DOMINGO 5 DE MARZO DE 2000
Ť Noche en el Cuevas
Pétrea, Tamara cantó bien su primer bolero
Jorge Caballero Ť Ahí estaba la cantante española Tamara la noche del jueves en el Museo José Luis Cuevas con su pinta de niña/mujer, con vestido negro con rayas rojas y amplio escote; de su pecho no pendían adornos; sus manos de virgen delgadas/largas/blanquísimas sólo portaban una ligera pulsera plateada que adornaba su interminable brazo izquierdo; zapatos de cuerdas que dejaban ver unos piecesitos gorditos, a pesar de la delgadez de su cuerpo, y su cabello suelto con partido zig zag; para cantar temas de su primer disco: Gracias; producido por Bebo Silvetti, en el cual se compilan temas como: Si Dios me quita la vida, Si tú me dejas, Un mundo raro y Si nos dejan; canciones de probado éxito en las voces de: José Alfredo Jiménez, Javier Solís, Lucho Gatica, Luis Miguel y Gilberto Becaud; pero que en la voz de Tamara adquieren una nueva dimensión, más amena/cachonda/elegante/rítmica.
Apoyada por una banda de 12 músicos (violines, violas, batería, bajo, guitarra y percusiones), la cantante sevillana salió al patio del recinto, que alberga a la impactante escultura de La Giganta, donde la aguardaba un nutrido público que aplaudió su arribo; subió al improvisado escenario para entonar Cuando me pierdas, con la que dejó claro que posee una voz educada, no prefabricada y le imprimió diferentes escalas/tonalidades vocales y un particular sentimiento; cosas que hicieron pasar desapercibido su deficiente manejo del escenario. Luego le siguieron Ayúdame Dos mío, "el tema que más me gusta de mi disco"; Si Dios me quita la vida con arreglos jazzeados; Gracias dedicada a su productor Bebo Silvetti, y Celos, que hizo que moviera tímidamente sus breves pero bonitas caderas. Pero las canciones resultaron insuficientes y vino el encore, pero como los músicos no estaban preparados para ello, Tamara, interpretó otra vez Ayúdame Dios mío. Al término el insatisfecho público pidió otra, pero la intérprete salió únicamente para dar autógrafos, en una noche en donde la voz de Tamara cautivó/atrapó, y se puso a la misma altura que La Giganta: pétrea y majestuosa.