron como maestros de ceremonias, cerraron acto con una aclaración. "Algunos están haciendo la señal del broder, otros hacen la V de la victoria, pero con la mano derecha. Sin embargo, la V de la victoria es con la izquierda, es nuestra y nadie nos la va a quitar".

En ese momento, Cárdenas, sus acompañantes y más de 10 mil brazos izquierdos en alto se observaron en una gigantesca pantalla colocada en el arco oriental del Monumento a la Revolución.

 

A continuación, texto íntegro del discurso de Cuauhtémoc Cárdenas:

Nos encontramos reunidos para conmemorar el 62 aniversario de la expropiación petrolera, la gesta del pueblo mexicano, encabezada por Lázaro Cárdenas, en la que el 18 de marzo de 1938 reafirmó su decisión de ser independiente y libre, mediante el ejercicio irrestricto de su soberanía.

En aquellos días, México vivió uno de los grandes momentos de su historia en el siglo XX. El petróleo se hizo nuestro, y los trabajadores y técnicos mostraron a todos que la industria en manos mexicanas podía explorar, producir, exportar, competir, mantenerse en la vanguardia tecnológica y convertirse en un soporte del desarrollo independiente de la nación y de la elevación paulatina de los niveles de vida de sus habitantes.

Lázaro Cárdenas y su gobierno mostraron, además, que se podía ejercitar, defender y hacer respetar la soberanía del país y, al mismo tiempo, mantener buenas relaciones con los países vecinos y cumplir escrupulosamente todos los compromisos contraídos con la expropiación. La industria petrolera nacionalizada se convirtió, desde 1938, en elemento central de la identidad nacional y en el factor de mayor resistencia a las políticas desnacionalizadoras y entreguistas. Y hoy, 62 años después, al inicio del nuevo siglo, este patrimonio histórico, que aquella generación visionaria nos legó, está en grave peligro. La amenaza es doble: del exterior y del interior.

Desde el exterior, porque intereses financieros, extremadamente poderosos, quieren controlar nuestro petróleo, como ya lo están haciendo con la banca y con otros sectores estratégicos de la economía; y porque intereses geopolíticos, igualmente poderosos, quieren convertir las reservas petroleras mexicanas, que deberían seguir siendo garantía de nuestra independencia y de nuestro desarrollo futuro, en reserva estratégica de una nación extranjera.

Desde dentro, porque quienes nos gobiernan se han sometido en cuerpo y alma a esos intereses financieros y geopolíticos, sea porque son incapaces o no están educados para imaginar otro camino y confiar en México; sea porque están convencidos de que la subordinación de nuestra economía a los imperativos de la globalización financiera y de la integración dependiente dentro de la economía de Estados Unidos son el único porvenir viable para nuestro país, y en esa perspectiva, única para ellos, tratan de acomodar y acrecentar sus intereses personales y de grupo, así como los de sus amigos y clientes políticos.

Como dijimos hace más de un año en el Foro de Davos: "la globalización es un dato de la realidad contemporánea, no una ideología pasajera ni una novedad de fin de siglo. Es el nombre que recibe el estado actual del proceso multisecular de mundialización de los intercambios humanos, comerciales, económicos, culturales, migratorios. En estos años, esos intercambios, impulsados y sostenidos por las tecnologías de la información y la comunicación, han adquirido una intensidad, una densidad, una extensión y una velocidad antes desconocida".

Por eso, nuestro problema, como nación y como gobernantes, no es estar a favor o en contra de ese proceso de la realidad. Es decidir responsablemente, conforme a los intereses de la nación, cómo nos autodeterminamos en la globalización, del mismo modo como lo hacen los gobiernos de los grandes países desarrollados, cuyos Estados no aceptan someterse ciegamente a los dictados de esos intereses que se han dado en llamar "los mercados". No los ignoran, pero no subordinan la soberanía nacional a esos controles. Sus políticas aspiran a promover la inserción soberana de sus naciones en el proceso de mundialización, apoyándose en las ventajas y posibilidades que cada una de ellas posee.

Entre nuestras grandes ventajas en la globalización, entre los pilares de nuestra soberanía, nuestra independencia económica y nuestro desarrollo tecnológico, han estado y están Petróleos Mexicanos, la propiedad nacional de los recursos energéticos y el control nacional de la explotación de nuestro petróleo.

Pero en nombre de las exigencias de los mercados, ahora se pretende avanzar en una política desnacionalizadora del petróleo y de la electricidad, que entregaría el control de esos recursos a intereses extraños a los nuestros. Esa política no ha podido vencer la resistencia en la sociedad y en el Congreso de la Unión, pero ha avanzado en el debilitamiento progresivo de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad, tratando de crear una situación irreversible, en la que no quedará otra salida que la privatización. El desmantelamiento de Pemex aseguraría que México fuera una víctima más de la globalización, en lugar de insertarse en sus oportunidades y ventajas.

Son los prolegómenos de un proceso legislativo y de reforma constitucional que los candidatos presidenciales del PRI y del PAN están decididos a apoyar en el próximo Congreso, para acelerar las privatizaciones de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad. Por razones de conveniencia electoral, ambos han eludido cualquier pronunciamiento terminante sobre este tema.

Sin embargo, podemos claramente observar que el gobierno, durante las últimas tres administraciones, ha desarrollado una política de desmantelamiento de la industria petrolera y orientado el aprovechamiento del recurso, prioritariamente, a la exportación de crudo. Hemos visto así cómo se ha dejado de invertir en la expansión y modernización de plantas y en el mantenimiento de las instalaciones, lo que ha provocado su creciente obsolescencia, la disminución de las capacidades de producción y el incremento en el número y gravedad de accidentes, y cómo un régimen fiscal, que grava ingresos y no utilidades, y un sistema de precios altos, sin la racionalidad que debieran tener para los intercambios de productos que se realizan entre las distintas áreas de una industria integrada, como es Pemex, descapitaliza al organismo y lo lleva a ofrecer en el mercado interno y del exterior precios que lo sacan de la competencia.

ƑCuáles son las razones de fondo, las motivaciones para haber establecido esta política?

La única respuesta a la que encontramos lógica es la decisión de sacar a Petróleos Mexicanos de la competencia en los mercados internacionales, y dejar los mercados nacionales, si bien muy disminuidos, también a las producciones del exterior, haciendo a nuestro petróleo materia prima de los productos que importamos.

Ninguna política, como ésta del PRI, podía ser más contraria al interés nacional, a la necesidad de crear empleos y de expandir la industria, de desarrollar y fortalecer nuestras economías regionales.

Por su parte, la oposición domesticada, en la voz de su candidato presidencial, con las contradicciones y ambigüedades que lo caracterizan, plantea la privatización de Petróleos Mexicanos para invertir lo que se obtenga de su venta en infraestructura y desarrollo; propone, al mismo tiempo, transferir el organismo "a la sociedad y al mercado", así como utilizar los

recursos del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) para que catorce millones de trabajadores ahorradores se conviertan en los dueños de la nueva industria de Pemex. Dice, además, que el petróleo deja de ser estratégico, pues ya circulan automóviles que operan con alcohol de caña y con energía eléctrica.

Tomar ese camino equivaldría a dejar sin cabeza la conducción de la política petrolera y de la energética en general, pues aquella es sin duda la componente básica de ésta; sería aceptar, al no tomar en cuenta el interés público en el diseño de una política de industrialización del petróleo, que se siguiera el desarrollo de la actividad petrolera sólo con base en la exportación de crudo; tendría como resultados, al considerar que el petróleo ha perdido su valor estratégico, una explotación más acelerada de nuestras reservas y su más pronto agotamiento. Esta sería la política de la ignorancia y la irresponsabilidad, del cortoplacismo, del peor aprovechamiento, con los más escasos beneficios sociales y económicos de nuestro crudo.

Petróleos Mexicanos es, sin duda, uno de los grandes instrumentos con los que contamos para insertarnos con ventaja en los procesos de mundialización, y para preservar y elevar sustancialmente, en el turbulento mundo de nuestros días, los niveles de vida de la población, el desarrollo del país y la capacidad de decisión de nuestros gobiernos. Es preciso revertir el actual proceso de desmantelamiento, dirigido a crear las condiciones para su privatización, incluso disfrazada, y valorizar, en la situación de hoy, su función capital en la economía y en la soberanía de nuestro país.

El petróleo es y seguirá siendo uno de los principales productos estratégicos en el mundo presente y futuro. El desarrollo de la petroquímica se proyecta al infinito. Como se demostró en los tiempos de Lázaro Cárdenas, la ubicación geopolítica de México no marca nuestra subordinación como destino ineluctable. Antes bien, puede ser una posición estratégica que nos permita negociar ventajosamente nuestras relaciones e intercambios con gobiernos y economías más poderosos, protegiendo nuestra soberanía, nuestras condiciones de producción, nuestros niveles de vida y nuestra capacidad de decisión, dentro de los necesarios tratados y acuerdos comerciales. La realidad del mundo no son sólo los circuitos financieros y los mercados, sino, ante todo, los países, sus gentes, sus gobiernos y sus decisiones responsables, honradas y leales a los intereses de sus electores.

Por eso, en este mundo de hoy, el patriotismo y la honradez de los gobernantes constituyen también, para un país, una ventaja estratégica indispensable e inapreciable, del mismo modo que el entreguismo, la corrupción endémica, la subordinación al patrimonialismo de los políticos y la penetración en las redes de la administración y la justicia por los intereses del narcotráfico hacen a cualquier Estado vulnerable, sumiso e incapaz de defender los intereses y la vida de sus ciudadanos frente a las presiones y las penetraciones provenientes de los circuitos financieros y de otros Estados poderosos y consolidados.

En la confrontación que sostenemos con el régimen y su oposición dócil está en juego no sólo el futuro de la industria petrolera, sino el futuro del país, y si ese futuro lo decidiremos los mexicanos, o si serán determinaciones de otros las que lo definan, es decir, está en juego quien ejerce la soberanía de la nación, si se ejecuta desde el Palacio Nacional o allende nuestras fronteras, que ha sido la esencia de las luchas emancipadoras de nuestro país desde 1810 hasta hoy, pasando por la derrota del Imperio, en 1867, por la promulgación de la Constitución de 1917 y por la expropiación decretada el 18 de marzo de 1938.

El rumbo que ha venido tomando el país en esta época del salinato, de 1982 para acá, no se ha decidido de acuerdo con el sentir ni con la expresión democrática de la mayoría de los mexicanos, sino con base en el sometimiento de nuestros gobernantes a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, surgidas de los llamados consensos de Washington, y a los intereses políticos y económicos de los grupos financieros que hoy detentan el poder en las grandes potencias mundiales. De ahí las privatizaciones en favor de los amigos y socios, de ahí las reformas a la legislación para proteger a los delincuentes de cuello blanco, de ahí las reformas al 27 constitucional y el abandono del campo, de ahí los tratados de libre comercio suscritos con precipitación política y con desprotección para los productores nacionales, de ahí, también, el desmantelamiento de nuestra industria estratégica y las privatizaciones anunciadas de la electricidad y la petroquímica.

Pero, Ƒpor qué se constituye hoy en día la política petrolera en el centro del debate de quien ejerce y ejercerá la soberanía nacional?

Porque a los ojos y en el sentir profundo de los mexicanos, la industria petrolera nacionalizada constituye la resistencia a la desnacionalización, a la enajenación del patrimonio que nos hace fuertes frente a los embates del exterior, a la pérdida de nuestros valores e identidades, y porque se tiene también la convicción de que de retomarse el camino iniciado en marzo de 1938, iríamos con seguridad a la superación de la crisis que nos agobia desde hace dos décadas y a un destino de progreso y bienestar.

Y también, porque hay la certeza de que la industria petrolera puede volver a ser la actividad conductora de un crecimiento económico acelerado y sostenido.

Nuestros recursos energéticos, bien administrados y tecnológicamente actualizados, son garantía para ejercitar sin trabas nuestra soberanía como nación y una de las grandes palancas de nuestro futuro inmediato. No se puede abordar el problema con ocultaciones, ambigüedades, improvisaciones o frivolidad. Quien aspire a gobernar México está obligado a pronunciarse al respecto con seriedad, conocimiento y claridad, para que la nación sepa por quién vota y por qué vota en este tema decisivo.

En los círculos del neoliberalismo se dice que soberanía es un concepto obsoleto. Que en e cardenas-petroleo-saludo-jpg sta época de grandes asociaciones multinacionales, de convenios de integración económica y política, han desaparecido las soberanías nacionales. Una falacia más de los detentadores del poder en las grandes potencias. La formación de grandes bloques de países y la globalización acelerada no han implicado para los países de mayor desarrollo la renuncia al ejercicio de sus soberanías. Libremente han decidido asociarse, libremente ha decidido, cada uno, sumar sus esfuerzos y construir nuevos espacios económicos y políticos y nuevas instancias de decisión. Libremente han decidido qué transferir al ámbito multinacional y qué reservar para las decisiones internas.

Así queremos desarrollarnos nosotros, decidiendo los términos de nuestras asociaciones y determinando también el rumbo de nuestro desarrollo económico, de nuestra convivencia y organización social, de nuestra edificación política. Queremos desarrollarnos según convenga al país, según convenga a los mexicanos, de acuerdo con decisiones que tomemos democráticamente.

Sin embargo, no basta la defensa de Petróleos Mexicanos y de nuestros recursos energéticos para asegurar el ejercicio libre de nuestra soberanía, el crecimiento de la economía y la elevación de las condiciones de vida de mexicanas y mexicanos. Son igualmente indispensables otras garantías activas de nuestra recuperación, que eviten la recurrencia de las crisis financieras, detengan la caída de los ingresos reales de la mayoría de la población y permitan la estabilización de los avances en la vida democrática. Estos avances, hasta hoy limitados, no pueden consolidarse si no mejoran las condiciones de vida de la población y no se restablece la paz en el territorio nacional, cumpliendo con los acuerdos de San Andrés y poniendo en libertad incondicional a todos los presos por actividades políticas.

Entre esas garantías están el crecimiento del empleo y la recuperación paulatina del salario por encima de los niveles de la inflación. Está también, entre las garantías de nuestro porvenir, la capacitación profesional de los trabajadores y técnicos de las empresas públicas y privadas; la protección de la salud, del descanso y de la jubilación de quienes en ellas trabajan. Para que nuestra inserción exportadora sea duradera y reditúe al país, no sólo a las cúpulas financieras nacionales y extranjeras, es necesario que la derrama en salarios, en condiciones humanas de trabajo, en seguridad social y en avance tecnológico que las empresas exportadoras dejen, se consolide como un nuevo piso de crecimiento y de proyección internacional de nuestro país. Para que esto suceda, para que el trabajo mexicano sea respetado y no sea utilizado para deprimir las condiciones de trabajo y de vida de sectores laborales de otros países (lo cual se revierte después sobre nosotros con nuevas presiones a la baja sobre nuestros trabajadores), para que el campo mexicano y sus productos sean protegidos del dumping de los productos agrícolas de esos países, es que queremos hacer una revisión equitativa, abierta y democrática de las condiciones del TLC de América del Norte y del más reciente TLC suscrito con la Unión Europea. En una negociación transparente entre iguales, tal vez pierdan algunas ventajas las altas cúpulas financieras, pero las poblaciones de todos nuestros países saldrán ganando.

Otra garantía indispensable de nuestro futuro como nación en el mundo globalizado es, por supuesto, la educación y el conocimiento. No es posible abordar esta cuestión central con propuestas demagógicas y frívolas sobre computación e inglés en las escuelas, cuando de lo que se trata es de construir más escuelas modernamente equipadas; remunerar mucho mejor a los maestros y ofrecerles condiciones de trabajo y recursos para su actualización profesional permanente; asegurar las condiciones materiales y sociales para el cumplimiento del mandato constitucional de la educación obligatoria para todos hasta la secundaria; garantizar la gratuidad de la enseñanza pública, desde el jardín de niños hasta la universidad; aumentar los recursos de las universidades públicas; divulgar por todos los medios la cultura y el conocimiento; destinar ingentes recursos públicos y privados para la investigación científica, desarrollando en los empresarios, a través de exenciones fiscales y otros estímulos, una cultura de financiamiento generoso de la investigación, como sucede en los países desarrollados.

La ubicación geográfica de nuestro país, en el territorio de América del Norte y en un cruce de caminos entre dos océanos, grandes rutas comerciales y antiguas y modernas culturas y civilizaciones, es también un patrimonio invalorable. Debemos atender y proteger tanto nuestra frontera norte y los derechos de los mexicanos que trabajan en el exterior, como nuestros recursos naturales aún no explotados, nuestros bosques, nuestros mares y territorios de un inmenso porvenir, como el Istmo de Tehuantepec, codiciado desde el siglo XIX, y hoy más que nunca, por intereses extranjeros y nacionales asociados a ellos.

Es preciso impedir que la industria internacional del narcotráfico utilice cada vez más nuestra geografía para sus propósitos. Necesitamos combatirla, ante todo, como lo exigen, entre otros, acontecimientos muy recientes, con una depuración a fondo de la Procuraduría General de la República, en primer lugar, y de las policías y cuerpos de seguridad federales. El narco ha penetrado profundamente y se ha ramificado en ganglios vitales del aparato del Estado, y sólo una acción radical de depuración, que los gobiernos recientes no han tenido voluntad de emprender, podrá permitirnos contener y hacer retroceder a estas fuerzas de destrucción del tejido social, de las instituciones y de la soberanía nacional. La recuperación de la seguridad para la población depende no sólo de una acción policial eficiente y profesional y de una mejora social que quite piso a la delincuencia, sino también de un combate profesional a la criminalidad organizada, uno de cuyos focos es esta industria internacional de la droga.

La defensa de nuestro petróleo como patrimonio de la nación está estrechamente asociada, en la historia y en la vida, al ejercicio de las responsabilidades del Ejército Mexicano. Fueron generales de este Ejército los que encabezaron la gesta de la expropiación. El Ejército es instrumento y garante de la seguridad de nuestras fronteras y de la soberanía de la nación. No pueden seguirse atropellando los principios constitucionales al utilizarlo en funciones de combate al narcotráfico, para las cuales son necesarios cuerpos policiacos especiales. Tampoco puede ser obligado a cumplir tareas de seguridad interior o de represión a movimientos sociales. El Ejército Mexicano no es policía, no puede tener las funciones de una guardia nacional ni ser llevado a subordinar sus recursos, su formación profesional y su capacidad técnica de combate a la dependencia de ningún ejército extranjero. Tanto como la defensa de nuestros recursos energéticos, la independencia y la autonomía profesional y operativa de nuestras fuerzas armadas constituyen otra garantía de nuestra soberanía nacional.

La expansión de la democracia, el respeto a los derechos políticos y sociales conquistados por los mexicanos a lo largo de todo el siglo XX, la movilización y la participación de los ciudadanos en la vida pública, desde el municipio hasta la Federación, la equidad de género y la participación activa de las mujeres como uno de los requisitos de esa vida democrática, la ampliación de las posibilidades de estudio, trabajo, libertad y disfrute para todos los jóvenes en este país de jóvenes que es México; la creación de condiciones económicas y culturales que aseguren una infancia protegida y equilibrada a las nuevas generaciones de niños y niñas, no son sueños o utopías, sino condiciones de existencia cuya conquista es posible emprender en el mundo de hoy y alcanzar en un cercano futuro nacional.

La empresa no es fácil, pero tampoco lo era la nacionalización petrolera en un mundo aún más turbulento y oscuro que el presente. La tarea requiere la defensa sin concesiones de nuestro patrimonio y la conjunción entre un gobierno honrado, austero, que no haga promesas vanas ni propuestas sin fundamento, y una sociedad abierta, alerta y movilizada en pos del interés y el futuro de la nación.

Con esta conjunción de fuerzas, de esperanzas y de certezas, la Alianza por México vencerá el próximo 2 de julio y convocará a todos a trabajar unidos por el presente y el futuro del país. Mexicanas y mexicanos, compañeras y compañeros:

Que se oiga recio: šel petróleo es nuestro! šMéxico es nuestro! šNuestro porvenir es nuestro! šNo los entreguemos a los sometidos, a los corruptos e incapaces, a los que sólo han sido y quieren seguir siendo mozos de estribo de grandes consorcios extranjeros!

El 2 de julio, nuestro voto decide. El 2 de julio, seremos mayoría. šQue el voto por la Alianza por México sea el voto más útil y masivo; que nuestro voto asegure el futuro independiente de la nación! šPor México, a la victoria!