La Jornada lunes 28 de febrero de 19100

José Cueli
La verónica, šmujer tenía que ser!

Verónica honda y callada bajabas al ruedo y te sepultaste en su entraña. Con sed de muerte y desgana llegabas al atardecer de la noche invernal en la plaza. Soñadora te deslizabas sobre la arena calcinada por el sol hiriente como cornada, encontrando en tu vuelo una media a la muerte. Sentir dolorido del lance, milagro que brotaba de la nada.

Verónica señorial, mansa y queda que no sabías de zozobras. Amorosa y delgada dabas gozo a los "cabales" al marcar la curva, cargando la suerte. Verónica cautiva encerrada en las manos del torero que te liberaba en el vuelo mariposero. Verónica que te hundías en sombras limpias de teatralidad. šQué gracia en el juego al mostrarte en el arte torero!

Verónica que alumbras, las honduras del ruedo. Toda luz y calma, reina de lo profundo de la plaza torera, opuesta al ruido, tormento del toreo auténtico. Verónica resignada, llenabas de huellas, las piedrillas de la arena. šVerónica fuego y luz! Reina dormida sobre la arena, en canto hondo de raíz amargo. Voluptuosa te mecías en raudos alegres y vuelos con el revuelo del culebreo, tornasolada de rojos y amarillos, en azul domingo en el cosopirámide heredero de los aztecas, bañado de sangre de toro bravo.

ƑDónde quedaste verónica que no apareces las tardes de corrida? Misteriosa rompes la entraña del aire. Sueño parecido a vida al desaparecer en imágenes que buscan alivio. En sombras sangrientas de la noche, te esfumaste, resonando tu eco en el olé cargado de é, que, nunca termina, perdido al fondo de la cueva con latidos de silencio.

ƑA dónde fuiste mariposa que ardías como sol entre los pitones de los toros? ƑEstarás dormida para siempre? Lentitud de vida torera en convaleciente desmayo, ruedo a la muerte, descolgada en salerosas curvas, metamorfosis a la belleza torera.