José Antonio Rojas Nieto
Mercado petrolero
A pesar de la presión estadunidense y la campaña de miedo contra los productores petroleros por los altos precios, antes de hacer declaraciones locas, asustar a todo el mundo y tomar decisiones aceleradas, es necesario reflexionar sobre la situación del mercado petrolero. Habría cuatro circunstancias muy importantes a considerar.
La primera tiene que ver con la demanda. En 1999 ésta se incrementó en un millón de barriles al día respecto a 1998, año en el que sólo se elevó 300 mil barriles diarios, después de haber registrado durante varios años incrementos anuales cercanos a los 2 millones de barriles. Más aún, se prevé una sólida recuperación levemente superior a los dos millones diarios para este 2000: de un poco más de 75 millones de barriles al día en promedio en 1999 (casi 77 en el invierno), se espera un consumo anual ligeramente superior a los 77 millones de barriles diarios, resultado de un consumo actual de casi 78 millones; una leve baja en el segundo trimestre (75 y medio); una ligera elevación en el tercero (poco más de 77); y un consumo máximo en el cuarto (prácticamente 79). Esto no hay que olvidarlo para no hacer advertencias inecesarias, generar temores infundados o tomar decisiones equivocadas.
La segunda es sobre los precios. Sin duda, se han elevado debido a la recuperación de la demanda y, más recientemente, al mayor consumo de invierno. Pero tampoco hay que olvidar que a diario apenas han alcanzado un nivel similar al que tenían a fines de 1997 cuando empezaron a descender; y a nivel promedio siguen por debajo. Es irresponsable, entonces, empezar a generar miedos por las altas cotizaciones de principios de la semana, máxime cuando jueves y viernes el mercado empezó a reaccionar a esa campaña por elevar la producción, campaña que es preciso contrarrestar con inteligencia, antes de caer en el ambiente de temor para provocar una guerra de producción y de precios. Ningún productor quiere precios exorbitantes, pero menos un derrumbe.
La tercera es sobre la oferta. Hay acuerdo entre los productores ųsería absurdo que no lo existieraų para incrementar la producción, pues están contra un ascenso especulativo de precios el que trata de ser provocado por los consumidores con el manejo ad hoc de sus inventarios. Los productores dudan sobre el monto del incremento, su distribución y el momento de hacerlo. No está claro que deba ser por dos millones de barriles a partir del primero de abril, cuando se reporta la baja estacional de primavera. Indudablemente que éste será un punto fundamental del debate en la reunión de la OPEP en marzo y hay que prepararlo bien. Hay quienes piensan en un muy ligero incremento en estos meses y una ampliación para el primero de julio cuando empieza el ascenso estacional de otoño y la demanda ųcomo se prevéų, se orienta poco a poco un consumo de 79 millones de barriles al día en el invierno.
La última observación es sobre los inventarios. Sin duda se encuentran en niveles más bajos de su historia reciente, no sólo por el consumo, la especulación y la lucha contra productores. Pueden bajar más si los estadunidenses y otros grandes consumidores de la Unión Europea y de la zona Asia-Pacífico (Japón sin duda) deciden seguir con su ánimo de provocar una guerra de producción y de precios para lograr un freno artificial al alza de las cotizaciones. Hay que observar esto con mucho cuidado para no caer en el absurdo de ampliar la producción cuando los consumidores liberan inventarios, fortaleciendo la especulación que se desea frenar. Hay que pensar que lo más probable es que los grandes consumidores deban aprovechar la baja estacional de primavera para recuperarlos, lo que no deja de representarles un cierto problema, cuya solución tratan de adelantar con sus presiones. Los productores pueden y deben soportar esas presiones y no dejarse amedrentar por los grandes consumidores, empezando por EU, siempre tan hábil para proteger sus intereses.
Si se supera la presión ųlo que exige astucia y prudenciaų, en abril se podrá ofrecer crudo a un precio que refleje tres hechos: 1. Un nuevo equilibrio oferta-demanda que se está consolidando, sobre todo con la recuperación del consumo en Asia-Pacífico. 2. La baja estacional de primavera que ya empieza a notarse. 3. Un paulatino incremento de cuotas de producción, resultado de un acuerdo entre productores a fines de marzo, y de su ratificación y leve ampliación a fines de junio.
No hace falta dejarse presionar para moverse fuera de una línea de conducta que, al menos hasta el día de hoy, ha mostrado no sólo ser correcta sino justa.