José Steinsleger
Te estoy hablando, inútil
La ''minoría'' que representa 56 por ciento de la población del planeta festeja hoy su ''día internacional''. Y la mayoría que completa el porcentaje restante parece que lo hace el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos. Esperemos que Mary Robinson, titular del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, impulse alguna acción para corregir el sexismo implícito de esta anomalía.
ƑPor qué los derechos de la mujeres y los derechos humanos son considerados diferentes? En su excelente artículo ''Hacia una revisión de los derechos humanos'', la escritora Charlotte Bunch, fundadora de Women's Liberation, de Washington DC, rescata la interrogante del pantano y nos advierte del peligro que implica seguir guiándose por enfoques meramente feministas, ''... con su tendencia a aislarse y competir con otros grupos de derechos humanos que han sido reacios a tratar la violencia y la discriminación sexual'' (Vientos del Sur No.16, México, diciembre de 1999).
Dice Charlotte: ''El mito más insidioso sobre los derechos de la mujer es el de que ellos son triviales o secundarios en relación con la vida y la muerte. Nada puede estar más lejos de la realidad: el sexismo mata. Hay cada vez más documentación sobre las muchas maneras en que el ser mujer implica una amenaza a la vida''.
La insólita diferenciación entre ''derechos humanos'' y ''derechos de la mujer'' ha llevado a una burda y resbaladiza situación: que los primeros sean considerados más importantes. ''En las Naciones Unidas -dice Charlotte-, la Comisión de Derechos Humanos tiene más poder que la Comisión sobre el Status de las Mujeres, para la audiencia e investigación de casos, más personal, más presupuesto y mejores mecanismos para ejecutar sus veredictos''.
Por otro lado, a escala cotidiana subyace también la confusa visión que los hombres se construyen de las mujeres progresistas. Muchos de ellos piensan que, después de que ellas instalan su cepillo de dientes en el baño de ellos, se pasa de las canciones de Luis Miguel a las de Paquita la del Barrio. Pero hay que matizar las cosas.
La española Almudena Grandes, autora de Las edades de Lulú, opina: ''Tenía 33 años y de pronto vi que toda mi teoría estallaba en pedazos... La medida de estar enamorada de verdad es empezar a comprender que los axiomas polvorientos de los que te has burlado toda tu vida empiezan a cumplirse. Te has pasado la vida riéndote de las coplas, de la fidelidad, porque eras muy lista y estabas de vuelta de todo, y de repente todo eso se te impone: las letras de los tangos, los boleros, el te quiero más que a mi vida''.
Se trata, en todo caso, de dar un salto cualitativo frente a la anacrónica visión ''feminista'' que habla de la ''naturaleza de la mujer'' para diferenciarla de la ''naturaleza del hombre'', tema que fue motivo de polémica entre la luchadora estadunidense Gloria Steinmen y la francesa Simone de Beauvoir.
Steinmen proponía algo así como ''tenemos que ser como ellos''. Pero De Beauvoir pensaba que mujeres y hombres debían librarse de muchos prejuicios e ideales arraigados, determinados por siglos de reclusión, servidumbre y analfabetismo. Que la mujer no sólo debía emanciparse socialmente del hombre sino también de sí misma, es decir, de los tramposos consejos de la trayectoria femenina que a veces la empujan a ser el peor enemigo de la vida.
Ahí están los casos de mujeres ''con éxito'', como el de Clare Montgomery, abogada de Pinochet, diciendo que ''la tortura puede ser un acto de Estado'' (El País, 26/1/99) o el regocijo bautista de Madeleine Albright, cuando visitó Colombia, día en que el Ejército le ofreció la cabeza de 44 guerrilleros para ganar el paquete de ayuda militar (17/1/2000).
No terminamos la lectura del artículo de Charlotte, cuando irrumpe en la pantalla el clamor de la Red Colombiana de Mujeres por los Derechos Sexuales y Reproductivos, a favor de la campesina Alba Lucía Rodríguez Cardona, de la localidad de Abejorral, provincia de Antioquia, quien a los 18 años tuvo una hija, como producto de una violación sexual, el día 4 de abril de 1996.
El embarazo y el parto se dio sin ninguna asistencia médica, ni de otras personas. La niña murió al nacer. Acusada de haber matado a su hija, Alba Lucía fue condenada en un juicio rápido, y con graves fallas de procedimiento, a... š42 años y cinco meses de cárcel! El caso está en manos del Comité Interamericano de Derechos Humanos, con sede en Costa Rica. Los comunicados de solidaridad pueden enviarse a: [email protected], [email protected] y [email protected]