Ť Escribió un compendio sobre el realizador
Buñuel, mejor poeta que cineasta: Francisco Sánchez
Raquel Peguero Ť El escritor y guionista Francisco Sánchez preparó un breviario y compendio de "lo que se ha dicho y escrito sobre Buñuel, a fin de que los estudiantes y los jóvenes que se acercan a su obra no tengan que leer 400 libros". Siglo Buñuel contiene, además, lo que serían dos volumenes: Todo Buñuel y El visionario (en homenaje a Salvador Elizondo).
El "destino" lo llevó a escribir este libro, cuenta sonriente, pues su idea original era que se reditara Todo Buñuel, que fue publicado por Cineteca Nacional en 1978. Sin embargo, el entonces director de esa institución, Alejandro Pelayo, y Blanca Sánchez, editora de Juan Pablos, lo alentaron para que, a 25 años de distancia, hiciera algo más amplio, diera su visión del cineasta aragonés -al que trató 13 años-, con aspectos históricos, biográficos, anecdóticos, artísticos, estéticos y personales.
Para este trabajo revisó "entre 30 y 40 libros, algunos tumba burros entre ellos, y de todos saqué algo interesante". Sin embargo, había que seleccionar, y escogió cinco que considera los más importantes y a los que dedica, a cada uno, un capítulo: Mi último suspiro, la autobiografía; Memorias de una mujer sin piano, la autobiografía de la esposa Jeanne; Prohibido asomarse al interior, "el más importante", que es la entrevista que le hicieron José de la Colina y Tomás Pérez Turrent; Conversaciones con Luis Buñuel, de Max Aub, que contiene un gran bagaje documental y muchos testimonios, y La trama soñada, de Daniel González Dueñas, "como un paradigma, pues es un análisis estético que lo ve desde el punto de vista de un surrealista''. También se basó mucho, aunque no lo comenta, en El cine mexicano de Buñuel, de Iván Avila.
Con esas fuentes, buscó hacer un mosaico de opiniones, ''pero hay muchas mías, pues al escoger entre una opinión y otra eres autor''. Lo nuevo, explica, es un capítulo dedicado al amor que Buñuel sentía por las Lolitas: ''Era una obsesión, como el lobo persiguiendo a Caperucita", y al final hay testimoniales, documentos y opiniones sobre el cineasta, que actualizó -''todos eran a partir de la muerte de Buñuel para atrás y por lo mismo eran obsoletas''- con entrevistas a 30 conocedores de su obra, para que dieran su opinión en el marco del 2000 y para que en perspectiva expresaran lo que piensan del realizador. ''También revelo quién fue su último amor platónico. Claro: Angela Molina, cuando ella tenía 18 años. Aquí cuento las incidencias de lo que él nos contó a Alberto Isaac y a mí, y cómo nos mintió en alguna parte muy importante que se revela posteriormente''.
Para las entrevistas acudió a alumnos y maestros de cine, guionistas, directores, actores, pintores y novelistas, además de una interesante variedad de opiniones.
''Hay el caso de un alumno que dice que su peor película es El río y la muerte, y un maestro que asegura que es la mejor. Juan Villoro cuenta cosas chistosísimas; Lucy Orozco relata una película que hicimos ella y yo sobre Buñuel; Ignacio Solares, su obsesión de jesuita con la obra buñueliana, y Jorge Rufinelli se refiere a algo interesante: Buñuel se dijo siempre enemigo de la publicidad, pero es el cineasta del siglo XX más retratado del mundo. El escritor enumera las fotos más famosas, que van desde su época joven hasta su madurez".
Respecto de los libros que revisó, explica que algunos son infinitamente aburridos: ''Hay algunos análisis psicológicos, a los que soy alérgico, la interpretación me parece absurda y Buñuel la odiaba''.
Mentir por la verdad
-De las autobiografías que incluyes, se dice que contienen muchas mentiras.
-Buñuel mentía mucho, como buen decidor de la verdad. Decía que no le importaba el cine, que no leía a los críticos -y los tenía recortados y subrayados-... decía muchas cosas, y claro, era un hombre que se preocupaba. La autobiografía de Jeanne la publiqué a sabiendas de que muchos amigos de Buñuel la odian, porque sienten que es una traición al marido patriarcal, pero tanto derecho tenía ella como él de escribir su vida y, cósmicamente, son igual de importantes. Me gustó mucho porque revelaba lo que sabíamos de Luis: que Arturo de Córdova, en El, es el autorretrato de Buñuel; que un poco de Archibaldo de la Cruz, en Ensayo de un crimen, es él mismo con sus obsesiones, y todos los Fernados Rey son Buñuel persiguiendo muchachas que nunca pudo alcanzar. Era muy coqueto pero platónico, quería ser (Sergio) Andrade pero nunca se atrevió a salir de los sueños.
-ƑCuál es tu conclusión?
-Antes me gustaban más sus películas del realismo español y ahora las que hizo en su época surrealista de la madurez, porque son las más libres. Entendí que esa libertad era un gran ejemplo, el cambiar de tiempo, personajes, historias; el jugar con las formas permitía una gran libertad que, descubrí, era un grito de independencia. Creo, en definitiva, que su mensaje es doble: primero te dice que debes asumir tu mundo interior, el de los sueños, la imaginación, los deseos, la fantasía ,que es tan importante como el mundo de la realidad. Y, segundo, que asumas la libertad como un riesgo.
-ƑEsa libertad se dio siempre o se afianza con el tiempo?
-Buñuel tal vez no fue un buen cineasta, pero sí un gran poeta, y una de sus cualidades es que siempre fue fiel a sí, un hombre libre porque creía que era dueño de su cerebro y de su espíritu. La primera maravillosa imagen de El perro andaluz, donde se corta un ojo mientras una nube rasga la luna, lo muestra. Incluso en sus películas comerciales, malísimas, siempre hay algo que las salva y es esa libertad que se permitía. En Gran casino, la primera cinta comercial que hizo, por hambre, tiene una escena que ahora es clásica y es la escena del beso, muy importante en los dramas románticos. Ahí la cámara baja y no retrata el beso, sino una varita que tiene Jorge Negrete con la que mueve el chapopote en una forma grotesca. Ahí está su firma.
-ƑPor qué dices que no es buen cineasta y sí buen poeta?
-No creo que sea un director brillante. Cuando vino a México, después de hacer dos películas y un documental, no sabía dirigir, aquí aprendió, y como no era tonto, lo hizo rápido. En Los olvidados llevaba por primera vez a (Gabriel) Figueroa, que ya era un gran artista, y Buñuel estaba escamado porque pensaba que iba a descubrir sus defectos. Para cuando filmó Ensayo de un crimen y Nazarín ya lo hacía perfectamente: el cine no tenía secretos para él.
(Siglo Buñuel será presentado este martes, a las 19:30 horas, en Cineteca Nacional, por José de la Colina. Al final se proyectará Un perro andaluz).