Marco Rascón
Pesimismo valiente
Existe la convicción de que el pesimismo es también valiente frente al optimismo por miedo y el triunfalismo irreflexivo que conduce directamente a una derrota no sólo electoral, sino histórica y generacional; de ahí la importancia de reconocer que las cosas están mal para que se pongan bien.
El tranquilizante "vamos ganando" y las encuestas a las que un día hay que creer y otro no, son completados al interior del PRD por quienes exigen la liquidación de su candidatura a la Presidencia. El fenómeno Ricardo Monreal no tardará en dar a luz a otro con Patricia Olamendi a la cabeza, pues la cargada oportunista a la derecha es consecuencia del 14 de marzo, 25 de julio, 14 de noviembre y del desastre de la política de alianzas.
Desde una lógica de izquierda preocupa que las cosas no estén bien y el ascenso vertiginoso de la derecha, así como que las campañas van mal no sólo por la presión del PRI y el PAN, sino por errores propios, acallados por la autocomplacencia y el miedo a que la duda o reflexión objetiva se conviertan en acusación de deslealtad o traición. El efecto negativo del triunfalismo ha paralizado al PRD y a la sociedad, que permanece ahogada en el escepticismo, la confusión, las consecuencias de la derrota en la UNAM, los presagios de El Mexe y la falta de respuestas e iniciativas frente a la nueva situación.
Las campañas del PRD están mal en sus lemas, imágenes, discurso, mensajes televisivos y radiales, pero sobre todo en sus convocatorias. En el DF, el optimismo de Andrés Manuel López Obrador contrasta con su actitud cada vez más solitaria y autista, pues defiende y depende de los responsables del clientelismo, que han hecho de las prácticas priístas una herencia, y a quienes ya les entregó las candidaturas y representación legislativa del PRD en el DF. Estos mismos personajes, que le aplauden y administran, van de nuevo por las plurinominales como en 1997 y, como ya están seguros de su derrota, actúan desde ahora como minoría, en particular René Bejarano, Martí Batres, Armando Quintero y Dolores Padierna.
Hay cosas de las que el candidato perredista al Gobierno del DF realmente no es responsable, pero sí lo es, y mucho, de su defensa terca y pragmática de los pillos que le rodean, que a su vez aíslan cada día más la campaña y juntos la conducen a la bancarrota. Si Fox está en el primer lugar de las encuestas capitalinas y en el segundo a nivel nacional, Ƒcómo se espera una votación distinta de más de 20 puntos entre el candidato panista a la Presidencia y su candidato a jefe de Gobierno? ƑPodrá haber una votación tan diferenciada a favor del PRD?
El panismo cuenta ya con una estrategia antiPRD que echará a andar en marzo-abril, cuando López Obrador se registre y le cuestione su residencia; asimismo está preparando en el DF un acto estratégico, no de Santiago Creel, sino de Fox, para sepultar al PRD definitivamente y sacarlo de la contienda capitalina creando la cargada en el país. La abstención y la división del voto antipriísta puede dar el triunfo al PRI, y esto sólo podrá remontarlo el PRD con un discurso avanzado que incluya compromisos de gobierno y un deslinde de las prácticas priístas y sus trampas como son el acarreo de trabajadores del gobierno del DF y la venta de despensas y leche en precampañas internas del PRD, hechos que demuestran que sí hay enemigo adentro, pero tolerado y hasta defendido.
Incomprensiblemente, Obrador hace un discurso de oposición: radical en forma, conservador e insustancial en contenido, dejando crecer sin problemas al PAN, al que subestima ingenuamente mientras se aferra a un esquema ya superado en la ciudad desde 1997, y que tiene que ver con un proceso local que no reconoce.
Su estrategia de campaña pasa por alto que el PRD ganó en el DF; es como si estuviese luchando contra Madrazo en Tabasco. En "Los Mil Puntos de Campaña", sus interlocutores siempre son los mismos perredistas pero reciclados, y de más pobreza son sus respuestas. Esta estrategia no proporciona una perspectiva clara de la historia a los habitantes en barrios, colonias, centros de trabajo, escuelas ni las experiencias positivas y negativas del gobierno actual.
En lo programático, la campaña de los 20 puntos reivindica un proyecto económico recesivo que tiene que ver más con los principios del neoliberalismo y las políticas de austeridad del FMI, que con un proyecto de expansión económica y bienestar social, originado en un marco de derechos y no de filantropía.
Es necesario un replanteamiento autocrítico de las campañas y convocar a partir de las dificultades reales internas y externas; es irresponsable esperar pacientemente la ofensiva de la oligarquía y de sus dos polos de derecha. Es mejor la crisis ahora para rescatar la razón y el instinto de defensa que esperar inermes las encuestas y los juegos de la perversión política. La tarea es de todos.