La Jornada martes 22 de febrero de 2000

José Blanco
Costosa conjetura

El CGH y sus apoyadores supusieron que la propuesta de gratuidad para quienes carecieran de recursos, y de pago de una cuota simbólica sólo para quienes los tuvieran ųasí fue la reforma al Reglamento de Pagos de la UNAMų, era un engaño "neoliberal"; en realidad, el primer paso de un curso cuyo fin era la privatización de la institución.

Los pro huelguistas (adolescentes o recién salidos de la adolescencia, más sus seguidores adultos) engendraron esa conjetura sin más fundamento que sus creencias y su "análisis político", y con ella causaron daño profundo. ƑDe qué datos se alimentaba el "análisis político"? De las tendencias privatizadoras efectivas de la educación superior que pueden observarse en diversos países y en México mismo.

Esa tendencia, sin embargo, ocurre en este país por la gradual, pero continua apertura de universidades privadas, las que ahora han recibido un impulso significativo eficazmente provocado por la huelga de la UNAM: miles de estudiantes han buscado un lugar en ellas. Es decir, la privatización no ocurre ni pude ocurrir por la vía de volver propiedad privada la universidad pública.

La privatización de una entidad pública tiene lugar si ella tiene garantizado un éxito de mercado. De no ser así, no hay inversionista que la adquiera. ƑPuede la UNAM ser un éxito de mercado y alcanzar una alta rentabilidad financiera en volumen y en proporción al inmenso capital que representa? Obviamente no. Los alumnos que asisten a la UNAM sencillamente no pueden ser la base de ese mercado altamente rentable: no poseen la capacidad de pago para cubrir las cuotas necesarias para volver financieramente rentable el gigantesco capital instalado. Lo dicho, es imposible privatizar la máxima casa de estudios.

Así, la UNAM está obligada a continuar formando profesionales de calidad creciente, en las muchas disciplinas en las que la universidad privada no va a entrar nunca ųjustamente porque no son financieramente rentablesų, y a ser altamente competitiva en aquellas que sí interesan a la universidad privada. Altamente competitiva significa que debe formar a los mejores intelectuales y profesionales de cada una del centenar de carreras que la UNAM imparte.

Aunque el 20 de abril de 1999 decenas de miles de estudiantes se congregaron en la explanada de rectoría para manifestarse en contra del "estallamiento" de la huelga, y aunque diversas escuelas y facultades, entre ellas las más numerosas (Contaduría y Derecho), habían votado en contra del paro, esas facultades y la UNAM misma fueron cerradas por la fuerza. O, expresado en el lenguaje de los huelguistas y sus simpatizantes, por la violencia.

No obstante, en su inicio la huelga contaba con una base estudiantil también amplia: la universidad estaba dividida. Por eso, la razón social de la reforma al Reglamento de Pagos, en un marco de equidad, no le otorgaba al rector Barnés, en automático, la razón política. Eso hoy queda claro, aunque ciertamente a toro pasado. La sinrazón social del CGH se impuso como razón política. Pero si de una parte la conducción del conflicto por la autoridad universitaria no pudo reconocer ese hecho, de otra, la razón política del CGH fue extraviada por este mismo al alargar indefinidamente la huelga.

En efecto, generalmente una huelga de tres o cuatro semanas afecta a la institución y a la autoridad universitaria. Pero esta huelga fue mucho más allá y volvió al tiempo un corrosivo muy eficiente en la destrucción de la base social del CGH, debido a que el paro indefinido afectaba gravemente los intereses particulares de cada uno de los alumnos. La disyuntiva para cada estudiante forzosamente era: mi carrera y acaso mi futuro hoy, o la incierta cuota gratis para las generaciones del futuro. Con el tiempo prevaleció lo primero.

El movimiento social estudiantil contra la privatización conjeturada, por esa razón, desapareció, y fue entonces que cobraron preeminencia las "organizaciones sociales".

Es falso, en consecuencia, que la policía haya reprimido a un movimiento social que ya no existía. La policía aprehendió a un grupo de obsesos, parte de una huelga básicamente triunfante que se presume ha cometido delitos tipificados en el Código Penal; nada más.

El afán de algunos opositores por recrear el mito de otro 68 es, por eso, inane.