* CIUDAD PERDIDA
* Miguel Angel Velázquez *
* El acarreo, un engrendro priísta
* Obligado deslinde de perredistas
Desde la perspectiva de la costumbre, el acarreo forma parte de la liturgia política en tiempos de campaña.
Llevar y traer gente para ofrecer "apoyo" a algún candidato, entonces, no es un delito electoral, por más que su práctica sea un hecho tramposo que no asegura el voto de los acarreados.
Y sin embargo nadie escapa a la tentación de "jalarse" a uno que otro contingente para crear escenarios de voto virtuales. Escenografía para alimentar la fotografía o el video, para robustecer el ego de los candidatos y, regularmente, para engañarlos.
Así se hizo la costumbre. Este o aquel líder mueven "a su gente" para mostrar al candidato cuántos los siguen, el alcance de su fuerza y de ello depende, en la mayoría de las veces, el tamaño del hueso que pretenden, es decir, también es una suerte de chantaje al que se ven sometidos quienes buscan el poder.
Por simple justicia debemos decir aquí que esta práctica se halla ligada de todas formas al PRI. Los candidatos débiles, sin oferta, creados por el otro vicio, el del dedazo, necesitan siempre del aparato priísta para sentirse tal vez seguros.
Por eso, para el sindicato de trabajadores del gobieno del DF, siempre priísta, asistir a un acto de campaña significa acarreo, y no hay distingos, sea PRI, PAN o PRD, porque no es cuestion de convencimiento, se trata únicamente de mostrar fuerza.
De esa forma primero se "apoya" y luego se cobra. El PRD no puede caer en esa práctica, por más que existan líderes interesados en mostrar ese tipo de "apoyos".
La oferta política, la idea, deberá sustiuir, cuando menos en el PRD, a la tentación de auditorios llenos de gente que no escucha porque va obligada, porque se le amenaza, incluso, con quitarle un día de salario o alguna otra reprimenda.
Desde el pasado lunes, en el Gobierno del DF se iniciaron las investigaciones para saber quién o quiénes, en vehículos de diferentes delegaciones ųel uso de los recursos del gobierno para el acarreo sí es un delito electoralų transportaron a la gente del sindicato a un acto al que asistieron Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador.
No hay mucho por buscar: el líder sindical Magencio Caporal acepta la responsabilidad del tal hecho porque siempre ha sido así, porque como se dice arriba, es costumbre, nada más.
La sanción que se imponga a este líder de la sección sexta del sindicato del Gobierno del DF deberá ser ejemplar, no nada más porque sea un delito, sino porque debe marcar las diferencias con el PRI. Que así sea.
Divisiones en el tricolor
Con los acomodos realizados en el PRI-DF, las contradicciones al interior del partido se agudizaron. Los grupos estan realmente en pugna y los nombramientos han concitado a las diferentes corrientes. Ahora, el reparto de las candidaturas para los puestos delegacionales sobrecalienta un ambiente cada vez más enrarecido. Tal vez Iztapalapa sea la arena de prueba más grande para el PRI. Allí el compromiso de Silva Herzog con los pepenadores ųacarreadores profesionalesų significa la delegación política, pero allí también existen otras corrientes en espera de una decisión del candidato para hacer sentir que hay, en realidad, un arreglo entre corrientes.
No obstante, en el mismo PRI nadie apuesta por la concordia, pero en el ánimo de todos está la idea de un combate que deberá saldarse con la derrota de alguno de los políticos en guerra.
Si la candidatura queda en manos de la corriente de Cuauhtémoc de la Torre, la ruptura será más profunda de lo que se piensa. Es más, no habrá cicatrización porque, además, seguramente se perderá la delegación a manos del PRD.
En estos días se habrán de resolver muchas de las incógnitas que hoy han evitado una confrontación mayor en el PRI-DF. El tiempo, sin duda, servirá para encontrar la salida a los conflictos planteados, lo malo es que el tiempo ya se acaba y no hay soluciones de consenso.