VIERNES 10 DE MARZO DE 2000

* Arrastrando el siglo XX continúa los viernes y sábados en La Bodega


Astrid provoca sentimientos encontrados

* La actriz organiza una gira por los estados de ánimo, mediante una serie de performance

Arturo Cruz Bárcenas * Una gira por todos los estados... de ánimo. Tal es el sentido del espectáculo de Astrid Haddad, Arrastrando el siglo XX, serie de performance, de cuadros llenos de coraje y sentimientos encontrados; de ideas que perturban porque bordean la intimidad de la pareja, el machismo de los dos géneros; la incomprensión de los deseos... Y una especie de reflexión, de idea fija a lo Valéry: šfuera complejos! Más para ellas que para nosotros, a decir verdad.

Tiene un público cautivo que le pide las mismas canciones bravías y sentidas, cada viernes y sábado, en La Bodega (Amsterdam esquina con Popocatépetl, Condesa). Un parroquiano asiduo de plano hasta cae mal de tanto grito; exaspera a todos, hasta a Astrid, quien le dijo una noche: "šya, ahorita te la canto, pero ya cállate!". Y no es que la menudita sea grosera, pero el fan sí llega a desesperar.

Incidentes aparte, si usted trae una pena de amor o no logra definir sus sentimientos amatorios, quizá un acicate, unos pambazos al cerebro, le hagan reflexionar y llegar a la conclusión de que nadie es de nadie; tal vez deje el horrible instinto de posesión que lo domina y que le hace ver moros con tranchetes por todos lados. Si no vio la película El ocaso de un amor, hágase de un rato de terapia con la doctora Hadad, quien le espantará los impulsos otelianos y lo alejará del riesgo de ser parte de la nota roja, luego de que cegado cometa alguna barbaridad.

Momento cimero es cuando esta autollamada Madre Teresa de la canción vernácula canta Cuerpo sin alma, tradicional cumbia arrabalera que ella transforma, a la manera de Juan Gabriel, en una fiesta, tras un inicio como de velorio. Esta es una característica del show, en el que rolas, como algunos boleros, empiezan tal cual las oímos en Radio Joya, pero acaban en un merequetengue, bluseados, jazzeados, rockanroleros. Auxiliada magistralmente, por supuesto, por Los Tarzanes.

El vestuario es un crisol, imaginativo, sensual. Por momentos deja ver el chamorrín. "Hice con mis sueños una red", entonó vestida de sol, aunque dijera que "la inteligencia brilla por su ausencia". Ya lúdica, impúdica, tan frígida como un comal, ahora con atuendo de corazones: "este modelo es recomendable para Zedillo, pues le hace falta corazón, o para paristas de la UNAM, pues así pueden ver de dónde vienen los trancazos (los haddad-astrid-jpg corazones tienen ojos en el centro)".

Por ahí se arranca con Florecilla de amor, la inmortal de Bienvenido Granda; luego se colgará de la liana; dirá sus profesías (Astridamus); bailará una danza prehispánica (o algo así) inspirada en Tezcatlipoca, para Cuauhtémoc Cárdenas: "Tezcatlipoca, Tezcatlipoca, que ahora sí me toca".

En fin, que si usted no ha visto a Astrid, vaya a verla a la brevedad, pues a mediados de abril se irá a Bogotá, para participar en el Festival iberoamericano de teatro; ofrecerá un show (muy especial el Día de las Madres), y el 21 de marzo recibirá la primavera con un hiperespectáculo en el Tajín. En La Bodega el cover es de 150 pesos; le aconsejamos que llegue a eso de las 21:30 horas. Reservaciones: 525-2473 y 511-7390.