JUEVES 2 DE MARZO DE 2000

* Astillero *

* Julio Hernández López *

El secretario de Gobernación, Diódoro Carrasco, tiene bonitos momentos de inspiración literaria: su jefe, Ernesto Zedillo, puso de moda semanas atrás el neologismo adecuado para los enemigos de la modernidad mundializada: globalifóbicos; ahora, Diódoro ha hecho una brillante aportación para quienes no creen posible reformar y mejorar la operación de los cuerpos policiacos: cataclísmicos.

 

Con tal vocablo (derivado del griego kataklusmus) se refirió el hombre de Bucareli a todos aquellos que a la hora de hablar de las policías mexicanas (la corrupción, las ligas entre agentes y ladrones, los acuerdos administrativos para la lucha contra las mafias, la inseguridad pública, los secuestros, los asesinatos, las torturas, las venganzas y otros bellos tópicos de la realidad mexicana) prefieren asumir una actitud negativa, encerrada, neurótica y catarrienta. A esos, los que prefieren ver el vaso medio enteramente vacío de justicia en lugar de verlo medio lleno de promesas y declaraciones, se ha referido Carrasco como cataclísmicos, pues asocian con exageración sus juicios y actitudes a diluvios, inundaciones, catástrofes y otro tipo de trastornos.

 

De la catadióptrica y de los catacaldos

 

Los destellos verbales de Diódoro muestran la importancia de la catadióptrica, que es el segmento de la física que se dedica al estudio de los lentes y los espejos, pues bien visto está que todo es del color del cristal con el que las cosas son miradas. Y es que, por ejemplo, Carrasco corre el riesgo de quedar como un catacaldos (persona muy aficionada a empezar cosas nuevas y que no las acaba) con la firma de acuerdos de papel y la elaboración de ensoñadoras comisiones y pomposos grupos de trabajo como los que instaló en Ciudad Juárez, donde ahora habrá una comisión que buscará imprimirle confianza a las faenas policiacas, asegurando así, dicen, que no haya filtraciones, malos entendidos ni agentes trabajando de guardaespaldas de los capos. Tan bellos planes, es obvio, no los verá cumplidos Diódoro, cuando menos en lo que queda del gobierno de Zedillo.

 

Del catabolismo, las catacumbas

y la catacresis

 

Tal actitud del secretario de Gobernación corre el peligro de quedar como un acto de catabolismo (conjunto de reacciones bioquímicas que transforman la materia viva en desecho) a la luz de hechos como los de las catacumbas (cementerios subterráneos) de Ciudad Juárez y de la frecuente catacresis (empleo retórico de palabras en sentido distinto del propio, por carecer de vocablos que traduzcan con exactitud la idea buscada) gubernamental.

 

Catalejos, catalepsia y catálisis

 

No es nueva esa actitud de los adalides del gobierno actual. Les faltan catalejos para ver las cosas con exactitud y se han mantenido durante largo tiempo en un estado cataléptico (en el que quedan suspendidos la sensibilidad exterior y el movimiento) y en una situación catalítica (acción esta que ejercen ciertos cuerpos sobre la composición de otros sin sufrir ellos mismos modificación alguna).

 

Cataclismos catárticos

 

Esta H. Columna (que ni empieza ni termina en cata) considera que es necesario catalogar tal declaración cataclísmica como un acto de catarsis que podría remediarse con una cataplasma que hiciese šCataplum! o šCataplún!, onomatopeyas estas que se refieren (todo según el sacro Larousse de cabecera) al ruido que hace una cosa cuando cae.

 

(Como bien puede ver el amable lector, son múltiples y variadas las consecuencias de la guerra contra el narco que ha declarado el gobierno federal a unas horas de ser certificado por su vecino estadunidense; consecuencias cataclísmicas todas, pero del orden literario, etéreo, espiritual. ƑY si en lugar de un político, mejor tuviésemos un poeta como secretario de Gobernación? Imagínense una armoniosa composición dedicada a la Policía Judicial Federal, una oda (sin jota) a la coordinación interinstitucional, un homenaje en verso libre al combate contra los narcos, un soneto a míster Davidow, un canto al Señor y sus misterios del cielo...)

 

ƑDónde quedó la bolita?

 

El salpicadero de suciedad que han estelarizado priístas y panistas, respecto de corrupciones y narcotráfico, podría quedar en una especie de empate técnico: los priístas no pueden, ni quieren, demostrar el involucramiento de familias del blanquiazul, como la de Fox, en los beneficios del Fobaproa, ni tampoco desean ir demasiado a fondo en denunciar que el guanajuatense les ha calumniado al asegurar que el narco domina al PRI. El problema de los gladiadores del tricolor es que si jalan demasiado la hebra del Fobaproa acabarán descobijando a afamados personajes del propio priísmo y, además, si se ponen demasiado enérgicos en pedirle pruebas al PAN sobre narcopolítica también terminarán arrojando al aire un evidente bumerang. Así es que, la orden superior ha sido: enojarse, pero nomás tantito; denunciar y exigir aclaraciones, pero no con demasiado énfasis...

 

Astillas: Llegó Carlos Salinas y no tembló: algo raro debe estar pasando en la geopolítica. Por lo pronto, ayer fue el ex presidente a comer a Cráter 414, en San Angel, en la casa familiar... ƑQuién dice que no avanzan las investigaciones policisacas? Un día antes de que fuese a protestar a las inmediaciones de Los Pinos, un juez ordenó a la policía que encontrase a Gerardo Fernández Noroña y lo presentase ante la autoridad. Los sabuesos, inteligentísimos, cumplieron la discretísima orden justo cuando al dirigente de la Asamblea Ciudadana de Deudores se le andaba ocurriendo crucificarse por aquellos arbolados rumbos en una más de sus espectaculares, aunque poco concurridas, protestas contra saqueos de la riqueza nacional para bien de negociantes, banqueros y empresarios... José Murat y Ricardo Monreal debatirán, tal vez el próximo domingo, en una edición especial del programa de televisión que conduce Eduardo Ruiz Healy en Televisión Azteca. Monreal buscará explicar por qué cree que debe declinar el candidato de oposición que de entre Cárdenas y Fox vaya más abajo en las encuestas, y Murat tratará de demostrar la inviabilidad ideológica de buscar el poder a toda costa, uniendo candidaturas y partidos contrapuestos de manera natural e histórica... El mexicano Miguel León, quien estudia computación en Francia, se queja por correo electrónico, con toda razón, de que en esta columna se utilice de manera genérica la denominación de "doctores graduados en el extranjero" para sazonar comentarios acerca de los males globalifílicos, neoliberales y tecnocráticos que padece México. Es muy importante la observación: en efecto, no todos los doctores graduados en el extranjero le han hecho mal a nuestra nación. Por el contrario, muchos de ellos son, como lo dice León "contrajemplos" de la conducta que, a causa de algunos muy distinguidos de esos doctores, luego pretenden algunos columnistas descuidados como éste adjudicarles a todos los demás... El asunto Echelon sigue generando envíos de correos electrónicos a esta dirección. Uno de ellos, transmitido por Luis Guillermo Cota, considera de una manera fina y elaborada los muy distintos problemas tecnológicos a los que se enfrentaría la intención de montar un sistema de espionaje cibernético como el mencionado. Cota estima que es altamente improbable la captación de todos los mensajes enviados a nivel mundial y su clasificación inteligente. Estima el citado lector que las preocupaciones sobre el tema son infundadas... Otro envío, de Oscar González, también duda sobre la capacidad de almacenamiento y clasificación de un volumen tan extraordinario de información que fuese interferida por medios electrónicos.