JUEVES 9 DE MARZO DE 2000

* Cambien las tradiciones que nos oprimen, clamaron


Mujeres zapatistas se hicieron escuchar por la radio en Chiapas

* Durante una hora ocuparon pacíficamente la estación gubernamental * Exigen el retiro de los retenes castrenses

Hermann Bellinghausen, enviado, San Cristóbal de las Casas, Chis., 8 de marzo * De manera sorpresiva, y pacífica, las mujeres zapatistas ocuparon esta mañana la radiodifusora gubernamental Radio Uno de esta ciudad, y durante una hora se hicieron escuchar en todos los radios encendidos en el Valle de Jovel, los Altos de Chiapas, y una parte de la zona norte, en lo que va de El Bosque a Chilón.

"Pedimos al gobierno que saque a todos los militares que tiene en Chiapas. No estamos pidiéndolo con las armas, es por vía pacífica", decía María Angélica, tzeltal de la selva, ante los micrófonos de la fugazmente pirata emisora oficialista.

Mientras miles de mujeres y hombres, bases de apoyo del EZLN, ocupaban las calles del centro y el boulevard de San Cristóbal, en la multitudinaria marcha del Día Internacional de la Mujer, las frecuencias de XERA, Radio Uno, se vieron obligadas y transmitir vivas al CCRI, al EZLN, al subcomandante Marcos y, sobre todo, a las mujeres indígenas en resistencia, con todo y un "šZapata vive!".

Con un niño en los brazos, la voz de María Angélica se dirigía a los micrófonos desde su pasamontañas, y justificaba la acción de ocupar la emisora: "Nosotras muchas no sabemos leer ni escribir, por eso venimos a que nos puedan escuchar. Queremos que sepan que no estamos acostumbradas a los militares".

Vistosa, poderosa, en cierto modo alegre, la manifestación de las mujeres zapatistas conmovió el espinazo de la otrora Ciudad Real.

 

Zapatistas al aire

 

Vinieron de todas las cañadas de la selva Lacandona, de los altos tzotziles, la región tzeltal y la tojolabal, la frontera, e incluso, a pesar de las dificultades y peligroso, de la zona norte chol. Y cuando la concentración ocupaba la avenida Insurgentes, en dirección a la plaza central, de pronto todo se detuvo.

Alrededor de 200 indígenas se desprendieron de la columna que marchaba y se dirigieron a Radio Uno, ubicada a dos cuadras, a eso de las 11 de la mañana. Hombres y mujeres, tzotziles y tzeltales, intentaron ingresar por la fuerza a las instalaciones de la emisora, y patearon las puertas cuando estas se cerraron para impedirles el paso.

Heriberto Velasco, director de Radio Uno, se presentó en el lugar y negoció con los indígenas para que sólo entrara una pequeña comisión. Una vez adentro, los zapatistas se adueñaron del estudio de donde se transmite "La Ciudad, Periodismo Joven", y durante una hora leyeron mensajes y hablaron, como María Angélica, desde su ronco pecho.

Los radiecitos en la calle, sintonizados, transmitían a los manifestantes la voz de sus compañeros y compañeras.

"No nos hemos rendido en la protesta contra la guerra sucia de Zedillo y Albores. El gobierno sigue promoviendo, protegiendo y financiando a los paramilitares".

Denuncias contra la prostitución en y de las comunidades, contra las violaciones a los derechos humanos por parte de los soldados, los cuerpos policiacos y las guardias blancas.

La exigencia de retirar los fatigosos controles castrenses, de suspender los patrullajes aéreos, de respetar a las mujeres en vez de humillarlas, de cumplir, en fin, los acuerdos de San Andrés, que el gobierno no ha sabido honrar, "aunque dio su palabra".

Como el primero de enero de 1994, los zapatistas ocuparon las ondas hertzianas de Chiapas, y hablaron en sus idiomas, así como en el nuestro.

A las 12:30, tan ordenadamente como llegaron, los zapatistas se retiraron de Radio Uno y retornaron a la columna de la manifestación, que los esperaba.

Y la marcha se reanudó. Casualmente, a la misma hora, un hombre y una mujer de San Andrés hablaron en vivo para la estación Radio Onda D'urto, de Brescia, Italia, así que la protesta se pudo oír al otro lado del océano Atlántico.

También, a la misma hora, en la ciudad de Palenque, las autoridades suspendieron un programa radial que, dentro de la barra normal, se refería al Día de la Mujer en términos críticos. Allí sí alcanzó a interponer su brazo la censura.

 

"Somos las mismas"

 

Se les identificaba por sus trajes tradicionales, coloridos y diversos. Las tojolabales, con sus blusas blancas y finamente plisadas, lo mismo que sus faldas. Las de Amatenango en llamas, y las de San Andrés, Tenejapa, Magdalena, Chenalhó, Mitontic, Pantelhó, Chamul Oxchuc, Chilón, Zinacántan. Y también las tojolabales y tzeltales de los municipios autónomos 17 de Noviembre, Francisco Gómez, Tierra y Libertad, San Pedro de Michoacán, Ricardo Flores Magón, Emiliano Zapata, San Manuel y Che Guevara. Y también de Suchiapa y Nicolás Ruiz.

Muchas llevaban niños pequeños, y los amamantaban. Mantas, cartulinas y gargantas haciéndose oír, y dejándose leer: "Mexicano, mexicana, ven a mi comunidad, conocerás otra realidad", decía una cartulina de La Garrucha.

Y otra: "šExigimos la libertad inmediata de los estudiantes presos de la UNAM!". Y otras más:

"Las mujeres tenemos derecho a ocupar cargos y participar en las decisiones de la comunidad". Y: "Las mujeres tenemos derecho al descanso".

Los comerciantes y la población coleta expresaban, molestos o no, su sorpresa de que los meros zapatistas sean tantos.

Muchas mantas ilustraban, con dibujos ingenuos, casi infantiles, los patrullajes militares, aviones, tanques, helicópteros, soldados en las montañas. En una gran manta, se reproducía la escena del asesinato de Guadalupe, en las afueras de Ocosingo.

Contra la militarización y la paramilitarización era el clamor más repetido, pero también pedían las mujeres: "que se cambien las tradiciones que nos oprimen y nos obligan a lo que no es justo".

El mitin de las zapatistas duró 3 horas. "Las más pobres y olvidadas, las excluidas de siempre, las tres veces explotadas". Las violadas, las insultadas y hostigadas en su propio territorio. Las viudas. Las que dijeron ser las mismas de 1857 en Nueva York, de 1910 y 1968, las mismas que murieron en Acteal, "las mismas que encarceló el gobierno el 6 de febrero de 2000".

Vienen a ofrecernos el progreso para que nosotros decaigamos, diría una oradora. "Entre más nos persiguen y encarcelan, más fuertes nos hacemos", dijeron en su mensaje las tojolabales de la selva.

El atrio sancristobalense estaba realmente lleno esta tarde. El perfume de la juncia acompañó a las numerosas oradoras en el modesto templete que apenas las ponía un metro por encima del suelo. Y aunque la mayoría de ellas son muy pequeñas de estatura, como bien se sabe, hoy fueron visibles y audibles, y demostraron que para llamar la atención no necesitan ser gigantes. Con que el gigante sea el corazón es más que suficiente.