Bernardo Bátiz
Derechas e izquierdas
A RAIZ DE LA PEREGRINA declaración de Vicente Fox, de que es hombre de centro izquierda, otra ocurrencia más del candidato del PAF (Partido Amigos de Fox) que fue objeto de bromas y cuchufletas por parte de comentaristas, caricaturistas y políticos, se trajo de nuevo a colación el tema de quiénes se encuentran a la izquierda, quiénes a la derecha y quiénes en el centro del abanico político nacional.
El origen de la clasificación de derechas e izquierdas, que siempre será relativa, se encuentra en la Asamblea Nacional Francesa surgida de los Estados Generales, convocados por Luis XVI, en la que los jacobinos se sentaban en las bancadas de la izquierda y se consideraban a sí mismos ųy lo eran, en un sentidoų de avanzada, progresistas y partidarios del cambio, mientras que a la derecha se sentaban los moderados, considerados conservadores y enemigos del radicalismo; en el centro y atrás se encontraba ''la montaña'', los indefinidos que se dejaban guiar por la vehemencia de los discursos de unos o de otros.
Desde entonces, se considera de izquierda a quien es partidario de cambios radicales en la sociedad, enemigo del statu quo y de alguna manera revolucionario, y de derecha a quienes prefieren que las cosas se mantengan en el estado en que se encuentran.Durante la guerra fría, la izquierda estaba representada por las corrientes políticas de inspiración marxista y social cristiana, y la derecha por los grupos partidarios del capitalismo liberal.
En México, la Revolución triunfante sobre los regímenes porfirista y huertista, se puso a la izquierda en la Constitución de 1917, al incorporar al texto de la Ley Suprema, reglas de derecho social encaminadas a proteger a sectores de la sociedad considerados como más débiles o vulnerables, como son los campesinos y los obreros.
En el gobierno de Lázaro Cárdenas, se llegó al extremo en esta posición de avanzada; con Manuel Avila Camacho, pero especialmente con Miguel Alemán, los gobiernos se tornaron protectores de los negociantes y empresarios y frenaron los avances que se habían tenido a favor de las clases sociales menos favorecidas.
Posteriormente, hubieron avances y retrocesos en forma muy irregular, puesto que algunos gobiernos, como el de Adolfo López Mateos, parecían de izquierda en la medida en que incrementaban la participación del Estado en la economía, pero parecían de derecha por ser partidarios de un sindicalismo controlado y perseguidores de grupos campesinos organizados.
El candidato del Partido Acción Nacional e ideólogo de dicho partido, Efraín González Morfín, hace más de veinte años sostenía que la clasificación que él llamaba de ''geometría política'' entre izquierdas y derechas era ociosa, y que el PAN no entraría en esas definiciones inútiles; decía que los partidos políticos debían ser juzgados no en relación con un espectro artificioso, sino directamente por lo que sostenían en principios y programas.
Con la llegada de los neopanistas esta distancia clasificatoria se perdió en Acción Nacional, y pronto los recién llegados se asumieron de derecha, y aun cuando ocasionalmente han tratado de pasar al centro de la clasificación que ellos mismos aceptaron, no lo han logrado por dos razones: una, por el origen de sus principales dirigentes y candidatos, la mayoría de ellos estrechamente ligados a los grupos empresariales, y la otra, por el apoyo abierto que dieron a la política proliberal y contraria a los preceptos defensores de la economía solidaria, contenidos en nuestra Carta Magna, de los gobiernos de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, con los que han coincidido en lo fundamental, como reformas constitucionales revisionistas, apoyo al rescate bancario, aprobación de presupuestos, devolución de la banca sin condiciones a los nuevos banqueros y otros puntos importantes, aun cuando difieren en algunas cuestiones secundarias y a veces puramente formales.
Por ello, la nueva muestra de inocencia o simpleza del candidato del PAF, apoyado por el PAN y por el Verde Ecologista, movió más a sonrisas irónicas o francas carcajadas, que a un análisis serio de su posición.
Si quiere que se le tome en serio, y que se discuta si su afirmación de que es de centro izquierda tiene algún valor, tendrá que decir en qué funda su afirmación, de lo contrario, sus compañeros de partido, nuevamente, tendrán que salir a enmendar sus yerros y a corregir sus desvaríos.