Ť Creía en nuestras raíces y las defendió
Benítez, presente en la lista de los mexicanos del siglo
Ť Rebasó la categoría de investigador para ser luchador social
De la Redacción/ II y última Ť Personajes de la cultura en México, hablan sobre el deceso de Fernando Benítez.
Salvador Elizondo: Lo evoco como hombre afable y amable, no era en absoluto violento. Su mayor empeño era difundir la obra de los escritores, tanto, que del suplemento que dirigía surgieron muchos. Cuando yo era un jovencito, Fernando Benítez me ayudó mucho. Tuve una gran amistad con él, que permaneció a lo largo de los años. Claro que tenía mucho sentido del humor, pero lo considero más como escritor que como periodista, porque escribió unos libros muy importantes sobre la historia de México.
Padre y partero del periodismo cultural
Raquel Tibol: Comencé a publicar en suplementos culturales en 1953. El primero que me abrió puertas fue Fernando Benítez en México en la Cultura (de Novedades). La primera colaboración que entregué fue una entrevista con Luis Buñuel (Buñuel el subversivo, 29-XI-53), que hice en los Estudios Clasa, en Tlalpan, cuando filmaba Subir al cielo, con Lilia Prado, famosa por sus pompas. Ahora que murió Xavier Francis, la segunda entrega que hice fue una entrevista con el entonces director del Teatro de la Danza (Una introducción a Xavier Francis, 5-XII-53). Después, de las entrevistas importantes que publiqué y que han marcado, digamos, un cierto momento dentro de la biografía de alguien, es Apuntes para una biografía de Frida Kahlo (7-III-54). Se la había hecho en 53, salió en vida de ella. Todavía gocé de un excelente diseño de Miguel Prieto; Benítez le dio un buen despliegue. Tuve muchas oportunidades con Benítez hasta que hubo un altercado: cuando José Luis Cuevas empezó a publicar en México en la Cultura, sus ataques contra Rivera, Siqueiros y en general, entonces, empezó a atacarme diciendo que yo era agente del Partido Comunista ųnunca he pertenecido a ningún partidoų, y me pareció irresponsable de parte de Benítez que publicara semejante cosa, ni siquiera diciéndome nada. Entonces, le mandé un telegrama, esperé que lo publicara y como no lo hizo, le pedí a Hero Rodríguez Toro, en Excélsior, donde yo también publicaba en Diorama, que lo reprodujera en la sección Su mesa de redacción. Allí apareció el telegrama a Benítez de mi extrañamiento de esa publicación, que en aquel tiempo no podía sino calificarse de macartista. Eso de ver comunistas por todos lados y debajo de las mesas. Desde ese momento la relación se enfrió definitivamente aunque nos veíamos y nos saludábamos. (Lo) recuerdo, también, ya con su físico muy deteriorado por las dos caídas que tuvo en el baño, ya avanzada la tercera edad. Fui de jurado a República Dominicana ųlo presidíaų, lo vi entre el público (era embajador de México en ese país), se acercó a felicitarme por la lectura del acta y demás. En alguna otra ocasión, como gente decente nos saludamos. El fue muy cordial conmigo y me dio trato de reportera estrella del suplemento. Nunca me habían cortado textos, nunca me habían censurado textos, y eso empezó a ocurrir después del telegrama. Vi, digamos, las dos caras de Fernando Benítez, el hombre que acogía a alguien con una gran voluntad de trabajo, y el hombre que ponía por encima de cualquier cosa la amistad con sus amigos. Nunca me consideró su amiga. De modo que lo que hubo fue un rompimiento de trasfondo ideológico y que no se entendía en el México macartista de aquellos años que publicara semejante cosa Fernando Benítez.
Fernando González Gortázar: Cuando Fernando llegó a sentirse ya muy deteriorado, le comentó a alguna de sus amistades que ya quería morirse. Cuando ella, muy compungida, le preguntó Ƒpor qué?, le respondió: porque ya no soy útil a mi patria. Esto me parece una frase muy conmovedora de quien convirtió a México, prácticamente en el tema de su obra y de su reflexión por medio de los indígenas, su historia o su cultura. Pero que al mismo tiempo como complemento o parte inherente a ese amor por México, fue uno de aquellos que más contribuyeron a abrir las ventanas y puertas del país para la inteligencia y la cultura del mundo. Esto me parece más aleccionador viniendo de una persona como Fernando que, por otra parte, nunca quiso dar lecciones. Igual se apasionaba por Altamirano, que por Dostoievki, Cervantes o Pérez Galdós. Desde luego no se puede exagerar por más que uno lo intentara al hablar de la importancia que tuvo para el periodismo cultural de México, del que fue el padre y el partero. Fue alguien con la capacidad para ver el núcleo de las cosas, de rodearse de personas que han venido a ser algunos de los guías de nuestra cultura y de nuestra ética intelectual. A Fernando, lo añado a la lista de mis mexicanos del siglo.
Víctor Hugo Rascón Banda: La Sogem lamenta profundamente este deceso porque desaparece un hombre que, para ser universal, creía primero en las raíces y en el valor de lo propio. Independientemente de su méritos como creador de suplementos culturales y como maestro del periodismo, su valor indiscutible es que creía en esta nación, en su cultura, con lo cual desaparece una guía espiritual en estos momentos en que los nuevos narradores, dramaturgos, pintores y músicos y demás creadores creen que ser universal es pensar y sentir en abstracto sin referencia a la sociedad que engendra al artista. Perdemos a un hombre que creía en lo nuestro y lo defendía, ahí está Los indios de México, obra todavía no superada que sigue dándonos luces sobre el otro México. Ahí quedan todos sus discípulos que ahora han creado nuevos suplementos y nuevos debates en torno de la cultura. Fue íntegro y honesto, de un gran compromiso con la sociedad. Es de los creadores con alto sentido de la ética y de la coherencia con su acción.
Sensibilidad para con los indígenas
Natalio Hernández: Lamento mucho que hayamos perdido a un hombre de gran sensibilidad y admiración por el mundo indígena. Su obra Los indios de México es una especie de enciclopedia y una memoria muy importante de los atropellos contra los indígenas, pero también de la parte humana que él pudo apreciar y admirar en un momento en que la sociedad mexicana no tenía sensibilidad ni interés por esa presencia digna de los indígenas.
Miguel Angel Mendoza: Es una pena grande porque Fernando Benítez, aparte de un excelente periodista, fue un rescatador de la dignidad, presente en la cultura de los pueblos indígenas de México. Como escritor tuvo el acierto de ser un escrupuloso investigador de las fuentes históricas, pero no se conformó con ello sino que recorrió el mapa de la República para captar de viva voz y con los nervios tensos los tesoros que le dieron profundidad a su vida. Ello le permitió superar los matices de diletante, buen gourmet y hombre al día de la moda masculina. Era un exigente del nudo de la corbata y la blancura del cuello de la camisa, el conocedor profundo de vinos y viandas, lo cual siempre le dio un cartel excelente entre las mujeres. Nunca pertenecí a su grupo de amigos, pero cuando yo escribía en Novedades, él dirigía México en la cultura. El nunca fue antropólogo, pero dio tanta beligerancia a sus investigaciones de campo que hacía la broma de que entre periodistas era antropólogo y entre antropólogos, periodista. Rebasó la categoría de investigador y devino luchador social. Sus libros, por conocidos, no vale la pena mencionar sus títulos, excepto Los indios de México, obra monumental. (Merry Mac Masters, Miryam Audiffred, Yanireth Israde, Arturo Jiménez y Carlos Paul)