DOMINGO 12 DE MARZO DE 2000

Ť La semana política en Estados Unidos

Ť No sólo hay dos candidatos presidenciales; Ralph Nader, en escena

Ť Anunció este mes que intentará ser abanderado del Partido Verde

Ť Busca influir en el debate nacional, más que ocupar la Casa Blanca

Ť Sin hacer campaña, obtuvo en 1996 uno por ciento de los sufragios

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 11 de marzo Ť Al concluir esta semana las elecciones primarias más importantes para definir candidatos presidenciales de los dos principales partidos, todo se centra en los dos sobrevivientes: el demócrata Al Gore y el republicano George Bush. Pero no están solos. Hay varios aspirantes de partidos y agrupaciones menores, casi todos invisibles a nivel nacional, pero el más conocido entre ellos es Ralph Nader.

Mientras los dos partidos principales se dedican ahora a debatir posibles candidatos para vicepresidente en sus fórmulas y preparan sus convenciones nacionales, y lo que era el tercer partido más conocido, el de la Reforma, de Ross Perot, intenta curarse de las heridas tal vez mortales por la guerra interna por la cual ha pasado, Ralph Nader se postuló por el Partido Verde.

Nader está entre las figuras más conocidas a nivel nacional por su fama como campeón de la defensa de los consumidores y líder de una de las agrupaciones más efectivas contra el TLC y las políticas de libre comercio, por sus criticas a la avaricia empresarial de las grandes corporaciones y por lo que considera la corrupción del sistema político estadunidense. Fue nombrado por el diario Los Angeles Times como una de las 50 personas que ha tenido mayor influencia en los negocios en este país.

El abogado de 66 años y educado en Harvard anunció este mes que buscará ser el candidato presidencial del Partido Verde con el propósito de influir el debate nacional más que el de ocupar la Casa Blanca.

Nader tiene una imagen muy alejada de un político profesional, usa trajes mal planchados y prefiere ofrecer largos y detallados discursos sobre la avaricia del gran empresariado y de la corrupción del gobierno que mensajes políticos pulidos diseñados para los medios de comunicación. En 1992 su nombre no estaba en las boletas electorales para presidente, pero decenas de miles de ciudadanos escribieron su nombre como su opción.

En 1996 Nader "permitió que su nombre fuera usado" como candidato de los verdes, pero se negó a invertir fondos o promover una campaña activa. Sin embargo, ese año, sin hacer campaña, Nader obtuvo 684 mil 902 votos a nivel nacional, que equivale a uno por ciento del voto total.

Para esta ronda, Nader ha prometido realizar una campaña nacional activa, recaudar millones de dólares y movilizar a los activistas con una propuesta que promueve la protección del medio ambiente, el fin de los subsidios públicos al sector privado, y por la salud y la justicia social para la mayoría.

"Una crisis de la democracia en nuestro país me convence a realizar esta acción", declaró Nader al anunciar su candidatura. "Es hora de enfrentar a los intereses empresariales ricos y poderosos que dictan la política en este país... Este control del gobierno empresarial sobre nuestro gobierno político está creando una 'brecha democrática' más amplia".

NADER_CANDIDACY_2000 Nader anunció el inicio de su campaña en California, donde el Partido Verde tiene su mayor presencia, con 110 mil miembros a nivel estatal, y se ha convertido en una fuerza política sustancial con miembros electos a la Asamblea Estatal. A nivel nacional, ese instituto político dice tener más de 250 mil afiliados, y ha logrado ganar cientos de puestos de gobierno local.

Aunque nadie espera que Nader pueda llegar a la presidencia, sus promotores dicen que su candidatura llamará la atención pública sobre temas sociales como la pobreza, la reforma del sistema de financiamiento de las campañas electorales, el problema de los sin techo y el desarrollo económico para los marginados, entre otros. También esperan que su campaña brindará un canal de expresión a los sectores que fueron representados en las protestas en Seattle, para los críticos de las políticas de libre comercio, la renegociación del TLC, y otros asuntos que podrían formar parte de un movimiento de base y que, con ello, ejercerán presión sobre los dos principales candidatos acerca de esta temática social.

Pero no todos los progresistas están entusiasmados con esta candidatura. Algunos no creen que este soltero, quien ni tiene televisión, ni un auto, y que parece tener poco interés en cosas fuera de su trabajo sea un candidato que pueda lograr conectarse con un amplio electorado.

Katha Pollitt, columnista política de la revista liberal The Nation, señaló que en el pasado el propio Nader decidió aliarse con el ultraconservador Pat Buchanan en la campaña de oposición al TLC, y también "evitó" mencionar temas como el racismo, la educación pública, la pobreza y otras banderas del movimiento progresista de este país. Aunque reconoció que votó por Nader en 1996, Pollitt concluyó que "si trabajar a favor de la campaña de Nader es la mejor manera de que los progresistas puedan dedicar su tiempo en los próximos ocho meses, es hora de rentar una carroza fúnebre y acostarse en ella".

Pero, para los progresistas, esta temporada electoral no brinda muchas alternativas. El debate entre el ambiguamente definido sector progresista en torno a las elecciones a nivel nacional se reduce, como ha sido el caso en la historia reciente, a la mejor opción entre "dos males": el demócrata contra el republicano. El país que no se cansa de autoelogiarse como el mejor modelo de la democracia en el planeta, por el simple hecho de que hay alternancia en el poder entre dos partidos, estrena el nuevo milenio con más de lo mismo: una opción entre dos millonarios cuyas campañas son financiadas por los intereses más ricos y poderosos del país.

El resultado es que la elección presidencial es definida por un sector minoritario, y a la mayoría sólo se le ofrece la oportunidad de escoger entre dos personas. Todas las otras opciones están descartadas. El estado de la democracia en este país aún no se ha desarrollado lo suficiente como para que un día se presente un candidato como tercera opción, que desde un inicio pueda considerar la posibilidad no sólo de influir en el debate nacional, sino ganar. Para algunos, eso sería un primer paso hacia una democracia más plena y real.