Carlos Bonfil
ƑQuieres ser John Malkovich?
Quince minutos de celebridad, o al menos de cercanía total a la intimidad de una estrella. Una inmersión total en su vida cotidiana. Estar presente en cada ritual secreto de la persona admirada, en cada acción suya a puerta cerrada, al resguardo de cualquier otra mirada, como testigo privilegiado y egoísta. Ese es sueño de todo fan, desde Eve Harrington (Anne Baxter) en La malvada (All about Eve, Mankiewicz, 1950), hasta la joven caza-autógrafos en Opening Night (Cassavetes, 1977), o su réplica viril adolescente en Todo sobre mi madre (Almodóvar, 1998). El cine independiente norteamericano propone hoy una variante a esta vieja propuesta hollywoodense. Y lo hace con una estupenda fuerza imaginativa. No sólo es posible llegar muy cerca de un actor célebre, en este caso John Malkovich (Las relaciones peligrosas, Retrato de una dama), sino literalmente acceder al interior de su cuerpo por espacio de quince minutos exactos. Llegar por ejemplo, como en Viaje fantástico (Fleischer, 1966), hasta su globo ocular y ver lo que él ve, y descubrir al mismo tiempo que él todas las cosas. Llegar además a compartir sus placeres más íntimos, incluido naturalmente el goce sexual.
ƑQuieres ser John Malkovich? (Being John Malkovich), primer largometraje del joven estadunidense Spike Jonze, más conocido por sus videos musicales de los Beastie Boys y de la cantante Bjork, resuelve con originalidad las intuiciones más extravagantes del guión de Charlie Kaufman. ƑCómo penetrar en el cerebro de John Malkovich? Mediante un boquete espacio-temporal disimulado detrás de un librero en una oficina del piso siete y medio de un edificio en Manhattan. ƑCómo llega hasta ahí el marionetista ambulante Craig Schwartz (John Cusack) y cómo comercializa su descubrimiento fantástico? Esto es algo tan absurdo y demencial como la explicación de por qué un edificio debe albergar un piso de dimensiones reducidas, donde la mayoría de los empleados deben caminar encorvados. La atmósfera alucinante del film oscila entre un Monty Python y el gran Lebowski de los hermanos Coen. A esto hay que añadir la descripción de la vida doméstica de los Schwartz, con la esposa Lotte (Cameron Diaz) rodeada de animales domésticos, encadenada por sus impulsos lésbicos incontenibles, encerrada con un chimpancé en tratamiento por sus traumas de cachorro allá en la selva, ansiosa de penetrar, ella también, una y otra vez en Malkovich, y a través de él, gozar con una de sus amantes, la sensual Maxine (Catherine Keener). Desate usted su imaginación, imagine los tríos sexuales más fantasiosos, el menage a trois que se resuma en la pareja erótica perfecta, y estará apenas en el umbral de la propuesta de Spike Joncza. Los hallazgos humorísticos se suceden vertiginosamente, con gags muy eficaces, como los recuerdos del chimpancé y su función liberadora, y con la secuencia surrealista que ilustra la crisis de identidad que se apodera del propio Malkovich al intentar él mismo el viaje experimental.
Esta experiencia límite del marionetista Craig Schwartz es al mismo tiempo la realización de su fantasía más evidente: manipular totalmente a un ser humano. Y cuando la persona manipulable resulta ser una celebridad como John Malkovich, la farsa se vuelve un poco más siniestra, a pesar de primera apariencia inocua. Joncza recicla a su modo el inconfesable anhelo (individual y colectivo) que presenta Martin Scorsese en El rey de la comedia (The king of comedy, 1983), donde el mediocre Rupert Pumkin (Robert de Niro) acosa brutalmente a un presentador de televisión (Jerry Lewis) hasta arrebatarle quince minutos de celebridad. Joncza no alcanza los niveles de sátira social de Scorsese, ni tampoco parece interesarle hacerlo. Lo que hace ƑQuieres ser John Malkovich?, comedia absurda, próxima al delirio, es exhibir los sueños de grandeza colectivos (la otra cara de las paranoias compartidas), y señalar además la vulnerabilidad del individuo frente a la manipulación del poder. Una vez más surge aquí un tema recurrente en el cine de los noventa: la invasión de la esfera privada por la curiosidad pública, la dificultad de preservar la intimidad en una cultura totalmente dominada por los medios y por las innovaciones tecnológicas. Pero lo más interesante de la cinta de Joncza es su manejo humorístico del absurdo, aunque es también la apuesta más difícil de conservar todo el tiempo. Con una dirección segura, un guión totalmente original, y actuaciones sobresalientes -Cameron Diaz, físicamente irreconocible; John Cusack, estupendo; y Malkovich, con su sobriedad siempre a flote en medio de las embestidas alucinadas de quienes lo acosan-, ƑQuieres ser John Malkovich? es una de las mejores sorpresas en una cartelera comercial que súbitamente parece haberlas multiplicado.