LUNES 13 DE MARZO DE 2000

Ť Urrutia, Aguirre y Olhovich apuestan en sus recientes cintas por otros temas


El cine mexicano, más allá de lo urbano

Mónica Mateos, enviada, Guadalajara, Jal., 12 de marzo Ť Las películas de Oscar Urrutia (DF, 1964), Salvador Aguirre (DF, 1965) y Sergio Olhovich (Indonesia, 1941) que compiten por el premio Mayahuel en la 15 Muestra de Cine Mexicano tienen algo en común, según los realizadores: son una propuesta contra ''la saturación de temas urbanos'' que se ha dado los últimos años. También coinciden en que son producciones de bajo presupuesto.

La riqueza espiritual de los pueblos indígenas, los fracasos inefables de los indocumentados que regresan a sus pueblos de origen y una historia de amor ruso-tabasqueña son los temas de las tres historias que se presentaron en el arranque de este encuentro cinematográfico.

Rito terminal, ópera prima de Urrutia, fue producida por el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) y el Imcine, por medio del Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (Foprocine). La cinta narra el encuentro de un fotógrafo citadino, Mateo (Guillermo Larrea), con una comunidad oaxaqueña, sus creencias en torno de la muerte y los misterios del alma.

Dos tiempos narrativos conviven durante la historia: las anécdotas ''racionales'' de los vivos y las inquietudes contemplativas de los muertos. El cineasta dedicó seis años a la realización de esta película, hablada en mixteco y español, con la que pretende reivindicar las creencias indígenas, como la pérdida de la sombra, que en realidad es la ausencia de la voluntad, y cómo recuperarla medinate ceremonias espirituales.

''ƑPor qué no es válido lo que no entendemos? El no saber responder a esta cuestión hace que en México no exista una equidad entre las diferentes culturas que aquí conviven y que no se respete la autonomía de los pueblos indígenas ni su forma de relacionarse con el mundo. Por eso, mi apuesta al hacer esta cinta es lograr un alcance emocional en el público, porque el rescate de la comunión con el alma debe de venir de dentro", señaló el director, quien considera que los temas místicos son universales.

En este sentido, aclaró el actor Guillermo Larrea, Rito terminal no es una película acerca del folclor mexicano: ''Nos estamos convirtiendo en nihilistas. Ya no creemos en nuestro propio espíritu, sólo en lo material, pero hay creencias -que no supersticiones- y formas de ver la vida que rebasan completamente la concepción del mundo de quienes vivimos en las ciudades y nos hemos alejado de las tradiciones".

El estreno comercial será en mayo, "no estará distribuida por las empresas que juegan en las grandes ligas, pero tampoco hicimos una cinta que fuera rentable sino redituable, es decir, lo importante es recuperar presupuesto para el siguiente proyecto y crear diversidad de temas frente a las comedias, temas urbanos y dramas de pareja''.

Urrutia rechazó la propuesta de ley que autorizaría el doblaje de las películas: "Sería una mutilación de la obra sólo con fines comerciales, en el caso de Rito terminal no lo permitiría porque es parte del contexto de la misma el que los personajes hablen en mixteco y español''.

Historias de caciquismo y amor

De ida y vuelta también es una ópera prima, realizada por Salvador Aguirre, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica. La producción es del Foprocine. Cuenta la historia de Filiberto (Gerardo Taracena), un muchacho de Michoacán que regresa a su pueblo, Zirimicuaro, luego de haber trabajado tres años en Estados Unidos. Sin embargo, encuentra que su madre ha muerto; su novia, Soledad (Tiaré Scanda), se casó con su primo; no tiene una identidad en ese lugar, más que la ambición que lo orilla a traicionar nuevamente sus orígenes.

Esta película costó 5 millones de pesos y aún no tiene distribuidor ni fecha de estreno comercial. "El cine en México está encerrado en temas urbanos, por eso me animé a filmar una historia acerca del campo. Retrata el caciquismo que existe en algunas comunidades de provincia, pero se procuró no caer en lo pintoresco, por eso no hay muchas tomas del pueblo, todo sucede en los interiores de las casas''.

La nueva película de Olhovich, En un claroscuro de la luna, fue coproducida por Televicine y productores rusos. Es una historia de amor que se inicia en Tabasco y concluye en un pueblito de Karelia, Rusia. La complejidad que constituyó la filmación, según explicó el cineasta, se centró en la falta de presupuesto: "nos tardamos tres años en filmar porque llegamos a Rusia en tiempos difíciles, finalmente Televisa y la alcaldía de Moscú nos apoyaron para concluirla".

La cinta trata de un inmigrante ruso que vive en Villahermosa con su esposa y dos hijas: Ana (Arcelia Ramírez) y Nilda (Tiaré Scanda). Ana se enamora de Andrés, un ingeniero ecologista español (Jorge Sanz). Se casan pero él es asesinado en la luna de miel y ella queda en estado de shock durante cuatro años, hasta que conoce a otro galán. Hasta ahí todo iría bien, pero en la historia se mezcla una lucha ecologista contra empresarios petroleros, y hechicerías clandestinas protagonizadas por Blanca Guerra que son prescindibles de la trama.

Acerca de los clichés que se manejan en la película, como el final telenovelero que reivindica que "el amor siempre triunfa", con siluetas frente a una puesta de sol y toda la cosa, Olhovich dijo que "todos vivimos de clichés" y aceptó que de la novela original rusa en la cual se basó la cinta "no queda nada, pero es una película sobre la nostalgia, de amor y humanidad". El estreno será en mayo, distribuida por Televicine.