* Anteanoche se apersonó en Bellas Artes


Mefisto ratificó que si algo lo seduce es la condición humana

* El bajo Svetlov se llevó la función con una actuación soberbia

Angel Vargas * Mefistófeles se apersonó anteanoche en el Palacio de Bellas Artes para ratificar que si algo lo seduce son las debilidades y las pasiones humanas. De nueva cuenta demostró que con ellas, además de divertirse y gozar, comercia en posición siempre ventajosa.

Ya el 4 y el 6 de febrero el sulfuroso espectro que sustenta la historia del doctor Fausto se había dejado sentir cuando la Orquesta Sinfónica Nacional lo invocó con otra partitura basada en la misma fuente literaria (el Segundo Fausto): la Octava Sinfonía, de Mahler, la ''de los mil"; invocación que, por cierto, parece haber desatado también al maldito demonio de la intolerancia que se manifestó en los grises elementos de gris de la Federal Preventiva que allanaron Ciudad Universitaria aquel domingo ya negro en la vida nacional.

Pero esas son otras historias; la primera, muestra electrizante del genio creador del hombre; la segunda, una triste constancia de su perversidad destructiva. La que ahora nos ocupa es la que Charles Gounod nos cuenta con su Fausto, ópera basada en la célebre obra homónima del escritor alemán Goethe y con la cual la Compañía Nacional de Opera abrió el este martes su temporada 2000.

 

Fernando de la Mora, de menos a más

 

Fue una noche, literalmente, del demonio, pues quien se llevó la función fue el bajo Mikahil Svetlov Krutikov, con su interpretación de Mefistófeles. El público que casi llenó el palacio marmomerengue así lo reconoció al final de las tres horas que dura este montaje, con una ovación que parecía prolongarse hasta lo interminable.

Y es que el desempeño del intérprete ruso durante los tres actos fue soberbio, tanto en lo musical como en lo histriónico. El mismísimo diablo en persona, šDios mío! Para el recuerdo quedarán la profundidad de su voz y la malicia de sus gestos, cuando logra extasiar a una muchedumbre con una canción en honor del becerro de oro, o cuando en sus manos se pulveriza una rosa para simbolizar que el amor de Margarita y Fausto fue consumado en lo carnal.

Qué decir del dramatismo y la furia que consigue en la escena en que le impide a esa inocente mujer elevar sus plegarias a Dios y, en cambio, la condena al dolor eterno, o del cinismo y la picardía de su proceder cuando intenta enamorar a una reciente viuda para dejarle el camino libre a Fausto con su amada.

En contraste con el quehacer del chamuco eslavo, quien se mantuvo siempre en buen nivel, el tenor mexicano Fernando de la Mora encarnó a un doctor Fausto un tanto débil al principio, pero fue de menos a más para, a la postre, estar a la altura del resto del elenco, integrado por la soprano ucraniana Oksana Krovytska, quien interpretó a Margarita; el barítono Jorge Lagunes, a Valentín; las mezzosopranos Verónica Alexanderson y Luz Haydée Bermejo, a Siebel y Martha, respectivamente, y el barítono Roberto Aznar, a Wagner.

La puesta en escena de Mario Espinosa no requirió de muchos elementos escénicos para lograr la visión lúdica que se buscaba hacer de Mefistófeles.

 

Hoy, el turno será para

el tenor Ricardo Bernal

 

La implementación del globo aerostático en que llega el maligno a la Tierra y una corte de pequeños demonios refuerzan el énfasis sobre ese personaje. Claro que esa visión del director fue respaldada por el trabajo de Alejandro Luna y Gloria Carrasco en la escenografía y la iluminación. Sin ser éstas espectaculares, sino más bien austeras, se logra una atmósfera atractiva.

Montaje integral y bien logrado. La participación de la Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes, bajo la dirección de Enrique Patrón de Rueda, así como el vestuario, lo vienen a consumar.

Las próximas funciones de esta ópera serán esta noche, además del 20 y el 22 de febrero, en los siguientes horarios: martes y jueves a las 20:00 y el domingo a las 17:00 horas. Por cierto, el papel de Fausto será interpretado en la función de esta noche por el tenor Ricardo Bernal.