La Jornada lunes 28 de febrero de 19100

Iván Restrepo
Tabasco: las inundaciones más democráticas

En este siglo pocas entidades de México han sufrido una transformación tan radical como Tabasco. Allí se puso en marcha en los años cincuenta un amplio plan de desarrollo regional sustentado en grandes obras de infraestructura y en programas agropecuarios y urbano-industriales. Como fruto de ello se levantaron enormes presas sobre los ríos Grijalva y Usumacinta (Malpaso, La Angostura, Chicoasén y Peñitas) para controlar las inundaciones, desecar las zonas pantanosas, generar energía, facilitar la navegación y el riego agrícola, entre otros. Así surgieron los planes agroindustriales de La Chontalpa y Balancán-Tenosique y, en las últimas tres décadas, la infraestructura para extraer y exportar hidrocarburos.

El cuidado del ambiente siempre estuvo ausente, lo mismo se talaron cientos de miles de hectáreas de selva siempre verde causando cambios drásticos en el clima, erosión y azolve de ríos, que se alteraron con la obra pública los patrones naturales de circulación de agua. Además, las promesas de un desarrollo con justicia social y calidad de vida nunca se cumplieron y hoy son tareas pendientes.

Las lluvias del año pasado nos recordaron a todos el alto costo que se paga por violentar las leyes de la naturaleza. Con humor negro, los habitantes de Villahermosa y de otras zonas de Tabasco, dicen que las inundaciones que tuvieron que soportar han sido las más democráticas de toda su historia, pues afectaron por primera vez sitios en los que vive la gente de dinero y los políticos, donde hay hoteles de cinco estrellas y varios centros comerciales.

Tabasco, decía el poeta Carlos Pellicer, era agua y verde, pero el agua de lluvia o la que llega por los majestuosos ríos Grijalva, Usumacinta, y otros de caudal menor, fluía hacia el mar de acuerdo con patrones naturales milenarios. Los tabasqueños supieron adaptarse a esas condiciones desde tiempos inmemoriales como lo demuestran las magnas civilizaciones olmeca y chontal, que hacían un manejo sabio del agua y demás recursos.

Cuando Tabasco comenzó a modernizarse con base en una infraestructura faraónica y destrucción de recursos naturales, ningún ecosistema quedó a salvo de alteraciones y contaminación. A cambio implantaron una ganadería y una agricultura comercial ineficientes; luego les cayó el petróleo y las cosas fueron peores para el ambiente y la calidad de vida de la población.

Una rápida evaluación de las causas de las inundaciones, que tanto daño dejaron el año pasado, arroja datos interesantes. En Villahermosa, por ejemplo, el moderno desarrollo urbano Tabasco 2000 (orgullo de los gobiernos locales), los grandes centros comerciales, la central de abasto, los hoteles de lujo, se fincaron en áreas que servían como vasos reguladores en tiempo de lluvia; igual sucedió con una colonia petrolera, la Valle Marino, erigida sobre una antigua laguna. Al llegar las lluvias y no encontrar los cauces naturales de siempre para fluir hasta el mar, el agua inundó todo; también cubrió los asentamientos irregulares, los de los pobres, que tradicionalmente sufren porque están ubicados donde no deben: en las orillas de los ríos Grijalva y Carrizal.

Así, es necedad culpar exclusivamente a las lluvias de lo ocurrido, pues los factores antes descritos, entre otros más, ayudaron. Por ejemplo, la carencia de un plan regulador del crecimiento urbano; la mancha de asfalto de Villahermosa se extiende día a día sin considerar las características naturales de la región.

Como luego de las tragedias viene el olvido, no nos sorprendamos si las ciudades de Tabasco y sus áreas agrícolas sufren nuevamente la venganza de la naturaleza agredida por el hombre. Ahora reconstruyen a un alto costo social y económico, pero lo que se perdió y lo que se gastará en la rehabilitación no será suficiente mientras persista el peligro de nuevas inundaciones. Muchísimo menos habría costado conservar los recursos naturales, hacer las cosas bien; mas todo indica que las autoridades no aprendieron la lección: el futuro lo están fincando en los errores de ayer.