La Jornada domingo 20 de febrero de 2000

Abraham Nuncio
El incidente de la República

Una parte de la película de la UNAM la había visto ya en otro lugar. Fue en la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey. El Presidente --entonces Miguel de la Madrid-- había decidido cerrar la planta siderúrgica que fue en su momento la más grande de América Latina. Ahora sólo se requería encontrar un culpable. Ese culpable era numeroso: alrededor de ocho mil obreros.

Caja de resonancia de la decisión presidencial fueron los medios electrónicos (de los impresos, El Norte se asumió cruzado de la oscura causa). No se propusieron informar, sino hallar lo que el poder necesitaba para legitimar su albazo: rincones sucios, lugares en desorden, trabajadores ociosos, algunas botellas y latas de cerveza vacías. Nunca informaron que la inversión programada para la fundidora había sido objeto de un drástico recorte y que a los obreros, probados por su capacidad de trabajo y organización, se les daban tareas nimias en áreas diferentes a las que estaban asignados. Tampoco que no les constaba que lo hallado fuese obra de los trabajadores, y no algo prefabricado por la administración. Los obreros no estaban ni en las naves de la fundidora ni en las ondas hertzianas. Había, sí, fuerzas extrañas a su movimiento: colonos, trabajadores de otras partes, algunos activistas universitarios, que no-tenían-por-qué-andar-solidarizándose-con-ellos. Y no faltaban los instigadores de las malas conductas en el país: los comunistas.

Entrevistas y reportajes a discreción donde aparecía un solo punto de vista: el que le interesaba al Estado para desprestigiar a la empresa y culpar del descrédito a los obreros. Cuestión de selectividad, edición y mala leche. Después de una serie de reportajes sobre las condiciones en que éstos tenían a la siderúrgica, su autor, el periodista Ramón Alberto Garza, fue promovido a la dirección de El Norte.

Las fuerzas vivas de Monterrey ųlos empresarios, sobre todoų execraban a los obreros causantes de la improductividad y desorden en la fundidora. Exhibiendo sus "aspectos negativos" ųpodrían hallarse, con querer y poder, en Los Pinos, el palacio de Buckingham o el castillo papal de Castelgandolfoų y haciendo pasar a sus "causantes" por las horcas caudinas, la prensa unidimensional se esforzó por hacer ver que tales jueces tenían toda la razón. Beneficiarios del cierre y privatización de la fundidora fueron, precisamente, los grandes empresarios regiomontanos. Los obreros quedaron excluidos de los nuevos planes e ingresaron a las listas negras.

Con el movimiento dirigido por el CGH ocurrió igual. El stablishment, del que el presidente Zedillo se ha convertido en ideólogo, y los medios a su servicio --La Jornada y otras islas son excepción-- convirtieron a los estudiantes contestatarios en criminales. Las autoridades universitarias nunca estuvieron dispuestas al diálogo: o lo difirieron o lo escamotearon. Los estrategas oficiales sabían que el desgaste produce extremos y división interna. En efecto, la ultra surgió y la división cobró algunas presas.

El movimiento, es cierto, no se detuvo cuando pudo hacerlo con una módica pero efectiva victoria. Debió percibir que el principio de autoridad, no el diálogo, es el arma indeclinable de un régimen autoritario y aliado a los ricos. Gobierno que tiene como parte de su estructura, además de aliados tipo la jerarquía católica más conservadora o la Unión Nacional de Padres de Familia, la fuerza de las armas. Pero no sólo eso: tiene también comparsas.

Sorprendidos unos, con plena conciencia de causa otros, los intelectuales que firmaron el desplegado que dio cobertura final al asalto de Ciudad Universitaria ordenado por Zedillo (lo de la juez fue una broma) jugaron ese papel. Nada extraño a nuestra historia. Lunares aparte, desde Porfirio Díaz los intelectuales mexicanos se asfixian lejos del Príncipe. Es triste.

Los firmantes del desplegado del 3 de febrero, Ƒhicieron un esfuerzo similar para llamar al diálogo a Barnés, el rector anterior que maniobró hasta el último momento para evitarlo? ƑConminaron al nuevo rector a aceptar condiciones de diálogo pertinentes al carácter del conflico? ƑSe organizaron antes para protestar por el recorte a la UNAM y porque el régimen hizo con la universidad pública lo mismo que con el ejido o con los bienes de la nación? Nada de esto. En tres párrafos encapsularon su saber y su conciencia, y acusaron a quienes no respondieron a un plebiscito de dudoso procesamiento de "minoría intolerante" responsables de "actos de violencia y de irracionalidad". Los alcanzó el tiempo y los convirtió ųel profético poema de José Emilioų en aquello que abominaron veinte, treinta años atrás.

La otra parte de la película de la Universidad Nacional Autónoma de México está en el nefasto guión del 68. El mismo lenguaje: terroristas, peligrosidad social, estricto apego a la legalidad; el mismo machismo diazordacista que en Zedillo quiere recuperar hasta el molde: asumir él toda la responsabilidad de lo sucedido.

En el trigésimo aniversario del 2 de octubre, por voz de Zedillo, el régimen priísta le reconoció, por primera vez, al movimiento estudiantil de 1968 su nobleza y potencialidad de cambio. Ahora, seguramente, al movimiento dirigido por el CGH le querrá asignar la misma dimensión de incidente que le dio al EZLN.

Pues ese incidente, con su arrojo y sus errores, con su juventud atravesada, y aun con la derrota momentánea que le ha sido infligida, nos reivindica como pueblo. Lo veamos o no lo veamos; lo queramos reconocer o lo ignoremos.