Ť En el Foro Sol, casi dos horas de delirio


Ricky complació a 60 mil adictos a la vida loca

Jorge Caballero Ť Las 500 toneladas de equipo, las vistosas coreografías de ocho bailarines, las plataformas metálicas, el escenario móvil, la pirotecnia, el increíble equipo de luces, las pantallas gigantes, la impresionante banda de diez músicos y, but of course, la esbelta/móvil/vibrante figura de Ricky Martin pusieron a corear y bailar, durante una hora y 45 minutos, a 60 mil incondicionales/zalameros/complacientes fanáticos el sábado pasado en el Foro Sol.

A las 21:02, las luces blancas se apagaron y las cuatro pantallas comenzaron a transmitir un video de Ricky; el público por primera vez grita en serio, se levanta de su cama, abre su clóset, se lava la cara, se sube a su Mustang plateado descapotable, surca las calles de San Francisco huyendo de los paparazzi; repentinamente se interrumpe la transmisión, šno hay sonido! La rechifla no se hace esperar; luego ya ponen completo el video con el audio. El escenario se ilumina. Se escuchan los tonos de Livin' la vida loca, y del piso emerge Ricky Martin, montado en su Mustang plateado descapotado; los gritos son ensordecedores, cuatro parejas de bailarines refuerzan el espectáculo; el escenario comienza a dar vueltas, la pantalla del fondo lanza ráfagas de colores, las otras se centran en la figura del boricua; la apoteosis comienza para el gozo/disfrute de los adictos a la vida loca.

Da la espalda al público y muestra los glúteos, cosa que enloquece al público y lo recompensa con un soberbio alarido general; los músicos de los metales también bailan. Ricky, extasiado, mira colmado el Foro Sol. Se dirige a su público: "Dejaré mi alma aquí, se los juro. El sueño de Simón Bolívar era unir a América Latina y eso es lo que estoy haciendo con mis canciones". El público agradeció con silbidos, aplausos y gritos.

martin-ricky-concierto-jpg Siguió la tercer rola, Mi cuerpo adicto a ti, con nuevos arreglos de jazz; ese fue sin duda el momento pachecón del concierto que hizo que el público coreara la canción y aguzara la vista para ubicar el incesante meneo de Ricky sobre las diferentes plataformas del escenario; la pantalla trasera arroja fuego luminoso. Ricky desaparece. Reaparece, ahora con camisa blanca; y comienza Vuelve; las 60 mil voces se unen a la de él.

Ahora aparece con traje negro y sombrero e interpreta Marcia baila, seguida de Private emotion, lo que puso a bailar a todos; los movimientos pélvicos y de cadera de Ricky provocan que las suculentas bailarinas se le acerquen y le brillen sus encantos. Luego Ricky comparte con sus fanáticos: "en esta carrera que se llama fama, a veces uno pierde la perspectiva, en la búsqueda de la paz y la serenidad para mantenerme equilibrado, yo he podido mantenerme por mi ser superior, yo... le llamó Dios".

Después baja un púlpito metálico; Ricky se sube y asciende a los cielos con los brazos extendidos, como el Mesías que es esta noche; se escucha su voz, pero no se ve; desciende en un cilindro, coordinándose con dos bailarinas que se deslizan en unos enormes bath tubes.

Ahora siguen los temas más latinos: Chiqui boom, en donde Ricky se integró a las coreografías de sus bailarines, lo que contagió al público; se dio el lujo de organizar un concurso, a ver quién coreaba mejor la canción. Después siguió Por arriba, por abajo; él le imprimió más fuerza a su baile y hasta tocó las congas; al ver la prendidez del público, con un gesto de infinita alegría dijo: "Son un público de puta madre, con todo respeto". Siguió María en extended version y nuevos arreglos; explotan los fuegos artificiales y desde lo más alto del escenario salen monstruosas serpentinas espumosas; ahora toca los platos con baquetas y sube por la estructura metálica dando gracias a México.

Pero faltaba el encore. Aparece sentado en un sillón e interpeta Bella, para luego reaparecer con un pantalón azul y entonar La copa de la vida; tres escaladores surcan una cascada luminosa. Todos bailan. Y el concierto termina con un torrente de fuegos artificiales, en una noche fría con un cielo encapotado que no dejó salir al otro astro nocturno, la Luna; el tercero estaba en el Auditorio y el cuarto dormía en China.