* CIUDAD PERDIDA
* Miguel Angel Velázquez *
* Difícil, el triunfo de Silva Herzog
* Padece el síndrome Castillo Peraza
Para los priístas nuevos, para los viejos y para los no tanto, el supuesto triunfo de Jesús Silva Herzog en el Distrito Federal se complica día con día, sin posibilidades de repuntar.
Si bien es cierto que el candidato del PRI parecía una carta segura a finales del año pasado, ahora, a la vista del tiempo, empieza a sufrir del síndrome Castillo Peraza, ese fenómeno que apunta a la derrota vergonzosa.
Más allá de las encuestas y de los años que pesan sobre Jesús Silva Herzog, durante sus muy pocos contactos con el elector, el ex embajador en Washington ha demostrado una terrible insuficiencia de oficio político.
Aunado a ello, los amarres del aspirante del tricolor con los grupos corruptos del mismo organismo golpearon a muchos militantes de su partido.
La muy poca gente que creyó en ese cuento del nuevo PRI empieza a sentir el peso de la demagogia y vuelve los ojos a alguna otra opción política desde la cual les sea posible lograr el poder.
Así, hoy, al realizarse el Consejo Político del Revolucionario Institucional, será necesario hacer cuentas, mirar de frente hacia la elección, y remediar, si esto es posible, el caso de Silva-Peraza, antes de sufrir, de nueva cuenta, una derrota que podría dejar fuera del escenario político al tricolor.
Lo grave es que en este nuevo PRI, como en el viejo, lo menos importante es el dicho o el sentir de la ciudadanía. Las decisiones se toman entre trampas e imposiciones y ninguna de ellas se cambia.
Así, es previsible la declaración de todos los priístas del consejo, y sólo de ellos, para apoyar con renovado esfuerzo la candidatura de Silva.
Sonarán matracas y porras de los líderes en espera de beneficios y, afuera, seguramente callarán todos los priístas con quienes no se lograron los amarres en la elección interna.
Todo ello podría explicar un ambiente no muy satisfactorio para hoy, día de consejo, pero la costumbre, por decirlo de alguna manera, llevará en su inercia a este "nuevo PRI" a los mismos vicios de siempre.
Por ejemplo, en esta ocasión, como en muchas otras, el tricolor irá a las convenciones para sacar a sus candidatos a puestos de elección popular, principalmente a las delegaciones.
Esta medida tratará de impedir que se lesione a los grupos hoy en pugna, y en eso seguramente hay razones de fondo; por ello se habrá de formar una comisión con un presidente y doce delegados que se encargarán del proceso.
El trabajo promete ser duro en algunos puntos. Las demarcaciones serán, esta vez, el dolor de cabeza. En Azcapotzalco, dos Pepes compiten contra un Jaime y, desde luego, contra el actual delegado, Pablo Moctezuma Barragán, quien goza de muy altos índices de popularidad, y podría, incluso, ser el único delegado que repita por el PRD.
En Miguel Hidalgo, una delegación difícil por la composición política de sus habitantes, irá, seguramente, Luis Miguel Ortiz Haro, un priísta determinado a hacer una campaña ganadora, pero en Iztapalapa los silvistas no quieren aceptar a Florentino Castro, con bastante trabajo en la delegación por haber formado parte del equipo de Roberto Campa.
Es decir, aquello de la reunión de buena voluntad entre Silva y Campa más bien pareció un engaño hacia el segundo que una cena en la cual se dieran acuerdos de trabajo conjunto. Lo terrible es que el equipo de Silva Herzog pretende, según dicen, imponer a la reina de la basura en aquella delegación; si así fuera, seguro van a perder.
Pero no nada más. Se dice, y muchos lo aseguran, el PRI-DF sufrirá los cambios tan anunciados y tan temidos. Manuel Aguilera y Oscar Levín serán las únicas cabezas que no rodarán en este proceso.
Sí, los cambios se temían por ilógicos, muchos de ellos. Nadie mejor que Gil Padilla, por ejemplo, para entender este escenario desde la Secretaría Eletoral que, ahora, dice Manuel González Compeán entre sus cuates, quedará en manos de Marco Michel, uno de los más cercanos a Silva Herzog.
En Finanzas entrará un hombre de apellido Feullosa, de quien se afirma tiene experiencia en eso del manejo de los dineros, y en prensa, Salvador Juárez dará paso a otro de los elegidos del círculo cercano al candidato.
Las experiencias cercanas en tiempo advierten que el cambio de equipo puede resultar fatal para las campañas. Así lo hizo Alfredo del Mazo y así le fue.
Hoy, este lunes, en el consejo priísta se echará la suerte de Jesús Silva Herzog, a quien le persigue, cada vez más cerca, el síndrome Castillo Peraza.