* Encabezó uno de sus últimos actos como nuncio
Pide Justo Mullor a obispos desprenderse de poder social
* Les dijo que formarán parte de la Iglesia en tiempos fuertes
Claudia Herrera Beltrán * En una de sus últimas celebraciones religiosas como nuncio apostólico, Justo Mullor reiteró su mensaje a los obispos mexicanos para que no tengan riquezas ni privilegios mundanos, ni poder social personal o compartido.
Al ordenar como obispos auxiliares de la Arquidiócesis de México a los sacerdotes Luis Fletes, Felipe Tejeda y Guillermo Ortiz Mondragón, Mullor les pidió dedicación por los pobres, los hambrientos, los enfermos y los oprimidos.
"Pedimos que sean hombres de Dios y hombres para los hombres, en especial para aquellos que son íconos vivientes del mismo Cristo: los pobres y hambrientos, aquellos que no tienen un vestido que ponerse, los enfermos y los encarcelados, en una palabra, los olvidados de los hombres con cuya cruz quiso identificarse Jesucristo", dijo en la Basílica de Guadalupe.
Entre los presentes estaban el arzobispo de Yucatán, Emilio Berlié; el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Luis Morales Reyes; el obispo de Tapachula, Felipe Arizmendi; el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, y el cardenal emérito de la Arquidiócesis de México, Ernesto Corripio Ahumada.
La ceremonia de ordenación de los obispos auxiliares fue concelebrada por 25 obispos y 400 sacerdotes del país, ante unos 10 mil fieles que llenaron el templo mariano.
El rito de Imposición de Manos, bajo el cual los obispos formalmente reciben su nombramiento, fue presidido por el arzobispo primado de México, Norberto Rivera.
En la ceremonia, que duró dos horas, el nuncio dijo a los nuevos prelados que figurarán entre los primeros ordenados en este milenio que comienza y formarán parte de la Iglesia en tiempos fuertes de intenso espíritu apostólico y de marcada renovación eclesial.
Como lo hiciera en días pasados en una reunión de la Conferencia del Espiscopado Mexicano (CEM), el nuncio insistió en que los obispos no deben recibir honras ni honores más de lo que les acordará la fe del pueblo de Dios y a quien están llamados a servir.
"No pedimos para ustedes ni riquezas ni privilegios mundanos, ni poder social personal o compartido", señaló a menos de un mes de abandonar el país para desempeñase como presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica.