Alberto Aziz Nassif
El voto útil
El escritor Mario Vargas Llosa resumió una de las tesis que flotan en el ambiente político mexicano de estas semanas: "la democratización de México nunca será una realidad mientras el PRI siga en el poder a través del fraude o ganando en las elecciones" (Proceso, 1219). En cualquier democracia una de las reglas básicas es la derrota de los partidos políticos y su posibilidad de recuperación en la siguiente elección. El domingo pasado España fue una muestra de esta regla, el Partido Popular logró la victoria y los socialistas volvieron a perder, y nadie argumentó factores ajenos al voto para tener este resultado. Nuestro país no ha tenido una experiencia de alternancia. El PRI nunca ha perdido la Presidencia, o si la perdió en 1988, no hubo forma de probarlo. Esta situación tiene un peso simbólico importante. Quizá, hoy por primera vez en la historia del país la ciudadanía está frente a la posibilidad de optar por una alternancia real.
En estos días de campaña, una vez que las encuestas de opinión muestran un empate técnico entre PRI y PAN (pero con el primero a la baja y el segundo al alza), una de las preguntas que está cobrando fuerza en la imaginación política de muchas personas es: Ƒcómo puede ser el país con un gobierno de oposición? Para responder, parece ser que se están formando al menos tres lógicas electorales de cara al próximo 2 de julio: una es la de más de lo mismo, es un voto por la continuidad para que el PRI siga en el poder y Labastida gane la Presidencia; las otras dos son por un cambio, por una alternancia, pero una está ubicada en el espectro ideológico de centroizquierda, reivindica las luchas sociales, el nacionalismo y el combate en contra de la desigualdad; la otra está en el centroderecha, enfatiza el desarrollo económico, el buen gobierno y una suerte de pragmatismo político. Pero, como sucede a veces en las democracias contemporáneas, sobre estas tres lógicas que se pueden ubicar en el llamado voto duro o de compromiso ideológico, se está desplegando otra lógica, la del voto útil.
En el pasado, durante años, el voto útil tuvo una consonancia con el voto por el PRI; se trataba del partido que ganaba casi todas las elecciones por las buenas o por las malas. La utilidad de ese voto se daba de varias formas, desde el voto seguro que va por el triunfo, hasta el voto que se intercambia por favores y crea clientelas. Pero ahora empieza a crecer un voto útil por la alternancia, el cual se apoya en las mediciones de opinión, las famosas encuestas que cada día nos dan imágenes sobre la intención del voto. A pesar de que en México no tenemos todavía estudios y series de largo plazo que midan de forma consistente la lógica electoral, en estos días se puede detectar que hemos cambiado de escenario: después de que el año pasado fracasó la alianza opositora y el PRI hizo una elección interna abierta con relativo éxito, la conclusión era que tendríamos seis años más con ese partido en el poder; hoy, cuando faltan 108 días para las elecciones, las perspectivas son diferentes, la campaña de Vicente Fox está creciendo, con todos sus aciertos y sus errores, ya alcanzó a su rival Francisco Labastida y en las próximas semanas puede superarlo. En ambos escenarios el otro candidato importante, Cuauhtémoc Cárdenas, se ha mantenido en un distante tercer lugar, y hasta el momento parece que no repunta de forma significativa en ninguna de las encuestas.
Frente a esta realidad hay opiniones divididas, los que creen que el PRI a pesar de su enorme desgaste, de su candidato poco atractivo, tiene el aparato partidista que es todavía suficientemente poderoso para ganar; otros en cambio, consideran que a pesar del aparato del PRI, Fox sí puede ganar si logra consolidar la subida de estos días y fortalecer una inercia ganadora. Si la elección se encarrila por completo dentro de este proceso, se tratará de un referéndum: entre más de lo mismo con el PRI o un cambio. Otra opinión es la de que quienes prefieren no castigar sus principios y deciden votar de forma independiente a las posibilidades de triunfo de su candidato.
Hoy el país simplemente se enfrenta a la situación que ya han experimentado los Estados en los que ha habido alternancia. Si en las democracias los partidos políticos ganan o pierden elecciones, Ƒpor qué aquí no?