MAR DE HISTORIAS
Asignatura pendiente
* Cristina Pacheco *
Andrea distribuye los platos sobre la mesa. Al oír la puerta que se abre abandona su tarea y corre al encuentro de su marido. De complexión atlética y abundante cabello entrecano, Octavio lleva uniforme de taxista.
-Viejo, Ƒcómo te fue?
-Más o menos -Octavio mueve la cabeza en círculos y después se frota el cuello-. La espalda es la que no me deja en paz. ƑQué ha habido de nuevo?
-Hoy le tocó a Sandra cerrar la tintorería, así que pude volver a la casa un poquito más temprano -Andrea retoma su tarea-. ƑPor qué te tardaste?
-Fui a echarme un vaporazo y a ver a mi compadre. ƑVolvió el agua? -con movimientos mesurados Octavio cuelga su chamarra en el respaldo de una silla.
-Apenas un chorrito, pero alcancé a juntar dos cubetas.
-Entonces no lavaste la otra camisa.
-ƑCon ese poquito? Preferí guardarla para en la mañana -Andrea adivina la contrariedad de su esposo-. Nomás que terminemos de cenar me voy a la casa de Chío. Ella sí tiene agua. Le voy a pedir permiso de que me deje usar su lavadero.
-No lo hagas -Octavio consulta su reloj-. ƑA qué hora vas a volver?
-Pronto. ƑQué tanto puedo tardarme en lavar una camisa? En la noche se orea y en la mañana te la plancho.
-Ojalá, porque la que traigo huele a perro. Y dónde que hice talacha.
-ƑOtra vez? Y ora Ƒpor qué?
-Tuve que cambiar una llanta. Ya estaba muy amolada y se tronó.
-ƑY qué esperas para decirle a Cosme que te compre tan siquiera otra nueva?
-Como si no conocieras a tu hermano -Octavio entra en el cuarto de baño y sigue hablando-. Si de por sí cree que está haciéndome un favor al permitirme que le trabaje su coche, imagínate con lo que me saldrá si le pido una llanta nueva. No. Mejor la compro.
-Pero hazlo pronto, es peligroso que andes así.
-Qué fácil, Ƒno? -la voz de Octavio se ahoga en un bostezo-. El vapor me dio sueño.
-El vapor y que no duermas -Andrea vuelve a la cocina-. Te pasas la noche dando vueltas en la cama, pensando en tanto problema.
-Lo que no me deja dormir es el dolor de espalda -Octavio bosteza otra vez-. Híjole, me estoy cayendo de sueño.
-Pues aprovecha: cenas y te acuestas -Andrea se inclina sobre la cazuela del guisado-. Quedó picadillo. Te puedo hacer unos taquitos.
-Cuando venga Ray -el recuerdo de su hijo ilumina el rostro de Octavio-. ƑNo te dijo a qué horas iba a tener su última clase?
-Siéntate a cenar -de espaldas a su esposo, Andrea murmura una oración; luego adopta un tono desenfadado-. Te voy a servir los tacos de uno por uno para que no se te enfríen.
-Te dije que iba a esperar a Ray. Es su primer día de clases y quiero que nos cuente cómo le fue -Octavio suspira-. Al menos eso ya medio se está arreglando. Ojalá que no haya más broncas.
-Si quieres le hablo a Cosme. No es justo que pagues las refacciones -Andrea pone sobre la mesa un plato cubierto con una servilleta-. Ven a comer.
-ƑPor qué la prisa? -Octavio no espera la respuesta de su mujer-. Hace calor. Voy a abrir las ventanas.
Siempre junto a la estufa, Andrea se frota las manos angustiada y vuelve a murmurar una oración. La interrumpe cuando vuelve a escuchar la voz de Octavio.
-Andrea, en el cuarto de Ray encontré su mochila. Entonces Ƒcon qué se fue a la universidad? Chaparra, Ƒme oíste?
-Sí.
-ƑEntonces...? -Octavio reflexiona un momento y deja caer los brazos-. No me digas que...
-Sí, se fue a la refaccionaria.
-ƑPero por qué? Se supone que ya hay clases. Ya perdió casi un año y todavía quiere perder más. Así nunca terminará la carrera. Y que no se confíe porque no voy a poder mantenerlo toda la vida.
-Es que no quiere... -Andrea sonríe fugazmente-. Raymundo pensaba decírtelo hoy en la noche.
-Decirme Ƒqué?
-Pues que ya no volverá a la universidad -Andrea ve alterarse la expresión de Octavio-. Nosotros hicimos todo lo posible...
Octavio se mesa el cabello y respira con dificultad.
-Esto es lo único que me faltaba.
-Cálmate por favor.
-ƑAl menos te dijo por qué? -Octavio agita los puños-. Debe tener una maldita razón para hacernos esto.
-No te pongas así.
-No me salgas con tus consejos, sólo díme Ƒqué explicación te dio? Habla y no te me quedes viendo como tonta.
-Pero Ƒpor qué te pones así conmigo? No tengo la culpa. Cuando me lo dijo traté de hacerlo ver que era un error y que iba a darte un disgusto muy grande.
-šNo me digas que eso le importa!
-Aunque no lo creas sí, y mucho. Estoy segura de que por miedo a disgustarte no te ha dicho nada.
-Déjate de cuentos. La verdad es que no me lo ha dicho porque ya no me respeta -Octavio sonríe con amargura-. Es lógico, cuando ni siquiera he sido capaz de mantenerlo.
-No compliques más las cosas...
-ƑMás? Imposible. Ya están bastante complicadas -Octavio sigue presionando a Andrea-. Todavía no me has dicho qué explicación te dio Raymundo.
-Pues que ya se desacostumbró de ir a la escuela y que se siente muy bien de ganar su dinero, porque así ya no tiene que pedirte cuando quiere comprarse un disco o unos tenis.
-ƑPor mil 500 pesos a la quincena deja la universidad? No puedo creerlo.
-Yo tengo la esperanza de que con el tiempo reflexione -se apresura a decir Andrea, en tono conciliador-. Ten fe.
-šSí, cómo no! -Octavio gira y va a sentarse en la silla donde antes colgó su chamarra-. Si yo, con título de contador público, estoy pasando tantos trabajos, imagínate los que pasará él. ƑNo se lo dijiste?
-Sí -Andrea va a sentarse junto a Octavio-. Y de eso se agarró.
-No te entiendo. ƑQué tiene que ver una cosa con otra?
-Algo... -Andrea rehúye la mirada de su esposo-. Ray piensa que no importa tener un título porque, aunque saques muy buen promedio, no hay dónde trabajar.
-Si no buscas con ganas...
-Se lo dije y Ƒsabes qué me respondió? Que de todas formas encontrar un trabajo no significa gran cosa porque, apenas alguien cumple 35 o 40 años, lo botan.
-Como a mí. Después de trabajar 22 años en la misma empresa, me dijeron una patada špor viejo! -la sonrisa de Octavio contrasta con el tono sombrío de su voz-. A lo mejor el muchacho tiene razón... De todas formas me duele pensar que acabará como yo: manejándole el taxi a su cuñado.
-No sé si lo que está pasando me duele más por ti que por Ray -Andrea inclina la cabeza para ocultar sus lágrimas. Al advertirlas, Octavio le tiende los brazos:
-Ven, no llores y díme que me quieres, aunque sea un simple chafirete.
-Si vuelvo a oírte decir eso, entonces sí dejaré de quererte -Andrea se estrecha contra el cuerpo de Octavio y al advertir su reacción íntima murmura-: No, šqué viejo vas a estar!