La Jornada domingo 12 de marzo de 2000

Antonio Gershenson
ƑProyectos o promesas?

Hemos presenciado una discusión, en las últimas semanas, sobre si el debate entre candidatos debe ser polémico e incluso insultante, o si se deben comparar y confrontar las propuestas de los candidatos. Creo que no son esos los términos apropiados para esta discusión, y que la respuesta a cómo deben ser las campañas y los debates es un poco más compleja que eso.

Es claro que debe votarse por un candidato y por un partido en términos de la alternativa política que representa, y no por sus dotes de oratoria o porque ha recibido menos insultos que otros. Pero también debemos tomar en cuenta que aquí, y en otros lados, a la gente ya se le han hecho demasiadas promesas. Ya mucha gente se fija más en los hechos que en los dichos. A los que buscan su voto, les ve las manos antes de verles la cara.

Así, nos hemos encontrado con el hecho, aparentemente paradójico, de que ante determinados problemas las respuestas de los candidatos son similares. Y también hemos visto que según el público es el discurso, especialmente en el caso de Fox. El último chistecito de este candidato del PAN a la Presidencia fue el elogio a los banqueros delante de los mismos, para luego atacarlos delante de los industriales.

Otro hecho que le costó puntos a Fox, en este mismo terreno, fue el haber comparado, delante de evangelistas, a la Iglesia católica con el PRI, ante lo cual protestó, claro, la Iglesia católica. Y ya Fox no sabía cómo componerle.

Por otro lado, el debate radiofónico entre los tres principales candidatos a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal que se organizó con un formato basado en que expresamente se plantearan las propuestas sobre dos temas importantes, pero muy particulares, también mostró sus limitaciones. En los hechos, no se podía responder a, o refutar, las afirmaciones de otro candidato. Por ejemplo, nunca hubo modo de responder a la afirmación del candidato del PRI en el sentido de que hay desempleo en el Distrito Federal porque el gobierno de esta entidad, surgido del PRD, había suspendido obras como el Metro y el acuaférico. De haber habido oportunidad, lo menos que se le pudo haber contestado es que el Metro ya fue concluido en su etapa dentro del Distrito Federal y que está en marcha el tramo del estado de México. En cuanto al otro caso, la respuesta pudo ser que primero el PRI y el PAN le recortan drásticamente el presupuesto a este gobierno, y luego todavía quieren que recorte recursos a cosas más urgentes y se lo destine a concluir un costosísimo acuaférico sin agua. Porque, claro, el señor Silva nunca dijo que el agua que se supuso que pasaría por allí iba a ser traída a través de un acueducto, cuya construcción había sido suspendida por el gobierno federal priísta.

Se deben exponer programas de gobierno y alternativas a los problemas. Pero también se debe polemizar y poder refutar los puntos que no son congruentes. Y, sobre todo, señalar hechos. Los tres principales partidos tienen ya experiencia de gobierno en diferentes niveles. Y, por ejemplo, varios gobiernos panistas tomaron medidas del estilo de la prohibición de la minifalda. En cuanto a los hechos de los gobiernos del PRI, llevan ahí 70 años y los hechos de los últimos años son abundantes. Y si se quieren criticar hechos al Gobierno del Distrito Federal, adelante, pero afirmaciones como la mencionada del priísta Silva deben tener su respuesta y la oportunidad de darla en la misma tribuna que él usó.