VIERNES 18 DE FEBRERO DE 2000
* José Cueli *
La desmentida
Resuelto en apariencia el conflicto universitario, vuelven los estudiantes a las aulas -dejando en prisión a los dirigentes del CGH- para salir de la ignorancia que es el principal enemigo de la nación. Investigadores, catedráticos y alumnos se entregarán (?) a las diferentes disciplinas para el mejor conocimiento de las ciencias y las humanidades que pretenden estudiar la vida.
Sin embargo, toda enseñanza como toda disciplina requieren (de manera ineludible) la comprobación de la realidad. Cuando la voz en el aula se halla en franca contradicción con la realidad, es palabra hueca, voz sin gesto, sin posibilidad de representación ni menos de inscripción; no hace sentido, resulta irrelevante. Desemboca sin remedio en la desmentida, es decir, dos representaciones coexistentes de un suceso que resultan inconciliables. Lección que no logra el asentimiento de los hechos al cotejarlos con la realidad es lección perdida.
Por lo mismo, en las circunstancias actuales los universitarios en vez de sentir regocijo al ponernos en contacto con las ideas, nos vemos invadidos por el pesar viendo cómo las ideas transmitidas por los maestros a los alumnos, acompañadas de advertencias humanitarias se enfrentan y chocan con las brindadas por los hombres del poder, impelidos por pasiones, narcisismos y soberbia.
La tarea de la reconstrucción universitaria se vislumbra desconsoladora. La universidad, casa de la razón, refugio del débil contra el fuerte, baluarte de la justicia, fuente de dignidad, centro de la tolerancia, difícilmente será lugar para impartir tales enseñanzas. A burla sonarán los mensajes humanitarios, después de la entrada de la policía al campus, Ƒqué autoridad universitaria será capaz de traer a colación las relaciones que establecidas entre unos y otros culminarán en un congreso y garantizarán la integridad de cada uno y el libre desenvolvimiento de todos?
Dígase, pues, si las circunstancias actuales no incitan a considerar que las enseñanzas de maestros e investigadores podrían tener un cierto sabor a escarnio. ƑCómo hablar en las aulas, lo que en realidad se desmiente? Una nueva cátedra se ha abierto para enseñar que la fuerza ejerce su imperio, cuando antes parecían indestructibles -en la universidad- los criterios de bondad, tolerancia y justicia.
En facultades, institutos de investigación y centros de difusión de la cultura se habla de lo que niegan, en la realidad, los que tienen la obligación de dirigir y conservar a su pueblo vía la política. No nos extrañemos después si una vez que los alumnos escuchen estas enseñanzas, el discurso de la desmentida, se vean inducidos a la desmentida y la violencia. Maldita cátedra aquella que conduzca el aprendizaje por los senderos de la negación y el ocultamiento, de la confusión y los dobles mensajes, nublando la razón y la voluntad e incube, en forma latente, la irracionalidad y la violencia de la fuerza bruta.
Si los jóvenes paristas ejercieron la fuerza y trataron de imponerla, no era la respuesta contestar de la misma forma. Hay un mínimo de razón que implicará dejar en libertad a todos los detenidos como primer paso hacia el diálogo y la reconciliación en un congreso que exprese las tendencias más divergentes en todas las formas del espíritu.