La Jornada miércoles 16 de febrero de 2000

Arnoldo Kraus
Pinochet: Ƒse impondrá la impunidad?

os dicen Dpa, Ap, Afp y Reuters que el tribunal de apelación de la Alta Corte Británica aceptó el recurso de revisión sobre la decisión del ministro del Interior, Jack Straw, de mantener la confidencialidad del examen médico a Augusto Pinochet. Lo anterior implica que su liberación podría retrasarse varios meses más.

Sólo las noticias importantes viajan por cuatro agencias. Y no es para menos: Ƒqué le habrán diagnosticado los médicos ingleses a Pinochet? o Ƒqué sabrá, o mejor aun, qué esconderá Mr. Straw? El hecho es que varios meses en la vida de un octogenario pueden representar la muerte. Para él, para los chilenos que lo idolatran o para quienes reclaman juicio político, para los seis países que han solicitado su extradición, para las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que claman por la justicia, por la memoria de los Tribunales de Nuremberg y por la pequeñísima esperanza que pueda representar para la humanidad enfrentarlo con su pasado, lo peor que podría suceder es que fallezca, protegido en su silencio. Sería una pena que el destino decidiese. Sería ominoso que la impunidad adquiriese carta de perpetuidad.

Ha transcurrido año y medio desde su arresto domiciliario. Los elementos que conforman el escenario actual dan cuenta del absurdo y los tintes timoratos de la condición humana. Son hebras tan distintas, que entretejerlas repele el poder de la razón. Tras la larga espera, lo absurdo --Jean Daniel nos aclara que "el absurdo no significa la privación del sentido, sino la contradicción entre dos sentidos diferentes"-- domina la escena.

El ministro Straw decidió liberar a Pinochet porque su estado de salud no le permitiría resistir un juicio largo. En el mismo sentido --humanitario--, se expresó la defensa del militar, quien considera que al revelarse los exámenes médicos, el acusado teme ser "estigmatizado" como "enfermo mental" --Pinochet debe pensar que es peor ser enfermo mental que asesino. La benevolencia llega a su cumbre e inmortaliza la estupidez humana cuando se escucha a los abogados de Straw, quienes, a pesar de saber perfectamente la gravedad de los crímenes de que se acusa al senador vitalicio, aducen que la extradición no solucionará nada.

Las razones anteriores deben sopesarse contra la petición de seis gobiernos y seis organismos humanitarios encabezados por Amnistía Internacional, los cuales han solicitado su extradición y la revisión del expediente médico del ex dictador. Agrego el incontrovertible hecho de que Pinochet es una de las figuras claves de ese triste destino que compartimos los latinoamericanos.

Si muere aislado, en el exilio, sin saberse culpable, sin explicar lo que hizo, sin escuchar a los miles de deudos que tanto tienen que decirle, sin sentarse en el banquillo de los acusados, sin ver las caras de los familiares de los desaparecidos, sin permitir que la esperanza renazca y que los tiranos latinoamericanos, vivos o muertos sean confrontados, se habrá perdido una valiosísima oportunidad para dignificar la memoria de las víctimas.

El antiguo adagio bíblico, "ojo por ojo y diente por diente" parece demasiado viejo. Se exime a quien exterminó a varios miles de compatriotas aduciendo que sus condiciones físicas son malas. ƑEs ético no enjuiciarlo por motivos de salud? No. Nada peor que la muerte puede suceder durante el careo, lo cual no sería un evento médico común.

Lo mismo acontece en relación al expediente clínico. No encuentro cuál podría ser el diagnóstico tan celosamente guardado por Straw. La confidencialidad médica es un atributo moral que protege a los enfermos y enaltece a los médicos. Pero evidentemente hay enfermos por enfermedad y enfermos por su pasado, historias clínicas e historias de asesinos, ética a favor del paciente y ética a favor de la humanidad. Seamos ingenuos en estos tiempos tan aciagos; quizá la razón de "la tanta confidencialidad" se deba a que los galenos británicos descubrieron los genes del mal en Don Augusto --idea por la cual apostaron algunos filósofos del siglo pasado-- y temen que se propague la epidemia.

La reticencia de quienes resulten responsables en entregar o no al militar sucede a la par del ascenso de Joerg Haider, el nuevo Hitler austriaco. Aunque el latino no fue estrictamente racista como Haider, los símiles entre ambos, representados sobre todo por el desprecio hacia los diferentes son evidentes. Mientras que los 14 países de la Unión Europea han anunciado y puesto en práctica la aplicación de sanciones contra la Austria de HyHyH (por sus siglas, Heil Hitler-Haider), seis naciones, el juez Baltasar Garzón, las ONG y los librepensadores no han logrado imponer la razón.

El absurdo, la contradicción entre dos sentidos diferentes, podría inundar más aún el aire si Pinochet aborda el avión que le aguarda: encumbrar la impunidad contra el peso de la moral.