Ť Es el personaje de la primera, aunque ahora maduro
Hugo Hiriart prepara la segunda parte de Galaor
Ť Se escribe un libro muchas veces, dice acerca de ese proyecto
César Güemes Ť Son dos las noticias que genera Hugo Hiriart. La primera, que su novela Galaor está ya impresa de nuevo, en esta ocasión bajo el sello de Tusquets. La segunda, que está ya muy avanzado en la confección de lo que será la parte complementaria de lo que tal vez sea una saga: Galaor, rey. Esto es, el mismo personaje visto por dos autores que tienen idéntico nombre pero con 30 años de diferencia.
-El hecho de que se publique nuevamente Galaor, Ƒserá una suerte de justicia caballeresca?
-Bueno, antes hay una razón de otro orden. Pienso que los lectores naturales de esta novela son personas jóvenes. El libro trata de un joven que tiene delante de sí, como todo adolescente, la pesada tarea de construir su identidad, de llegar a ser alguien. Es decir, quiere saber quién es y sólo puede acceder a ese conocimiento a partir de sus acciones. El niño no se cuestiona quién es, y deja de serlo en cuanto se formula esa interrogante. Es entonces cuando comienza una gran turbulencia que va a durar muchos años en la cual tratará de encontrar su identidad. Galaor está hecha como una serie de episodios en esa búsqueda. Por esa razón es que se edita nuevamente. Además, es una obra muy sencilla, transparente y divertida. Pienso que la novela debe estar encaminada a que la lean los jóvenes, ese es su nicho natural.
-ƑCómo observas al Hugo Hiriart de hace 30 años que escribió Galaor?
-Me hace sonreír. Me gusta percibir la timidez que tenía, cómo se escondía en las palabras. No corrijo nada porque la novela la escribió ese muchacho, que ya no soy yo. No está bien que un viejo corrija las predilecciones estéticas de un joven, sería absurdo. En todo caso a veces me apena un poco este libro por su matiz ingenuo.
-De modo que esta edición es igual a la primera.
-Lo es. No quise meterme con ella. Cuando uno modifica un texto entra la duda de si estará bien el cambio. No puedo cambiar nada, en parte, por esa razón. Y en parte porque escribo con cuidado, a mano, luego lo paso a la computadora y como quedó, así se va.
-Quizá en esta característica tenga que ver el hecho de que tu dinámica de trabajo es constante, no hay tiempo para demorarse con textos pasados.
-Pues escribo muchísimo, demasiado. Pero quizá lo que más me gusta es el ensayo. Me gusta ponerme problemas y pensar en ellos. Cuando tengo claro un problema, es un gran placer sentarme a explicármelo por escrito.
-Seguramente esto tiene que ver con tu otra veta creativa, la pintura, la necesidad de decirte gráficamente.
-El caso es que siempre me gustó dibujar. Yo quería ser pintor. Inexplicablemente dejé eso. Luego regresé para pintar en un año como 70 cuadros. Luego volví a dejar el asunto y ahora pienso regresar. Pintar es terapéutico, comienzas y te olvidas de todo lo que te rodea. Es algo muy llenador.
-ƑTe resultan complementarias la pintura y la escritura?
-Verás. Una vez, ya muy viejo, me encontré al sicoanalista Santiago Ramírez en una cena. Y le dije: maestro, usted que ha tratado a tanta gente, Ƒme podría decir en una palabra cuál es la nuez de su experiencia, cómo es la gente? Me respondió algo como esto: las personas comen como caminan, caminan como trabajan, trabajan como se visten, son la misma cosa, como el Bolero, de Ravel, siempre lo mismo en todos sus aspectos; en el momento en que descubres uno solo de ellos, los tienes todos, porque así somos. Así que yo dibujo como pinto o como escribo. No puede uno zafarse del estilo, que recoge lo que uno es pero también es la jaula de la que no se puede salir. Hay una identidad entre lo que pinto y lo que escribo.
-Al acudir por primera vez a Galaor esperaba que hicieras más novelas con el tema. Tal vez una saga con el mismo personaje. Y no fue así.
-Está bien, voy a decirte que sí fue así: estoy haciendo una segunda parte. Es más, tengo en la computadora ya avanzadas las primeras cuartillas. La novela se llamará Galaor, rey, y trata sobre el personaje ya maduro. Con el tiempo se publicarán las dos novelas como primera y segunda parte.
-Pasaron casi 30 años para que tomaras la decisión de continuarla, Ƒpor qué tanto?
-Siempre me pasa eso. Es una de las tonterías más grandes que me han acosado. Cuando terminé Galaor me pareció que debía buscar por otro lado, que no debía de repetir nada. Ahora me doy cuenta de que eso era un error, que en realidad uno escribe sólo un libro muchas veces. Pero entonces no me percataba de ello. Además, toma en cuenta que a mí me gusta divertirme mientras escribo y en la variedad hay un cierto regusto. Por eso me escapé y anduve por otros lados.
-Supongo que Galaor estuvo sustentada en el placer de acercarse a las novelas de caballería. Ahora que escribes la continuación de la historia, Ƒmantienes ese gusto?
-Me gusta leer más que nada, inclusive más que escribir. Y me gustaría hacer esta nueva novela más reposada, diferente, porque soy distinto ahora. El gusto por las novelas de caballería se encuentra intacto. En medio de las dos novelas está un curso que impartí sobre El Quijote. Me doy cuenta de que toda parodia que hagas sobre el género remite a Cervantes. Es admirable lo que sabía de novelas de la especie, siempre las tuvo presentes y se dio el lujo de hacerlas jugar en su propia obra.
-El caso es que Galaor no es una parodia, salvo que como autor la concibas así.
-La verdad es que es un cuento en el sentido tradicional de la palabra. Me agradan mucho, por cierto, los cuentos que han sido transmitidos oralmente. Son algo de lo más difícil de abordar. Pienso en Grimm o Perrault. Son textos muy sencillos y que han pasado la prueba del tiempo. De ellos queda una materia muy trabajada y valiosa. De inmediato se ve la diferencia entre un cuento añejo y uno escrito por una sola persona.
-Un hecho que fortalece la tesis de que Galaor será leída por las generaciones más jóvenes es que justamente entre ellas es donde los juegos de rol, como caballeros y dragones, se practica. El "enemigo" y la personalidad del héroe siguen siendo la mismas.
-Eso es porque las historias son nada más dos o tres y se expresan de manera diferente a lo largo del tiempo. Y ahí está otro punto: me atrae mucho el trato entre las personas que había antes; un trato de caballeros. No llevado al exceso, pero al menos demostrar que se vive en una sociedad y asumir que eso genera ciertas obligaciones.
-ƑEras un caballero cuando escribiste Galaor?
-No, qué iba a ser. Era distraído y rústico. Pero me gustaría serlo. Existe esa dimensión para mí.