La Jornada domingo 12 de marzo de 2000

Angeles González Gamio
Jacarandas y magnolias

El azul violáceo de las jacarandas y la belleza lechosa de las magnolias alegran estos días el paseo por la Alameda, donde -sin importar lo que diga el calendario- ya se inició la primavera. No cabe duda que la ciudad de México tiene un clima privilegiado, que ha permitido que se desarrollen felizmente especies de todas las latitudes. Ello lleva a que, como muestra de nuestro espíritu barroco, en los parques y jardines convivan pinos, platanillos, fresnos, magnolias, azucenas, jacarandas, bugambilias, palmeras y el mexicanísimo nopal, que frecuentemente se da un quite con el elegante maguey.

Desafortunadamente, algunos jardines públicos son mancillados por ciudadanos irresponsables, que los convierten en basureros. Ese era el caso de un pequeño parquecito que se encuentra en Arcos de Belén, a unos pasos de la hermosa iglesita virreinal que acoge a la bella imagen barroca de la Virgen de la Merced, de la que se cuenta que un día apareció en la ciudad una mula con un bulto amarrado y un mensaje que decía: "Aquí va la Virgen de la Merced, que viene de Guatemala y tiene que llegar a la ciudad de México. El que la encamine recibirá indulgencias y el que la entorpezca recibirá castigo". Y la mula llegó.

Volviendo al jardín, por las razones que fuere se había convertido en un depósito de basura. Vecinos conscientes levantaron múltiples quejas en la delegación Cuauhtémoc. Ante el problema que escapaba a la vigilancia y las gentiles conminaciones, el delegado Jorge Legorreta optó por šaplicar la ley! El Reglamento de Limpia establece en su artículo 36 que aquel que tire basura en la vía pública será sancionado con 12 horas de arresto o el pago de una multa de 374 pesos. Con el lema de que "bajo aviso no hay engaño", se instaló un letrero con el anuncio del artículo, y se aplicó.

De inmediato el problema concluyó; hay que reconocer que la Virgen de Guadalupe dio una ayudadita, ya que a un lado del letrero se colocó una imagen suya que cotidianamente tiene flores frescas y ha permitido que el sitio recobre su función de jardín público. Esto se ha venido haciendo en otros lugares de la delegación con éxito.

Este asunto de la basura en las calles es de origen añejo en nuestra ciudad; las descripciones de cronistas virreinales y decimonónicos son bastante impresionantes, y se sabe que en más de una ocasión las autoridades municipales recurrieron a una imagen religiosa para sanear espacios que se habían tornado basureros públicos.

En 1840, el ayuntamiento emitió un "Bando sobre limpieza" que contiene normas ejemplares: "Nada se arroja a las calles y en ellas no se limpian y friegan muebles ni se sacuden desde los balcones... Las pulquerías y 50 varas en circunferencia se tienen barridas y limpias continuamente por cuenta de los dueños... Quedan barridas las calles por los vecinos y recogidas las basuras dentro de las casas a las ocho de la mañana de los miércoles y sábados, y se riegan desde el amanecer hasta la misma hora, a más tardar, diariamente..."

Empero, todas esas medidas no fueron suficientes para solucionar el problema de la salubridad en la ciudad de México, y en 1850 hubo una terrible epidemia de cólera que, según datos de la época, "sobre una población de 200 mil almas, correspondieron los fallecimientos a poco más de 49 por ciento de los casos".

La autoridad y la población trataban de aliviar esos males, que en ocasiones atribuían a fenómenos naturales como la aurora boreal o el cometa Halley. Ante la incomprensión del incidente surgían supersticiones y se le achacaban diversos males. Por ejemplo, a la aurora boreal se le adjudicó un castigo divino provocado por las reformas liberales de Gómez Farías.

En lo que se refiere a las epidemias, se recomendaban múltiples remedios, todos igualmente inútiles, pero en los que la gente depositaba su fe: elíxires, lavativas, baños, ventosas, sanguijuelas, palabras mágicas y conjuros.

Bastante hemos progresado, aunque sobreviven muchas supersticiones y día con día surgen nuevas creencias, muchas de ellas basadas en filosofías orientales. Un buen ejemplo de lo primero es el mercado de Sonora, donde multitud de puestos venden amuletos, yerbas, elíxires y toda clase de aditamentos para limpias y brujerías. Del segundo nos hablan los innumerables cursos de feng shui, meditación, tarot, zen, budismo y muchos otros que brindan la esperanza de una vida mejor.

Esta también se obtiene disfrutando una rica comida en el restaurante Los Suspiros, de Venustiano Carranza 31, bellísima casona del siglo XVII, recientemente restaurada. Opciones: comer en el patio acompañado del frescor del agua que brota de una fuente rodeada de flores o en la señorial planta alta, admirando un bello nicho de concha -original-. Recomendables: la sopa de frijol con salmón, los taquitos de requesón y los medallones. (Suspiros.)

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