VIERNES 18 DE FEBRERO DE 2000

* Monsiváis en la Casa Refugio Citlaltépetl


Los Contemporáneos, pioneros de la modernización cultural

* Aún esperan la lectura inteligente de muchos sectores, dijo

Arturo Jiménez * A Los Contemporáneos les tocó ser la primera generación o tendencia de modernización cultural de un país sojuzgado política y, aunque ya no tanto, socialmente con un paternalismo que admite, porque ya no logra controlarlas, zonas de excepción, dijo Carlos Monsiváis.

Más que un grupo o generación, ellos son en México una actitud ante el arte, la cultura, la sociedad y la política, indicó el escritor en la Casa Refugio Citlaltépetl, en una de las 35 charlas del ciclo sobre esos creadores que marcaron distancia de la tradición, se adelantaron a su época y reivindicaron el rigor artístico.

Tras mencionar a los muchos más que podrían ser considerados parte de este grupo, Monsiváis dijo que la lista se comprimió a los poetas Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet, Salvador Novo, Gilberto Owen, Jorge Cuesta, Bernardo Ortiz de Montellano, Enrique González Rojo, Carlos Pellicer y José Gorostiza.

Sólo a unos cuantos de ese movimiento amplio, agregó, se les dio el título ''casi nobiliario" de integrantes de Los Contemporáneos, "nunca grupo formalmente constituido, sino tendencia que se congrega en razón de afinidades y enemistades comunes, se dispersa y se contradice, se reparte en editoriales, empresas del gobierno, polémicas, periodismo cultural, teatro, creación de revistas".

Formados en un sentido de las tradiciones y del individualismo hicieron suyo, a pedido de las circunstancias y de su temperamento, el intento renacentista: todo está por hacerse y ellos pueden aspirar a todo: leer, crear, interpretar, poner al día, dijo.

 

El factor de la homofobia

 

En un segundo momento de su lectura de casi una hora, Monsiváis apuntó que ''el tema de la homosexualidad, así sólo abarque una parte de contemporáneos y sea ajeno a los juicios de calidad, es indispensable para entender un proceso de marginalidad o integración culturales". Y agregó:

''Al ser la heterodoxia sexual la elección límite en una sociedad represiva, obliga a comportamientos intelectuales distintos, prácticas o estéticas de ambigüedades liberadas, ocultamientos y procedimientos para decir la verdad y desafíos sociales como el de Novo."

ƑQué tan marginales son Los Contemporáneos?, se preguntó, y respondió que ''así pertenezcan a la burocracia gubernamental, que les da oportunidad de trabajo y ascenso, son marginales respecto de la cultura oficial, del gusto literario dominante, de los estilos de vida.

''Aunque sólo algunos de ellos son homosexuales, la saña y la difamación no admiten excepciones. La parte por el todo, bienvenida la facilidad de deshacerse de enemigos con flancos tan vulnerables. El cúmulo de odios y prejuicios deviene, voluntariamente o no, campaña de la que casi nadie se escapa."

Y puso como ejemplo al propio Alfonso Reyes, quien a su regreso a México confía a un amigo en una carta de 1924: ''Yo siempre creo que los jóvenes tienen razón, hay entre ellos mucha mariconería, enfermedad nueva aquí, y eso me aleja de muchos y me hace sufrir, pues no soy tan escéptico e indiferente como yo mismo me lo figuraba".

Y esa ''enfermedad nueva", dijo Monsiváis, molestaba a grados de ''exasperación organizada", y relató una experiencia narrada por Manuel Maples Arce, cabeza del estridentismo, acerca de una reunión en la Cámara de Diputados para tratar ''el problema" de los homosexuales en las artes.

Por otra parte, dijo que ''ortodoxia y heterodoxia, coherencia y contradicción, estos jóvenes escritores aceptan parte de la prédica oficial, con excepción de Cuesta, que crítica el clericalismo educativo de Vasconcelos, y se apartan del bolivarismo y la grandilocuencia latinoamericana, con la excepción de Pellicer, pero no logran prescindir del mecenazgo y van de la protección de un ministro a otro''.

Consideró que fueron marginados y protegidos, desarraigados y burócratas. ''Es inevitable. En materia cultural, hasta 1980 por lo menos, el Estado es simplemente todo, y Los Contemporáneos aceptan de él seguridades laborales primero, y a la postre, honores que no excluyen la Rotonda de los Hombres Ilustres".

Resaltó: ''De las heterodoxias del grupo, esta es la primera y más ostensible: son ya poetas diferentes, profesionales, no porque a la poesía dediquen todo el tiempo, sino porque ya no se acercan a la escritura como videntes, consejeros del alma colectiva, antorchas de la libertad, guías del nuevo sonido de los pueblos."

Resumió que, ''sin el ánimo internacional y la seguridad de construir una cultura nacional, no se concibe la tarea de Los Contemporáneos. Auspiciados, perseguidos, mal leídos, homenajeados a discreción, todavía esperan la lectura inteligente y disciplinada de amplios sectores, pero ya tienen lectores fieles e inteligentes".