La Jornada miércoles 8 de marzo de 2000

Luis Linares Zapata
Núcleos y simulaciones

Con un golpe estratégico de gran coraje y sólido cimiento conceptual, Cárdenas reclamó para sí el lugar de la izquierda política que bien le encaja a su talante y orientación. Y, con ello, dejó al descubierto la posición de un Vicente Fox que trata de simular actitudes de acuerdo con el auditorio que tenga enfrente, en este caso, el de los banqueros en su convención. Subir al estrado de tan conspicuo foro para formular una crítica de fondo sobre las causas de la crisis financiera, a pesar de saber que, por ella, se profundizaría aún más la animadversión de ese formidable grupo de empresarios, no es un simple acto escénico de campaña para atraer simpatizantes. Es, en cambio, la consecuencia, casi inevitable, de una trayectoria de congruencia ideológica por demás respetable. Muy distinta postura la del panista, quien trató, con oportunismo ramplón, de agradar a los asistentes con sus absoluciones instantáneas a los banqueros como responsables del quiebre del 95. Y les vertió encima un agradecimiento de los mexicanos que está muy lejos de tener en custodia o de apegarse a la realidad.

El papel jugado por Zedillo en estos terribles aconte-cimientos quedará como tarea a dilucidar por la sociedad. Pero no será el simple resultado de las imputaciones efectistas que formule un candidato de la mercadología más hueca y hasta irresponsable que hoy recorre el país en busca de un voto ahora llamado útil. La fuerza que trata de dar Fox a sus ligeras palabras para recargar en el Presidente todo el peso de la quiebra sufrida es proporcional a la ligereza de la bula concedida al trabajo i- rresponsable con que actuaron muchos, muchísimos banqueros: públicos y privados. La historia de las carteras vencidas abultadas por créditos relacionados (por decenas de miles de millones de pesos) y la compra de acciones con saliva y complicidades lo prueban. Como también lo hacen los rampantes fraudes, los créditos sin sustento, sin garantías, a la simple y tramposa palabra. Habrá aquí que recordar, solamente a guisa de referente conocido, la frágil y hasta fraudulenta manera de soltar los millones a las uniones de crédito, a los encubiertos partidos políticos, a los socios o a empresas inexistentes. Tales conductas delictivas no desaparecen porque Fox les firme, micrófono en mano, una amnistía interesada y sus voceros repitan que salió triunfante en su presentación.

Otra cosa en cambio es poner el acento en la ausencia de consensos para cimentar esa esperada banca que la fábrica nacional requiere para su futuro. La ruptura de los acuerdos, según Cárdenas, se debió a dos motivos. Uno, la falla de los administradores del bien público que no cuidaron los intereses de la nación. Otro, el de los banqueros que no condujeron bien a sus instituciones o que entraron en arreglos con los funcionarios para solidificar sus ilegítimos propósitos de enriquecimiento y poder. Formulada así tal postura, era claro que al señor Roberto Hernández le pareciera un acto de mal gusto. Sobre todo a él, que bien puede pensarse como árbitro del buen toque, aquel que le permita, sin los méritos suficientes, jugar el papel en una institución tan grande como Banamex, que otros fincaron.

Pero Cárdenas es también un candidato en campaña, y sus críticas y definiciones, por más núcleo que encuentren para plantarse, tiene que visualizar un auditorio al cual llegar, un electorado al cual convencer y atraer. Tal parece que CCS pretende situarse delante de esa gran masa opositora que lo es, en gran medida, porque la han agraviado conductas, obras y pensamientos del pasado. Sucesos como los que llevaron a la crisis del 95, que muchos tratan de soslayar, pero que ahí dejan los cientos de miles de millones de deuda pública (IPAB) para recordarlo. A esa porción del electorado, con seguridad la mayoritaria, es a la que el PRD y su abanderado desean atraer para que los apoyen en las urnas el 2 de julio.

No es seguro que Cárdenas logre su cometido de concitar el voto del descontento y el cambio. Sobre todo después de enemistarse con tan conspicuo grupo de presión, como el que se reúne en esas convenciones acapulqueñas. Las repercusiones de sus análisis, propuestas y críticas son múltiples y se ramificarán por senderos insospechados. Pero lo cierto es que urgía una definición de tal calado para cimentar y darle transparencia y atractivo a una campaña que requiere de alientos y contactos urgentes con esas bolsas del electorado que están ahí, y a las que muchos quieren llevarlas para que rellenen la propia buchaca. El presente mes de marzo y el venidero de abril serán los que marquen, en definitiva, quienes serán los competidores por la Presidencia y, por derivación casi obligada, por los demás puestos de elección. No hay tiempo que malgastar, sobre todo para un candidato retrasado como CCS. El país espera contar con una izquierda vigorosa, bien plantada, unida y apelando, con las ideas de justicia y libertad bien desmenuzadas, a sus mi- llones de simpatizantes