* Toman trabajadores la sede de la central sindical


Líderes rebeldes del CGT, contra la reforma laboral en Argentina

* La flexibilización iniciada por Menem alienta el desempleo, afirman

Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 23 de febrero * Al grito de "traidores", dirigentes rebeldes de la Confederación General del Trabajo (CGT) tomaron esta mañana la sede de esa central sindical para ratificar el paro y movilización de este jueves en protesta por el proyecto de reforma laboral del gobierno del presidente Fernando de la Rúa, desconociendo así la decisión del secretariado nacional de levantar la medida de fuerza.

Cuando los disidentes encabezados por Hugo Moyano, líder del Movimiento de Trabajadores Argentinos, tomaron la decisión de seguir adelante con las protestas, la mayoría de la desprestigiada cúpula cegetista ųconocida como los gordos y que en los 10 años del gobierno de Carlos Menem apoyó todas las medidas que acabaron con importantes conquistas obrerasų estaban ausentes, luego de haber negociado anoche algunas modificaciones a la reforma laboral.

En tanto, centenares de autobuses de transportes de pasajeros provocaron un caos en el tránsito al llegar al centro de Buenos Aires, en una protesta de las empresas de transporte de pasajeros para exigir el aumento de boletos ųel mínimo podría llegar a 0.85 centavos de dólarų ante el incremento de combustible. Y en la provincia de Córdoba trabajadores estatales marcharon contra la ley de Reforma del Estado impulsada por el gobernador peronista José Manuel de la Sota, que busca privatizar todas las empresas de servicio y el banco provincial.

Es en este clima que el gobierno presentó oficialmente, casi en pleno y acompañado por los llamados gordos de la CGT, las bases del proyecto de reforma laboral que, aseguró, dará la competitividad que el país necesita y combatirá el desempleo.

Por su parte, el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, aseguró que en las negociaciones no se cedió a pretensiones gremiales, y manifestó su preocupación porque Moyano "vaya solo a la plaza". Pero el dirigente camionero contestó que "es mentira que estoy solo. Me acompañan miles de trabajadores. A mí no me compran con prebendas ni promesas".

Entre quienes apoyan a Moyano están Carlos Perro Santillán, mítico líder de los estatales de la provincia de Jujuy y de la Central Clasista y Combativa. Víctor de Genaro, dirigente de la independiente Central de Trabajadores Argentinos (CTA), confirmó a su vez la movilización de mañana, pero reiteró que sus gremios se manifestarán contra la reforma laboral en la Plaza del Congreso y no en la Plaza de Mayo, como los disidentes de la CGT.

Pero las diferencias no se dan sólo a nivel sindical, sino que incluso entre las filas de la gobernante Alianza (integrada por la socialdemócrata Unión Cívica Radical y el centroizquierdista Frente País Solidario) había decepción ante la postura de negociar con los dirigentes ortodoxos y menemistas de la CGT, sus otrora enemigos.

El proyecto de reforma laboral busca, entre otras medidas, ampliar el periodo de prueba para los nuevos trabajadores, de uno a tres o seis meses, y descentralizar las negociaciones salariales permitiendo que éstas puedan hacerse directamente con los trabajadores y no obligatoriamente con los sindicatos.

Según cifras de los sindicalistas rebeldes, la flexibilización laboral que comenzó Menem alienta el desempleo, la precarización y el abuso patronal y, aunque reconocieron que el anterior gobierno dejó "tierra arrasada" tras 10 años de gestión, también advirtieron sobre la falta de reflejos del nuevo gobierno, que asumió en diciembre pasado, para buscar reducir el déficit.

En lugar de poner control a quienes "roban", dijeron los sindicalistas, las autoridades terminaron negociando con la cúpula cegetista, que logró que no se modifique el actual sistema de cuotas sindicales, que está a cargo de las conducciones centrales de los gremios.

Entre los datos ofrecidos por los sindicalistas, se mencionó que más de 30 por ciento de los 36 millones de argentinos vive en la pobreza, y sólo en Capital Federal y Gran Buenos Aires casi un millón de personas vive en la indigencia, todo esto pese a que la producción aumentó en enero de este año 3.2 por ciento en relación al anterior y que los inversionistas se llevan por cada peso argentino (un dólar) facturado, unos 65 centavos.