Ť Carlos Fuentes, honoris causa por la UAS, en entrevista con La Jornada
Si me faltasen las críticas adversas entonces abandonaría la literatura
Ť Mis lectores, enorme recompensa para el medio siglo de vida escritural que he cumplido, señala
Ť ''En AL existe la tradición del intelectual frente a quien el poder hace la mímica de escuchar''
César Güemes, enviado, Culiacán, Sin., 25 de febrero Ť Amén del acto oficial en el cual le fue conferido el grado de doctor honoris causa por la Univesidad Autónoma de Sinaloa, el hecho singular que envolvió a Carlos Fuentes la noche de ayer fue la cantidad de lectores que se le acercó al término del acto a fin de que firmara alguno de los libros de su extensa obra. Con todos y cada uno mantuvo una breve plática, a todos ofreció un abrazo y todos salieron del recinto, el patio central de la rectoría de la UAS, con su ejemplar autografiado.
Capacidad de entablar un diálogo
La mañana de hoy el escritor ofreció una conferencia de prensa que se inclinó por los temas de tipo social y político. Después, Fuentes accedió a ser entrevistado por La Jornada, lo que es preciso agradecer dadas las numerosas peticiones al respecto que recibió desde su arribo a Sinaloa.
-Las personas que la noche de ayer solicitaron la firma de uno de sus libros fueron, por lo menos, 200. Sólo cuando existe gran empatía con el autor ocurre este hecho.
-Adonde quiera que voy en la República, tengo la enorme satisfacción de encontrar a centenares de lectores, que suman miles finalmente. En recientes días he estado en Jalapa y en Mérida, y se repite el fenómeno de una gran cantidad de lectores que se me acercan. Es una enorme recompensa para los 50 años de vida literaria que he cumplido.
-ƑDesde qué etapa de su quehacer literario percibió esta retroalimentación tan firme por parte del lector?
-He tenido la fortuna de ser desde el principio un autor de éxito, pero que también recibe muchos ataques. Eso siempre mantiene la tensión. Cuando publico un libro espero tanto las críticas aprobatorias como las reprobatorias. Si me faltasen las segundas me pondría a llorar y me retiraría de la literatura. Y ésa es sólo una parte del fenómeno, la otra, quizá la más importante, es que en México la lectura se fortalece de boca en boca. No requiere tanto de la comunicación escrita o de la crítica, sino de un fenómeno que se expande en todo el mundo: un libro adquiere sus lectores de viva voz, de persona a persona. En consecuencia, la respuesta por ese mismo motivo es más humana, más personal y se manifiesta como lo vimos anoche no sólo con el número de las personas que acudieron, sino con el cariño y la capacidad de esos lectores de establecer un diálogo.
Alimentación extraordinaria
''Siempre he dicho: si voy a firmar libros lo haré hasta que no haya uno más que dedicar, así sean diez, cien o mil, me da igual, firmo hasta el último posible. Y es que para mí es una alimentación extraordinaria como escritor y como ser humano escuchar a mis lectores. A todos les oigo decir algo, con todos tengo una palabra, cruzo algún diálogo. Es un trato que me enriquece enormemente. De manera que si hubieran sido mil los que ayer me solicitaron una firma, a los mil los hubiera atendido del mismo modo."
-Durante el discurso de aceptación del honoris causa que pronunció anoche, por el tono y los temas que abordó, se antojaba la idea de que además de estar frente a un escritor, estábamos también frente a un mexicano con dotes naturales de estadista.
-Toma en cuenta una cosa: nací en una familia de padre diplomático. Viajé mucho desde niño por toda América del Sur y Estados Unidos, escuchando en mi casa hablar de temas internacionales y mexicanos todo el tiempo, formándome un criterio de lo que era el mundo; creciendo en una época que me marcó políticamente para siempre, la de la presidencia de Lázaro Cárdenas en México, de Roosevelt en Estados Unidos y la existencia del Frente Popular Chileno. Esos fueron los tres factores que me formaron políticamente en la idea de una izquierda democrática, idea que nunca he abandonado y no pienso abandonar.
''Quienes visitaban mi casa eran siempre jefes de Estado, cancilleres, personajes de la política, mexicanos, latinoamericanos y estadunidenses. De manera que tuve contacto muy temprano con este mundo que me hizo tener dos inquietudes paralelas: una por la literatura, que me viene también desde muy temprana edad, y otra por los asuntos públicos. Crecí en ellos, fue mi caldo de cultivo, fue una formación particular y hasta peculiar".
Premio dado ni Dios lo quita
-Dedicarse a la literatura implica un tiempo considerable. Y sin embargo en cuanto aparece ante un auditorio las preguntas que le formulan no son de orden literario. Eso debe demandarle una suerte de rigor informativo. ƑA qué hora lo completa?
-Es muy fácil: no leo los periódicos sino después de cenar, porque ya entonces me encuentro que 80 por ciento de las noticias no importan, pasaron de moda; y entonces me voy a lo esencial. Cuando estoy en Londres, desde mi computadora puedo leer la información de La Jornada y Reforma, de México, lo mismo ocurre con El País, The Financial Times y The Herald Tribune. Con eso siento que estoy bien informado, aparte de que leo la mejor revista de información del mundo, The Economist, con la cual no estoy de acuerdo políticamente pero me informa de maravilla. Así que le dedico al menos un par de horas a la información todos los días.
-Y aún le queda tiempo y tranquilidad para escribir.
-Eso es lo primero que hago. En México me es difícil escribir, me la paso con la prensa todo el día o con amigos o en comidas deliciosas, pero pesadas. En cambio, en Londres hago una vida distinta: me levanto a las seis de la mañana, a las siete comienzo a escribir y no me detengo sino a las doce. Doy un paseo por un cementerio cercano, leo las lápidas que son muy divertidas. Compro mis periódicos y voy al supermercado porque me gusta escoger alimentos u otras cosas; como; dedico tres horas a la lectura y a las siete de la noche me voy con mi esposa a ver el mejor teatro del mundo, el mejor cine y a escuchar la mejor ópera del planeta. A las diez y media se acabó todo y a las once ya estoy dormido. Esa es una vida ordenada que me permite una producción muy alta. En México, en cambio, hay una anarquía vital muy sabrosa, muy alegre, con grandes cuates y buena comida, pero en la que no se puede trabajar.
-ƑHa pensado en la posibilidad de que le confieran el Nobel?
-Uy, no. Por Dios. En eso ni siquiera pienso. Esos son regalos de la providencia que ocurren o no ocurren. Los que nunca obtengamos el Nobel siempre podremos consolarnos al saber que ni Kafka ni Joyce ni Proust lo tuvieron; en cambio, lo obtuvo Pearl Buck o Echegaray. De manera que los premios son regalos de la providencia. Aunque también pienso que premio dado ni Dios lo quita.
-En su conferencia de prensa abordó asuntos de orden político. ƑExiste una relación concreta entre los políticos y los creadores de cultura, los escuchan?
-Sucede a veces y depende del país. Existe la tradición latinoamericana del intelectual frente a quien el poder hace la mímica de escuchar. Existe una forma de respeto frente al intelectual, que es una tradición muy francesa y muy latinoamericana. En Estados Unidos al presidente del país le importa un soberano hot dog lo que digan los intelectuales. Salvo a Clinton, que es un hombre ilustrado, por lo general ocurre lo que menciono.
-Aunque le parezca una pregunta en tono de broma, Ƒcómo se vería a sí mismo como presidente de México?
- Bueno, pues yo que soy una persona con sueño muy apacible, tendría pesadillas a diario.