Ť Vino a México para presentar su libro Marcos: el señor de los espejos
No doy el perfil de escritor apoyable para el Nobel: Vázquez Montalbán
Ť Mi encuentro con el subcomandante transitó de lo político a lo cultural y lo literario, señala
Ť ''Prefiero no pensar
en el galardón y liberarme de esa angustia todo lo que me queda
de vida''
César Güemes
Por lo pronto, el tema de conversación necesario con el padre de Pepe Carvalho y de más de cuatro docenas de libros, es sobre su nuevo libro, que lo trae al país. Es muy claro al acudir a él que no se generó sólo por la singular historia del EZLN, sino también por la cercanía que se gestó entre dos escritores separados apenas por el Atlántico.
-Es significativo el hecho de que se encuentran a partir de las mutuas lecturas. Fue una conversación entre dos personas intreresadas activamente por la política, pero también entre dos escritores.
-Mi impresión al cabo de un rato de conversar es que estaba hablando con un compañero de universidad más joven que yo, un profesor no numerario, como se les llamaba en los años setenta en España. Su lenguaje fue de gran naturalidad, muy poco enfático. Cuando hablas con un revolucionario siempre te da la impresión de que está dando una lección política y Marcos no tenía esa postura. Entonces planteó un diálogo que fue corrigiendo mi plan de entrevista. Llevaba cinco o seis páginas con preguntas para él y no pasé de la primera cuartilla. La dialéctica del encuentro nos llevó por otros caminos. Fuimos de lo político a lo cultural y a lo literario.
''Por la época había leído la entrevista que tuvo con Juan Gelman, en la que llegaba a conclusiones sobre la relación entre política y literatura que recordaban al Trotsky de los años treinta, cuando entra en contacto con Breton. Era una posición muy abierta de territorios propios de lo literario con los territorios políticos. Eso también salió durante nuestra charla. Luego, era obligatorio hablar del ecosistema intelectual mexicano ante lo que había significado el zapatismo.
''Todo eso fue apareciendo de una manera muy espontánea, en una conversación fresca, como si hablara con un compañero de universidad más joven que yo y con capucha, lo cual no es habitual. Claro, cuando comenzó a volar por ahí el avión de reconocimiento la cosa se torció, se generó una sensación muy particular y tuvimos que dejar la plática."
Desconfianza ante las izquierdas
-ƑHubo coincidencias políticas muy al principio, desde luego antes de conocerse en persona?
-Las hubo más al final. Mi posición política actual es lógica heredera de las que he tenido en el pasado, pero se parece bastante a esa desconfianza ante lo que resta de las izquierdas actuantes. Esto lo he tratado de ejemplificar diciendo que parecen como náufragos que han llegado a la playa y con lo que queda del barco tratan de rearmar una nave pequeña, cuando en realidad había llegado el momento de construir algo nuevo. En ese sentido me interesa mucho toda la perspectiva de la sociedad civil, algo de lo que estuvimos hablando largamente. Pienso que se está reclamando la figura de una sociedad civil de vanguardia progresista pero que sin las fidelidades y las servidumbres de la militancia, ya rebasadas, se convierte en una especie de vigilante del consumo democrático. Quiero decir, cuidan que la democracia que les dan no esté adulterada. Eso debería ser un protagonismo al alcance de la sociedad civil, al margen inicialmente o para siempre de esas reglas de juego de complicidades que muchas ocasiones se descubren tanto en la derecha como en la izquierda.
Inventario de necesidades
-ƑEs posible que Marcos y el proyecto que encabeza haya logrado la paradoja de ser un proceso de utopía realizable?
-Por lo pronto borraría la palabra utopía del diccionario y la recuperaría dentro de unos años. Esto porque la derecha ha conseguido imponer un sentido del término y lo ha hecho equivaler a quimera. En realidad el significado correcto de utopía es hacer un inventario de lo que necesitamos. Claro que se puede hacer y se puede globalizar, porque las soluciones se encaminan a cambiar los órdenes económico, cultural y mediático para que las necesidades sean cubiertas. Si se hace un listado de las organizaciones no gubernamentales y de sus objetivos, ya tenemos un compendio de necesidades. Y eso no es algo que haya inventado alguna ''ideología perversa" o el marxismo o los partidos revolucionarios sino la realidad misma. Los problemas de hambre, de racismo, de desigualdades, todo está ahí. Es preciso hacer un inventario de ello y de cómo se puede solucionar. Si alguien le quiere llamar utopía, adelante, pero está ahí como una constancia del objetivo. Además, tenemos en nuestras manos un desarrollo científico y técnico tan extraordinario que podría dar lugar a la solución de buena parte de esos problemas.
''Y si no se consigue esa relación entre necesidad y satisfacción mediante lo científico y lo técnico, es porque las organizaciones políticas y económicas conspiran contra ella. A eso no le podemos llamar utopía, sino una necesidad que cada vez se va imponiendo más como evidencia en la medida en que aparecen problemas como los que vemos. El marquismo o el zapatismo, como quieras llamarle, es un síntoma más: el primero por orden cronológico después de la caída del Muro de Berlín, pero no deja de ser un síntoma."
-Ha conseguido usted escribir al menos 50 libros de los más diversos temas y con muy distintos tratamientos. Tiene reconocimiento social dentro y fuera de España. Diga si a partir de esto ha considerado la posibilidad de recibir el premio Nobel de Literatura.
-Para que a alguien lo propongan como candidato real al Nobel es preciso que los poderes culturales del propio país jueguen en ese sentido. Y en mi caso no pasa eso, no doy el perfil de escritor apoyable por mi propio entorno cultural. Prefiero no pensar en el Nobel y no vivir la angustia de estar como en capilla que tienen los posibles candidatos cada año el día del anuncio en Suecia. Me parece que me voy a librar de esa angustia todo lo que me queda de vida.