LUNES 13 DE MARZO DE 2000

Ť Publicará en breve dos novelas que forman parte de un impulso creativo


En La torre de papel, Skármeta recrea por tv imágenes literarias

Ť El autor chileno explora su faceta periodística mediante dos series que trasmite People & Arts

César Güemes Ť De sonrisa permanente, Antonio Skármeta es una de las estrellas de People & Arts, el canal televisivo que difunde sus programas La torre de papel y El show de los libros. El autor de la celebrada novela El cartero de Neruda es en una semana escritor, periodista, viajero y jugador. Asiduo a los hipódromos de las ciudades donde se encuentre, Skármeta reivindica la afición por el azar y la estrategia frente a la pista de carreras. Dos nuevas novelas suyas, a las que ha puesto ya el punto final, estarán en breve en circulación.

skarmeta-antonio-1-jpeg -Ahora que se difunden tus programas de El show de los libros y La torre de papel, descubrimos claramente tu faceta periodística. ƑEs una vocación de madurez?

-Quizá, aunque no considero que sean del todo periodísticas esas emisiones. Creo que son programas fantasiosos a partir de imágenes que me proporciona la literatura. Es decir, casi siempre trato de libros de colegas que presento ante los espectadores a fin de que su curiosidad sea incrementada y probablemente desemboque en un interés mayor en la obra de los escritores. Así que la parte que dedico a entrevistar a los autores podría decirse que está construida más con ánimo lúdico que con información. Bajo ese sistema es posible que emerja alguna característica de la verdad sobre el entrevistado.

-En todo caso sí hay una parte de investigación.

-La hay porque en ambos programas existe un equipo digamos de 20 personas. Pero lo que aparece en la pantalla no es el gesto intelectual de alguien que sabe sino que quiere saber. Es un juego en el que entrevistado y entrevistador estimulan sus fantasías. Un ejemplo de esto es uno de los programas inciales en el cual entrevistamos a cierto escritor chileno. A cuadro digo que leí su novela, tengo curiosidad por conocer a su creador, llego a su casa y éste me recibe diciéndome: "he pecado, escribí una novela". Y a partir de ahí vamos avanzando, yo lo confieso y él se arrepiente, lo perdono y quedamos como amigos. No podría decir del todo que eso es periodismo.

-ƑCuáles son los planes para realizar este trabajo en México?

-Hemos avanzado. La primera emisión se ha realizado ya, sobre la literatura en Tijuana. Me interesé mucho en hacerla porque no había allá ningún escritor que fuera considerado estrella internacional sino solamente glorias regionales. Claro que todos ellos son muy buenos autores. Grabamos horas y horas frente al muro que divide los dos países. Luego hemos hecho otro sobre la sensualidad mexicana y uno más sobre ser joven en México. Esos dos capítulos están listos y serán emitidos en los próximos meses.

La afición por los caballos

-En una visita anterior a México recuerdo que preguntabas por la ubicación del hipódromo. Te pido que hables de la pasión por los caballos.

-Lo que siento por los caballos es una afición y un pasatiempo. Hay quienes van al futbol o son casanovas o van a las discotecas. A mí lo que me entretiene es ir al hipódromo en Santiago de Chile. Acudo los sábados de las siete a las 10 de la noche. Es una afición que heredé de mi abuelo. El era un hombre que trabajaba muchísimo, pero los días domingo se vestía como príncipe, con la mejor ropa inglesa, y me llevaba a las carreras de caballos en el hipódromo de Antofagasta. Yo tenía unos seis años. Era un mundo muy lindo. Ahí comenzó la cercanía que luego se incrementó leyendo a varios autores estadunidenses, cuyos personajes eran jugadores.

-Sin embargo, acudir a un hipódromo implica apostar. Hay dinero de por medio.

-Claro, yo llevo conmigo una cantidad que considero perdida cada vez que acudo. Y me atengo a eso. Es preciso distribuir el dinerito a lo largo de la tarde para que no te falte en la última carrera, que es la del desquite.

-ƑGanas?

-Este mes he pasado por una buena racha. Pero no siempre es así. Mi esposa va conmigo y ella tiene muy buena intuición para elegir al caballo ganador. Ahora, la hípica es una maravilla porque combina muchos elementos. Los caballos no son números en una carrera como sucede en un casino frente a la ruleta. Los caballos son seres con temperamento, cualidades, un cierto peso que sube o baja dependiendo de la época, poseen estado anímico y jinetes con los cuales se entienden bien o mal. Además, se desempeñan mejor en una distancia que en otra, hay unos que reaparecen luego de largos periodos de descanso o entrenamiento. Y por su lado los jinetes pasan a veces tardes esplendorosas, salen inspirados y ganan. Eso es algo que flota en el ambiente y uno percibe. Así que ir al hipódromo implica azar, pero también ciencia, porque objetivamente hay variables que te permiten acercarte al caballo ganador. Después de apostar un tiempo te das cuenta que no se pierde porque el caballo o el jinete se equivocaran, sino porque se te escapó un detalle y los resultados están a la vista.

-Además, es un hecho estético.

-Así es. Resulta hermoso, colorido. Y también está la parte social: yo veo ahí a mis amigos, personas que no puedo frecuentar durante la semana porque todos tienen un trabajo que los absorbe. Son políticos, ministros, ingenieros, abogados y escritores. Juan Villoro, el más querido de mis amigos mexicanos, es el que ha propalado la insidia de que soy aficionado a los hipódromos.

La escritura, actividad prioritaria

-Si haces programas de televisión, viajas, frecuentas amigos, Ƒqué tanto tiempo te queda para escribir?

-Meses enteros. Te explico algo: hace mucho tiempo que no publicaba. Cuando me dediqué a escribir La boda del poeta, me encerré para conseguir otras dos más, que tienen un mismo universo emocional y que guardan semejanzas estilísticas. No le entregué la primera novela de esa serie al editor sino hasta que terminé las tres. No quería dedicarme a nada más que a agotar mi relación con esa vivencia. Así que el tiempo que le doy a la literatura es muchísimo. La mayor parte de mi vida es hacia la escritura.

-ƑEn lapsos determinados?

-Sí, más o menos de diez de la mañana a dos de la tarde es el momento de la literatura creativa. Y el resto del tiempo ya lo puedo dedicar al trabajo de televisión o a mis actividades personales y familiares.

-Estas otras dos novelas que aparecerán, Ƒforman una trilogía con La boda del poeta?

-No estrictamente. Tienen cierta unidad interna que yo entiendo, pero son independientes para el lector. Quien lea un libro no necesita ver el otro. Transcurren en tiempos y en ciudades diferentes.

-ƑTe has olvidado ya de la historia de El cartero de Neruda?

-No, porque una y otra vez la gente vuelve a recordármela. Y como existen las tres vertientes, cine, teatro y novela, me veo confrontado a revivir la historia del cartero con frecuencia.

-Aunque pudo llegar a cansarte luego de su éxito internacional.

-Más que agobiarme, me excitó. Te cuento: antes de que se hiciera la película, ya el libro estaba publicado en 15 idiomas y llevaba una carrera muy buena. Lo que pasó con la película ya fue algo monstruoso, mundial. Eso multiplicó el efecto sobre mi obra y le dio visibilidad a mis libros anteriores. Algo así no me podía agobiar. Por su lado, durante un año la película iba de ciudad en ciudad y a mí me invitaban para ser jurado de festivales de cine. Así que conocí a estrellas de la pantalla que jamás me habría imaginado y que me daban trato de colegas. Un éxito así te pone en un circuito de personas que a lo mejor no había pensado en conocer. Un año entero disfruté de ese placer.

-Eres un hombre que sonríe siempre. ƑCómo haces para ser feliz tantas horas al día?

-Sonrío para mostrarme cordial ante los demás. A pesar de todo, tengo alegría de vivir porque me complace hacer lo que hago y relacionarme con la gente.

-Eres antidepresivo por naturaleza.

-He tenido depresiones y he debido confrontarme con ellas en su momento. He pasado por angustias grandes. No creo que poner cara de duro aumente la seriedad de un escritor. Aunque ya muchas personas me han hecho la observación de que sonrío demasiado. De hoy en adelante voy a poner cara de culo.