LUNES 13 DE MARZO DE 2000
* El tricolor convocó a retrasar ventas de frijol
Recomendaciones priístas, una causa de la crisis de agricultores
* Fracasó además un esquema alternativo de comercialización
Angélica Enciso, enviada /II y última, Tepic, Nay. * Tras la desaparición de Conasupo, los productores de frijol impulsaron el año pasado esquemas de comercialización basados en el almacenamiento de cosechas y la creación de empresas orientadas a su venta, pero fracasaron, ya que los altos costos de operación los dejaron endeudados y, confiados en "promesas políticas", guardaron demasiado tiempo la leguminosa, por lo que terminaron por venderla en 4 pesos, la mitad de lo que demandaban.
Ante ese revés, ahora pretenden irse sobre algo firme y buscan colocar la producción mediante compromisos firmados de antemano con empresas, reconversión del cultivo, venta a intermediarios ųaún con pérdidasų o abandono de la actividad.
En Nayarit, por ejemplo, los agricultores organizados en Sociedades de Producción Rural (SPR) optaron por almacenar la cosecha a partir de abril pasado; para financiar esta actividad recurrieron a créditos de Banrural y Bital. Los dirigentes pagaron a los productores 7 pesos por cada kilo, 5 pesos aportados por la institución y los otros 2 por el gobierno estatal, explica Armando López, gerente de la Unión de Crédito, Ganadera e Industrial de la entidad.
Con 20 mil toneladas en bodegas ųla mitad de la cosecha estatalų, los productores retrasaron la venta, aun cuando les llegaron a ofrecer 7 pesos por kilogramo, debido a que el PRI estatal, e incluso el ex líder nacional de ese partido José Antonio González Fernández, prometieron que la leguminosa se cotizaría en 8.30 pesos después de las elecciones estatales de junio, agrega López.
Sin embargo, el tricolor perdió las elecciones, y las promesas de un precio superior a los 8 pesos nunca se cumplieron. Luego de casi cuatro meses con las cosechas en bodega, detalla, sólo lograron colocar en el mercado 6 mil toneladas y las vendieron cuando la cotización era baja: entre 4 y 5 pesos.
Aún tienen guardadas 14 mil toneladas de la cosecha pasada; las pérdidas llegaron a 223 millones de pesos, y el gobierno estatal absorbió la deuda con Banrural, mientras Bital aún está en espera de que se liquiden los adeudos.
"Nada es seguro"
Ahora, indica, el mejor precio que han logrado para la actual cosecha del frijol negro de mejor calidad, que llegará a 40 mil toneladas, es de 5.80 pesos, lo cual fue acordado con la empresa Cirac, pero precisa que aún no se ha firmado el contrato y no se tiene la carta de crédito en el banco, por lo que "nada es seguro".
También con el gobierno estatal hay un acuerdo para el almacenamiento de la leguminosa, y en este esquema se plantea pagar el frijol en 5.50 pesos el kilo, cantidad que, si bien no cubre los costos de producción, sí es superior a los 3 o 4 pesos que pagan los coyotes.
Los costos de producción por hectárea son de 4 mil 500 pesos, y los rendimientos promedio van de 400 a 800 kilogramos, por lo que el pago que se les ofrece en este momento no les genera ganancias. Los agricultores consideran que lo "ideal" sería 7 o 7.50 pesos, vendiendo el frijol en el lugar de origen, ya que es alta la inversión en transporte para enviarlo a las zonas consumidoras y eso, consideran, debe ser pagado por el comprador.
Es constante la presencia de agricultores en las bodegas rurales de Conasupo, las cuales fueron transferidas a las siete SPR que aquí se constituyeron hace un año para impulsar la comercialización del producto.
Los productores preguntan la fecha en que se abrirán las bodegas para el acopio, pues el dinero ya urge y no quieren vender a intermediarios.
"Ahorita los coyotes me ofrecen 3 pesos, y no quiero vender, pero ya necesito que abran las bodegas porque tengo deudas", señala Juventino, quien se acerca al gerente para preguntar: "ƑA cómo van a pagar?" Y la respuesta no esperada aparece: "No se sabe, en unos días, y el precio todavía no se define".
Así, los agricultores permanecen pendientes de la operación de las bodegas, pues ya terminaron la cosecha, tienen el frijol listo en sus patios y no pueden esperar más tiempo. "ƑQué tal si nos pasa lo mismo del año pasado, y nos volvemos a quedar con los costales?", agrega Juventino.
Consecuencias de la
desaparición de Conasupo
Antes de 1995 los precios de garantía y Conasupo fueron determinantes para alentar el cultivo de frijol sin que los productores debieran preocuparse por la comercialización, ya que la paraestatal adquiría más de 33 por ciento de la producción nacional, lo cual definía el precio, explica Nicolás Romero, de la Universidad Autónoma de Chapingo, quien elaboró el Programa de Rentabilidad del Frijol y Esquemas de Comercialización.
Con la apertura comercial, la desaparición de los precios de garantía y de Conasupo, los agricultores entraron a un esquema de competencia en el que los comercializadores privados son los que definen el mercado. Los coyotes pagan a los agricultores entre 2 y 3 pesos por kilo de frijol, el cual venden después en las centrales de abasto al doble, y el precio final que el consumidor paga oscila entre 11 y 13 pesos.
Los productores, sin experiencia y sin una estrategia clara de comercialización, quedaron a merced del intermediarismo que se desarrolla en los cinco estados productores --Zacatecas, Nayarit, Durango, Chihuahua y Sinaloa.
Ante ello, detalla el investigador, los agricultores optaron por la pignoración ųalmacenamientoų, para vender en épocas del año en que el precio fuera más alto.
Ninguna de esas acciones tuvo resultados positivos y los productores se enfrentaron a las dificultades para vender, derivadas, entre otras causas de la alta competitividad de Estados Unidos, detalla Romero.
En Chihuahua, otro importante estado productor de frijol, 20 mil familias que dependen de esta actividad produjeron el año pasado 83 mil toneladas, y mientras en 1995 el kilo se cotizó en 5.40 pesos, terminaron por vender a 2.80 pesos.
Sembrar una hectárea cuesta 2 mil 500 pesos, con rendimientos promedio de 450 kilogramos, "apenas salimos tablas; vivimos de la ayuda de Procampo y del crédito a la palabra, ya ni siquiera estamos en una economía de subsistencia", advierte Mario Vázquez, de la directiva del Frente Democrático Campesino.
En Sinaloa, en el ciclo 1998/1999 se incrementó la superficie destinada a esta actividad, ya que de 70 mil hectáreas que se cultivaban antes de ese año, se pasó a 200 mil, lo cual influyó en la sobreproducción, y los costos por hectárea ascienden a 4 mil pesos, explica por su parte Benjamín Valenzuela, presidente de Sectores Productivos de Acción.
Un problema que aquí se dio, agrega, es que se presentó una concentración de variedades de frijoles claros, y una pequeña superficie se destinó a semillas negras, que son los de mayor demanda. Se produjeron, abunda, 300 mil toneladas, cuando el promedio histórico era 110 mil, y las 15 mil familias que viven de esta actividad enfrentaron serios problemas, ya que si en 1998 se les pagaron 7 pesos por kilogramo, el año pasado fueron tan sólo 3 pesos.
Y aunque se procuró, mediante distintos mecanismos, lograr la comercialización, "el mercado se desordenó y el frijol no salió", recuerda.
"En diciembre nos dijeron que se formaba un fideicomiso para la comercialización en el que participaría el gobierno estatal, Banrural y las organizaciones de productores. Así se absorbió la cartera vencida, el capital y la moratoria de 14 organizaciones. Lo que en este momento discutimos con el gobierno es el pago de los costos que éstas han efectuado en el almacenamiento de cien mil toneladas".
Para solucionar el problema, abunda, se ha decidido reducir la superficie frijolera para volver a las 70 mil hectáreas y, de acuerdo con sus estimaciones, aún hay 70 mil toneladas del año pasado, a las que se suman las de la actual cosecha, que son unas 105 mil.
Ante tal situación, los gobiernos de los cinco estados determinaron crear el Consejo Interestatal de Productores de Frijol, que en la práctica no ha funcionado, y, de acuerdo con Nicolás Romero, sería una solución para la compra y venta de la leguminosa.
Este consejo debería promover alianzas entre agricultores; orientar la producción según la oferta y la demanda; apoyar la conformación de fondos para la comercialización; organizar la mesa de concertación y negociación entre intermediarios, importadores y exportadores; trabajar en un mercado de físicos, y participar en la definición de tratados comerciales para vigilar las importaciones y las prácticas comerciales. (Con información de Javier Valdez y Miroslava Breach, corresponsales.)