Ť Concursaron con sus diseños para el edificio de nuestra legación
La capital de Alemania capturó el interés de nueve prestigiados arquitectos mexicanos
Ť Oscar Bulnes, Ricardo Legorreta y Francisco López Guerra, entre los participantes
Ť Idearon la construcción del recinto para el diálogo político, cultural y económico con ese país
Miryam Audiffred Ť Sitio de vanguardia y experimentación artística, Berlín capturó el interés de nueve arquitectos mexicanos quienes, desde varios puntos del país, imaginaron el edificio sede del diálogo político, cultural y económico con Alemania.
Y aunque el deseo de brindar una imagen moderna de México fue el elemento constante de los proyectos, las soluciones resultaron tan diversas como la creatividad y el colorido lo permitieron.
Hoy se sabe que el trabajo de Teodoro González de León y Francisco Serrano fue el elegido para dar forma a la embajada de México en Berlín.
No obstante, vale la pena echar un vistazo al imaginario de formas y texturas desplegado por Oscar Bulnes, Fernando González Gortázar, Ricardo Legorreta, Francisco López Guerra, Javier Sordo Madaleno, José Adolfo Wiechers y Abraham Zabludovsky cuya labor estuvo, en esta ocasión, bajo la lupa de un jurado integrado por la presidenta de la Unión Internacional de Arquitectos, Sara Toppelson; el director de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, Felipe Leal; el ex director de Arquitectura del INBA, Juan Urquiaga, y el crítico Manuel Larrosa, entre otros.
Imaginario de formas y colores
Sobriedad y sencillez son las principales características del edificio diseñado por Oscar Bulnes para albergar la embajada mexicana. Miembro de las jóvenes generaciones y especialista en la utilización de formas masivas, su proyecto muestra pisos amplios y espacios flexibles.
Reconocido por su imaginación y libertad creativa, Fernando González Gortázar propuso un edificio que, en el exterior, hablara de México mediante la cerámica azul y blanca, el cristal y la arenisca, piedra amarillenta con la que fueron construidos muchos de los edificios históricos de Berlín. En cuanto al interior, el arquitecto concibió un espacio unitario y continuo en el que flotan los pisos sin tocar los muros de la fachada.
''Quisimos hacer un edificio noble, pero no solemne; sobrio, pero imaginativo; atractivo, pero no exhibicionista, un edificio del que tanto México como Alemania pudieran sentirse orgullosos."
Para Francisco López Guerra la arquitectura de la embajada de México en Berlín ''debe reflejar lo que somos: un país amigable, abierto y transparente que invita a conocerlo". Por eso, su proyecto se consolidó a partir del patio, de un espacio de luz y vida que -en sus palabras- simboliza las culturas precolombina y española al tiempo que funciona como elemento de unión.
Legorreta, seguidor de Barragán
Heredero del gusto por el color y la forma de Luis Barragán, Ricardo Legorreta propuso la construcción de un edificio con volumetría sobria y materiales mexicanos. Sin hablar de embajada sino de casa, imagina un recinto en forma de L -abrazando un jardín interior- y con iluminación natural en todos los espacios. Cabe mencionar que el artista Vicente Rojo aceptó apoyarlo en la realización de la fachada.
Un juego volumétrico fue la propuesta de Javier Sordo Madaleno, quien ideó un edificio de fachada recubierta con piedra tikul de Mérida, para darle colorido y calidez.
José Adolfo Wiechers basó su criterio de diseño en la integración de espacios modulares que permitan el desarrollo del trabajo individual. Desde el punto de vista constructivo, planeó una estructura de concreto aparente realizada con moldes y formas texturizadas que se completan con cerramientos de cristalería.
Creador de una arquitectura de textura vigorosa, Abraham Zabludovsky propuso un edificio que en la fachada principal muestra dos paños -uno trapezoidal y recto y otro curvo- desfasándose para dar lugar al acceso principal de la embajada. El recinto incluye un subterráneo y cuatro niveles.