LUNES 13 DE MARZO DE 2000
Ť Música, magia, danza
Cumplió la ciudad de México 675 años
Jorge Caballero Ť Ayer se celebró el 675 aniversario de la fundación de la ciudad de México con cien magos, música ancestral, de fusión y contemporánea, danzas rituales y teoría sobre el significado de los voladores de Papantla y la gran Tenochtitlan, el ombligo del universo, el centro de todo. La conmemoración de la fundación de nuestra ciudad tuvo lugar en el Zócalo capitalino, Ƒdónde más?; ahí se dieron cita unas 20 mil personas que comulgaron y festejaron con el banquete preparado; Nok Niuk (grupo de danza) bendijo los cinco puntos cardinales de los antiguos mexicanos: norte, sur, oriente, poniente y el centro como lugar sagrado/mágico/místico. Fiesta que empañó Tláloc al hacerse presente por más de una hora.
Los más de 10 grupos mexicanistas, danzantes, músicos, guardianes de la herencia oral mexica, el público y los vendedores ambulantes dejaron claro una cosa: somos presente, recuerdo, historia añeja, pretérito no historiado, pasado cronicado; somos uno; somos humo de copal que se integra al infinito, al sonido del caracol: hooommm; en el Zócalo, somos sagrados todos los mexicas que nacieron, vivieron, viven y vivirán en su seno, pues "la gran Tenochtitlan existirá mientras haya vida en el cosmos".
A las 10:30 comenzó el festejo, cuando, en el escenario que anteayer albergó el concierto A toda mujer, aparecieron cien magos que en cien minutos hicieron sus actos. Le siguió la teoría estética de los voladores de Cuetzala: "Se corta un árbol, previamente seleccionado por el canto de un ave o sonido de sus ramas; bailamos el Son del perdón alrededor de él y entablar la comunicación con el dios Sol; hacemos una ofrenda para que la madre tierra nos perdone por arrancarle a uno sus hijos; tocamos la Danza de los voladores; por último el Son del descenso, para cerrar el círculo".
A las dos de la tarde la explanada del Zócalo ya estaba llena. El dios Tláloc se hizo presente y los técnicos decidieron suspender el espectáculo hasta que la divinidad terminara con su personal participación, que duró más de sesenta minutos. Se reinició el festejo, la gente emergió de todas partes, aunque no en la misma cantidad; salió Eduardo Zamarripa con su grupo Vestigios e interpretó su concierto reforzado con danzas de culto al Sol. Y Jorge Reyes para interpretar su música de fusión: toque nahuaque. Y todavía faltaba el plato fuerte: el concierto de los mil mariachis.